El error que estás cometiendo en tu frigorífico y que lo convierte en un nido de bacterias
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Confiamos en el frigorífico para conservar nuestros alimentos en buen estado, pero una mala regulación de la temperatura puede jugar en contra. Muchos hogares no alcanzan el nivel de frío recomendado, y eso pone en peligro la seguridad alimentaria. Lo ideal es mantenerlo entre 0 y 5 grados centígrados. Sin embargo, en la práctica, no siempre se cumple. Cuando la temperatura sube más de la cuenta, las bacterias encuentran un entorno favorable.
No basta con que el frigorífico enfríe: hay zonas más frías que otras. La parte trasera suele estar más fría que la puerta, que se calienta con facilidad al abrir. Poner productos como la leche en esa zona es un error frecuente. Además, la mayoría de personas no interpreta bien los controles de temperatura. Eso se traduce en alimentos que no están bien conservados aunque la nevera funcione.
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Abrir la puerta con frecuencia o dejarla abierta mucho tiempo provoca una subida de temperatura interior. Es preferible organizar bien el contenido para encontrar las cosas rápido. También conviene limpiar las juntas de la puerta cada cierto tiempo y evitar llenar el frigorífico hasta el tope. Una buena medida es dejar libre al menos una cuarta parte del espacio para que el aire circule. Guardar en la despensa productos como tomates o patatas también ayuda.
Aunque el frío frena el crecimiento de muchas bacterias, algunas como la Listeria pueden resistir y multiplicarse. Este microorganismo representa un riesgo importante, sobre todo para embarazadas y personas mayores. Puede estar presente en alimentos como quesos blandos, embutidos o pescado ahumado. Separar los alimentos crudos de los listos para comer es clave. Y por supuesto, no basta con oler: un alimento puede parecer en buen estado y no estarlo.
El Confidencial