Más allá de la depresión o la ansiedad: cuando el estigma de la salud mental se convierte en una segunda enfermedad
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La pandemia de coronavirus ha supuesto, entre otras cosas, un cambio de paradigma para las enfermedades de salud mental: en los últimos años se habla y trabaja más en este aspecto fundamental para el bienestar de la sociedad. Prueba de ello son los numerosos estudios dónde se detalla cómo están los españoles o el recientemente aprobado Plan de Salud Mental. ¿Pero realmente se tratan a todos estas patologías de igual manera? ¿Se están rompiendo tantos tabúes de los trastornos de ansiedad como de la esquizofrenia, por ejemplo?
De los estigmas que sufren los pacientes sabe mucho Eduardo Cocho, un madrileño de 60 años. 30 años atrás, de repente, recibió una orden judicial que indicaba que tenía que ingresar en el área de psiquiatría del Hospital General Universitario Gregorio Marañón. Durante su infancia y juventud no tuvo ningún tipo de sintomatología que indicara un trastorno, pero con 28 años sufrió un problema familiar que cree que fue el desencadenante. "En ese momento no tenía conciencia. A veces la enfermedad se produce por una situación grave y creo que la separación de mis padres fue el detonante", relata.
Es más, ni siquiera era consciente de que algo iba mal: "Analizándolo con la perspectiva del tiempo, tenía una especie de alteración de la percepción de la realidad. No llegaba a tener alucinaciones y delirios, pero ciertamente había algo de eso también". Cocho no recuerda haber tenido ningún tipo de incidente durante esa época, pero considera que su profesión pudo contribuir a que acabara en el hospital madrileño, pues es abogado y cree que por los escritos que enviaba o por los juicios a los que acudía vino esa orden del juez, que acabó derivando en un ingreso con el consecuente diagnóstico de esquizofrenia.
"La verdad es que la experiencia no fue positiva porque salí peor de lo que entré. En aquella época, el planteamiento que tenía la gente sobre los problemas de salud mental no era muy positivo, el trato era muy despectivo, un poco vejatorio, y me hicieron una serie de cosas que después me han dicho que si hubiera ocurrido en la actualidad las tendría que haber denunciado", declara.
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Tras 40 días ingresado, el paciente salió del centro para continuar con una atención ambulatoria. Desde que llegó a su vida el nombre de la enfermedad ha sentido el estigma. "La gente te hace preguntas un poco extrañas, te tratan como una persona diferente a los demás, a veces hacían corrillos y me sentía mal. Noto el prejuicio de que la sociedad no es consciente de que las personas son exactamente iguales que otras, que tienen la misma dignidad, la misma igualdad, solo que cuentan con una discapacidad o un problema", denuncia.
Su situación mejoró drásticamente cuando su madre, después del ingreso, encontró a la Asociación Española de Apoyo en Psicosis (Amafe). Cuenta con un centro de día para usuarios, con un espacio para jóvenes menores de 30 años o un departamento de búsqueda de trabajo, entre otras cosas, para tratar que la persona se integre y se recupere. Actualmente, es secretario de la junta directiva y, aunque ya no ejerce como abogado, tiene un máster y se está sacando un doctorado. Otro gran cambio en su vida ha sido la mejora de la medicina en cuanto a la medicación, que ahora no le provoca efectos secundarios. Actualmente solo recibe una inyección cada tres meses, junto con un seguimiento cada cuatro o seis meses de su psiquiatra.
¿Por qué no se habla igual de todos los trastornos?Tras décadas conviviendo con su patología, Cocho ha llegado a la conclusión de que no se habla o trata por igual a todas las patologías mentales por falta de conocimiento y por la prevalencia que algunas tienen. "Parece como más común, todo el mundo alguna vez ha estado deprimido. Decir tengo esquizofrenia, soy bipolar o tengo TOC…la gente tiene estos trastornos muy poco más asimilados, están mucho más estigmatizados y lo ven como más grave o peligroso", comenta.
