Los mayores de 50 también padecen TDAH (y estas son las señales para detectarlo)
%3Aformat(jpg)%3Aquality(99)%3Awatermark(f.elconfidencial.com%2Ffile%2Fbae%2Feea%2Ffde%2Fbaeeeafde1b3229287b0c008f7602058.png%2C0%2C275%2C1)%2Ff.elconfidencial.com%2Foriginal%2F888%2Fb3b%2Fe7c%2F888b3be7c8dbe1f1b57de12e070f58a5.jpg&w=1920&q=100)
Imprudencias, despistes, olvidos, o lo que es más preocupante, conducciones temerarias o actos impulsivos que ponen en peligro la vida de los demás, o la propia… Si crees que compartes estos comportamientos, quizá lo que estés compartiendo en realidad son los síntomas asociados al Trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDHA), una patología que, si bien se relaciona casi automáticamente con la infancia o la adolescencia, lo cierto es que no es exclusivo de este grupo de edad.
Ahora bien, aunque puede afectar a la población adulta, sin duda es un trastorno prevalente en la edad pediátrica. Así, según datos de la Asociación Española de Pediatría, su incidencia en los niños en edad escolar ronda el 7 %, y persiste en el 4,5 % de los adultos.
Es irrefutable el hecho de que el TDHA se diagnostica más en la infancia y adolescencia que en la edad adulta. Esto es así, entre otras razones, porque, “los síntomas del TDAH son más evidentes en los niños que en los adultos”, afirma el doctor Adrián Cano, codirector del Departamento de Psiquiatría de la Clínica Universidad de Navarra. Y añade: “El adulto tiene una mayor capacidad para esconder inconscientemente determinados síntomas que, para muchos de ellos, pasan desapercibidos porque han formado parte de su forma de ser desde siempre”.
Pero ¿a qué señales se refiere el doctor? ¿Son diferentes a los que se manifiestan en los niños y adolescentes? Aunque parece ser que son los mismos (inatención, impulsividad/hiperactividad y disregulación emocional), “su expresión difiere en el caso de los adultos. En el adulto la disregulación emocional se presenta con menos frecuencia y suele ser internalizante (alteraciones de la esfera afectiva); la hiperactividad/impulsividad del adulto se manifestará con actos de imprudencia, impaciencia, interrupciones continuas, tono de las discusiones elevado, conducciones temerarias, actos impulsivos que pueden poner en riesgo su vida o la de los demás… y la inatención se manifiesta generalmente como desorganización, desorden, dificultades en la planificación, errores en la ejecución de tareas, despistes, olvidos”, describe. Además, “hay que pensar que todos estos síntomas repercuten en la dinámica personal, profesional y familiar del paciente”, apostilla Cano.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fc06%2F125%2Fcb8%2Fc06125cb801055c02935c91049071663.jpg)
Ahora bien, por un lado, están todos estos comportamientos y actitudes que el entorno percibe, y por otro, lo que el experto ve en la consulta. En este caso, tal y como explica el doctor, el TDHA es “un trastorno del neurodesarrollo, caracterizado por hiperactividad, impulsividad, alteración en la atención y disregulación emocional, que se genera porque en determinadas áreas cerebrales –fundamentalmente en la corteza prefrontal– existe una alteración en la neurotransmisión de dopamina y noradrenalina”.
No es fácil de diagnosticarEn la actualidad, posiblemente, ese diagnóstico, en adultos, se realice con menos frecuencia de lo que se debería. “A esto contribuye la dificultad de diagnosticar en personas adultas, puesto que la sintomatología que predomina es la de inatención, y muchas veces pasa desapercibida. Otro motivo -continúa el doctor- es que es un trastorno que en un porcentaje elevado se asocia con otras patologías psiquiátricas más reconocibles, o incluso, en ocasiones, los síntomas se solapan. Y, quizá también a día de hoy, otro motivo puede ser la falta de formación o de conocimiento de los profesionales de la salud, o incluso la incredulidad o la falta de reconocimiento del trastorno a pesar de estar incluido en las principales guías diagnósticas”.
El síntoma que predomina en adultos es la de inatención, que muchas veces pasa desapercibida
Más allá de estos obstáculos que el facultativo se encuentra para llegar al diagnóstico, se estima que “en adultos, el TDHA tiene una prevalencia cercana al 3 %, siendo muy similar entre hombres y mujeres”.
Por otro lado, resulta interesante la cuestión de si estos adultos con TDHA son en realidad niños que no fueron diagnosticados en su momento, y que “arrastran” este trastorno desde entonces. Al respecto, el doctor asegura que “cada vez se diagnostican más adultos cuyos síntomas han pasado desapercibidos en la infancia, aunque existen estudios en los que se sospecha de un inicio del TDAH en la edad adulta”. Por otro lado, “los estudios demuestran que el 75% de los niños o adolescentes diagnosticados de TDAH siguen necesitando tratamiento en la edad adulta”, agrega.
Motivos para sospecharHasta aquí hemos visto las principales dificultades de los especialistas para llegar al diagnóstico de TDHA. Ahora bien, el paso previo para ello es escuchar al paciente, y para ello, este debe acudir a la consulta, algo que entre adultos no es frecuente. En numerosos casos, según el doctor Cano, “acuden a la consulta padres de niños diagnosticados de TDAH que refieren tener los mismos síntomas que sus hijos, o que se ven identificados en ellos”.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F624%2F986%2F4c4%2F6249864c4c20888b3867b37e91fbcb6a.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F624%2F986%2F4c4%2F6249864c4c20888b3867b37e91fbcb6a.jpg)
Por otro lado, el experto distingue una tipología muy variada de pacientes. “Es frecuente que acudan estudiantes universitarios debido a la disminución de su rendimiento académico. También es habitual que se presenten personas con aparente sintomatología afectiva –ansiedad, depresión– y que tras una entrevista profunda se reconozcan síntomas del TDAH, no solo en el presente sino desde su infancia, y que en la actualidad provocan dificultades en su vida de relación interpersonal, profesional o familiar”.
En cualquier caso, al acudir a la consulta, el paciente está reduciendo el riesgo de que se produzcan males mayores, ya que, “las consecuencias de no tratar adecuadamente un TDAH son impredecibles y dependerán mucho de la psicopatología del paciente, de la influencia de la misma en su vida diaria y de si asocia o no patología comórbida. No obstante, no adecuar bien un tratamiento puede suponer un deterioro en sus relaciones, problemas laborales, interpersonales y familiares, poner en riesgo su vida y la de los demás y, sobre todo, presentar una mayor vulnerabilidad a los trastornos afectivos (ansiedad y depresión), adicciones e incluso, en casos extremos, suicidio”.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F43b%2F67e%2F374%2F43b67e3745d34ca824944af810e32a41.jpg)
Para evitar esta retahíla de consecuencias no deseadas, el doctor considera que el tratamiento más adecuado debería diseñarse bajo una perspectiva holística, “teniendo en cuenta cuestiones de estilo de vida saludables (manejo del sueño, aparatos electrónicos, alimentación, ejercicio físico…), tratamiento psicoterápico individual o grupal, siendo fundamental el abordaje psicofarmacológico”.
En este sentido, “se utilizan de primera elección los fármacos psicoestimulantes, como lalisdexanfetamina o el metilfenidato. Si no se toleran o hay una mala respuesta, se puede acudir a los llamados no psicoestimulantes -guanfacina y atomoxetina- y también se pueden utilizar algunos antidepresivos como bupropion o reboxetina”, aconseja el doctor.
El Confidencial