La probabilidad del sexo del bebé no siempre es el 50 %

Los eventos para revelar el sexo de un bebé se han convertido en un momento memorable del embarazo en el que las parejas junto con amigos y familia se reúnen para compartir esta noticia. Pero ¿de qué depende la determinación del sexo de un bebé en el momento de su concepción? Si bien se trata de un factor que es determinado por los cromosomas sexuales del espermatozoide en un proceso que se considera aleatorio, un nuevo estudio señala que existen factores que pueden inclinar la balanza para que su descendencia sea femenina o masculina.
La investigación, publicada en la revista Science Advances, incluyó datos de dos grandes estudios en curso en Estados Unidos, el ‘Nurses’ health study II’ (NHSII) y el ‘Nurses’ health study 3’ (NHS3) con registros de partos de 58.007 mujeres. Un análisis a partir del cual esperaban resolver dudas como si la probabilidad de tener un hijo hombre o una hija mujer es una moneda al aire con un 50 por ciento de posibilidades para cada sexo, o si existen rasgos genéticos o factores reproductivos que afectan esta situación.
Sobre los resultados de este estudio, EL TIEMPO habló con el doctor Jorge Chavarro, científico colombiano que actualmente es profesor de Nutrición y Epidemiología en la Escuela de Salud Pública T. H. Chan de Harvard y uno de los autores de la investigación.

El sexo del bebé no es siempre 50% niño, 50% niña. Foto:iStock
¿Cómo surge esta idea de investigar qué tan aleatorio es o no que nazcan niños o niñas? ¿Cómo surge esa curiosidad?
Quien realmente inició con esta idea fue el segundo autor, el doctor Bernard A. Rosner, un bioestadístico que ya había visto varios reportes en la literatura sobre este tema. En ellos se señalaba que, al observar datos agregados y considerando el tamaño de las familias, la distribución por sexo no parece ser completamente aleatoria. Así que la motivación principal era esa curiosidad: entender cuánto de esto se debe al azar y cuánto no.
Utilizamos datos de dos grandes estudios: el ‘Estudio de salud de las enfermeras 2’ y el ‘Estudio de salud de las enfermeras 3’. A partir de allí analizamos la historia de embarazos de las participantes. Lo que encontramos es que, aunque a nivel individual –cuando cada nacido vivo es la unidad de análisis– la distribución por sexo parece aleatoria, al considerar que existen hermanos (es decir, observaciones no independientes), la distribución se desvía de lo esperado. Por ejemplo, en familias de dos hijos se observa una mayor proporción de hogares que tienen un niño y una niña de lo que se esperaría aleatoriamente. En familias más grandes, con tres, cuatro, cinco o seis hijos, hay menos casos con al menos un niño y una niña de lo esperado, y más casos de familias con hijos de un solo sexo. Entonces surge la pregunta: ¿esto tiene una causa biológica o responde a patrones de comportamiento reproductivo?

El sexo del bebé depende de varios factores. Foto:BBC Mundo / Getty Images
¿Qué rol juega el comportamiento reproductivo?
Otros estudios han mostrado que la decisión de tener más hijos está influida por el sexo de los hijos previos. Específicamente, en familias con dos niños o dos niñas es más probable que los padres busquen un tercer embarazo, a diferencia de quienes ya tienen un niño y una niña.
¿Y más allá del comportamiento, encontraron señales biológicas?
Sí. Para estudiar eso eliminamos el último hijo de cada familia del análisis –ya que es el que más puede reflejar una decisión de comportamiento– y las asociaciones se volvieron aún más fuertes. Esto sugiere que hay factores adicionales, más allá del comportamiento reproductivo, que están influyendo. Después hicimos un análisis diagnóstico de factores demográficos, de estilo de vida y reproductivos de las mujeres que participan en los estudios. Encontramos que la edad de la mujer al tener su primer hijo era el único factor consistentemente asociado con la probabilidad de tener hijos de un solo sexo.
¿Cómo incide la edad de la mujer en el sexo de los hijos que tienen?
Vimos que cuanto mayor era la edad de la mujer al tener su primer hijo, mayor era la probabilidad de terminar con hijos de un solo sexo. Esto podría estar relacionado con que las mujeres que comienzan su maternidad más tarde tienden a tener familias más pequeñas y menos oportunidades de ‘equilibrar’ la proporción de sexo.
¿Y la genética cómo influye?
Luego realizamos un análisis de asociación genómica amplio (GWAS, por su sigla en inglés). Comparamos el genoma completo de mujeres que tenían solo hijos de un sexo (solo niños o solo niñas) con el de mujeres que tenían al menos un hijo de cada sexo. No vimos ninguna señal asociada con tener niños o niñas únicamente, pero vimos una señal genética muy clara con la probabilidad de tener únicamente niños y otra, completamente diferente, también significativa a nivel genómico con la probabilidad de tener únicamente niñas. Esto sugiere que podrían existir mecanismos biológicos no descritos previamente que están asociados con la supervivencia específica de embriones masculinos y de embriones femeninos, pero no sabemos exactamente por qué es así. Lo que es bien curioso es que la señal que vemos, tanto para niños como para niñas, no está relacionada con genes que tengan nada que ver con el desarrollo embrionario, con la probabilidad de tener abortos espontáneos o con la probabilidad de infertilidad.

Las ecografías indican el sexo de los bebés. Foto:iStock
¿Con qué están relacionados?
La señal que vemos en las niñas primero es mucho más fuerte que la que vemos con la probabilidad de tener únicamente niños. De las 25 etiquetas más fuertes asociadas con las niñas, 20 están en el mismo gen, que previamente se ha asociado al desarrollo craneofacial. Pero ¿qué tiene que ver eso con la supervivencia de embriones que son niñas? No tenemos idea, pero es absolutamente fascinante.
Esto abre muchas interrogantes sobre la determinación del sexo en el momento de la concepción y la supervivencia embrionaria. La determinación del sexo puede ser 50-50 en términos teóricos, pero claramente esa probabilidad no es constante entre todas las parejas. Cuando se analiza a nivel individual, parece aleatorio, pero si consideramos que hay hermanos, vemos que algunas parejas tienen una mayor o menor probabilidad de tener hijos de un solo sexo. Y como esa probabilidad parece distribuirse aleatoriamente en la población, sumada a la decisión común de ‘parar’ después de tener ambos sexos, el patrón observado se acentúa.
¿Para qué nos sirven este tipo de estudios?
Hay dos niveles. El primero es que, simplemente, es fascinante desde el punto de vista científico. El segundo es que tiene implicaciones prácticas. Por ejemplo, para quienes están planeando su familia: si ya tienes dos niñas, hay una mayor probabilidad de que, si tienes un tercer hijo, sea otra niña.
¿Y a nivel científico o clínico?
Este estudio muestra claramente la necesidad de tener en cuenta las correlaciones entre resultados de embarazo dentro de una misma mujer o pareja. Se sabe, por ejemplo, que el peso al nacer de dos hermanos está más correlacionado que el de dos niños no relacionados. Pero este tipo de correlaciones aún se ignora con frecuencia en la literatura médica. Nuestro estudio es un ejemplo claro de cómo ignorar estas correlaciones puede llevar a conclusiones erróneas.
Redacción Ciencia EL TIEMPO
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