Carmen Moreno, jefa de sección de psiquiatría en el Hospital General Universitario Gregorio Marañón, ahonda en la percepción de la sociedad sobre la peligrosidad de estos pacientes: "Sabemos que la mayor parte de las personas que tienen trastornos psiquiátricos son más víctimas de violencia que ejecutores de esta". También coincide en esta postura Bárbara Zorrilla, psicóloga sanitaria y forense, quien afirma que cuando alguien comenta que tiene, por ejemplo, esquizofrenia, la respuesta de la gente es miedo, cuando eso no se corresponde con las cifras que se tienen sobre incidencia de violencia en población con salud mental con la general y lo resume en que son más víctimas que victimarios.
A fin de cuentas, el estigma es un tema "razonablemente complejo", según Moreno, miembro del comité ejecutivo de la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental (SEPSM). Esta experta apunta que, por ejemplo, hay estudios recientes que relatan que más de la mitad de las personas con esquizofrenia percibe el estigma de forma "muy intensa".
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Ese miedo a que le traten de manera diferente tiene repercusión incluso en tratar o no la patología. La Asociación Americana de Psiquiatría recoge que la mitad de las personas con enfermedades mentales no recibe ayuda para sus trastornos y que a menudo evitan o retrasan la búsqueda de tratamiento por miedo a ser tratadas de forma diferente o por miedo a perder su trabajo. "Esto se debe a que el estigma, los prejuicios y la discriminación contra las personas con enfermedades mentales sigue siendo un problema grave", denuncian estos expertos. Un estudio publicado en 2022 trataba de comprender el estigma hacia la esquizofrenia, uno de los trastornos psiquiátricos "más estigmatizados" y cuyos pacientes, con frecuencia, perciben la carga de esta estigmatización "como una segunda enfermedad". Por ello, instan a desarrollar campañas antiestigma que contribuyan a crear "una comunidad acogedora y sin prejuicios".
Otra de las claves, según Moreno, está en la sintomatología: "Cuando hablamos de la posibilidad de identificarse con alguien que tiene un problema de salud mental, no es igual en función de la enfermedad en la que estemos pensando. Hay determinados síntomas con los que es más fácil hacerlo porque ¿quién no ha sentido un poco de ansiedad, tristeza o desbordamiento? Esto no significa que todas las personas que han tenido estos síntomas hayan tenido una enfermedad, pero puede identificarse con alguien que los tiene. Es menos fácil con otro tipo de sintomatología que implica percibir cosas que los demás no hacen o tener ideas que para la mayor parte de las personas son incomprensibles".
Zorrilla considera que se hable más de cuestiones como la ansiedad o la depresión que de otro tipo de patologías, a veces más graves, también se relaciona con la prevalencia de estas. "Entiendo que porque la mayoría de las consultas que se hacen desde la atención primaria y las derivaciones a salud mental tienen que ver con esto", afirma.
Según el informe del Ministerio de Sanidad publicado en diciembre de 2020 sobre la prevalencia de los problemas de salud mental y consumo de psicofármacos y fármacos relacionados a partir de registros clínicos de atención primaria, el problema de salud mental más frecuente es el trastorno de ansiedad (6,7%), seguido del trastorno del sueño (5,4%) y el trastorno depresivo (4,1%). En cuanto a la psicosis, donde se engloban patologías como los trastornos obsesivos compulsivos o la esquizofrenia, la prevalencia es del 1,2%.
En toda esta cuestión, los profesionales tienen mucho que decir. Zorrilla defiende que muchas veces también los estigmatizan con la catalogación de las personas. "Parece que ya no eres un paciente, que eres una etiqueta. Cuando te pasa algo, si no tienes un enfoque más biopsicosocial de la salud, estas problemáticas son tratadas con medicación de manera exclusiva, con lo cual, eso no sirve", sostiene.
Para ella, hay dos tipos de profesionales en materia de salud mental, tanto a nivel de la psiquiatría como de psicología: los que ven un síntoma y lo tratan exclusivamente, y los que entienden que ese síntoma es la punta de iceberg de algo que está pasado y atienden a la causa. "Desgraciadamente, creo que en el sistema sanitario español prevalece lo primero", lamenta.
El Confidencial