Miedo insuperable: la emoción que puede eximir de un delito
%3Aformat(jpg)%3Aquality(99)%3Awatermark(f.elconfidencial.com%2Ffile%2Fbae%2Feea%2Ffde%2Fbaeeeafde1b3229287b0c008f7602058.png%2C0%2C275%2C1)%2Ff.elconfidencial.com%2Foriginal%2F7d7%2F3ab%2Fb5d%2F7d73abb5d1b94104a0c97e139ddb6ebe.jpg&w=1920&q=100)
Hace unas semanas, una mujer al volante de su coche se llevó por delante a varios aficionados en los aledaños del estadio de fútbol RCDE Stadium, pocos minutos antes de que comenzara un encuentro deportivo. Los testigos del suceso aseguraron que la escena fue impactante y que se vivió mucha confusión.
Ahora bien, más allá de los hechos conocidos a través de los testimonios y la captación de imágenes, la cuestión es que ni las personas que presenciaron el incidente en directo, ni las que lo observaron después a través de las pantallas de sus móviles o en televisión, saben qué es lo que pasó por la cabeza de la conductora segundos antes de pisar el acelerador.
Poco después del atropello, una de las hipótesis que se barajó para explicar el comportamiento de la mujer se basaba en un concepto jurídico conocido como miedo insuperable. Un término que está íntimamente relacionado con lo psicológico.
Entre las paredes de un tribunal, el miedo insuperable se refiere a un temor tan intenso que anula la voluntad de una persona, obligándola a realizar una acción que, de no ser por ese miedo, no habría cometido. Tanto es así, que constituye una causa eximente de responsabilidad penal, lo que significa que la persona no puede ser condenada por un delito cometido bajo ese miedo.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fbc7%2F77a%2F943%2Fbc777a943ce523e855b7f1f3f121c400.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fbc7%2F77a%2F943%2Fbc777a943ce523e855b7f1f3f121c400.jpg)
Este concepto nos recuerda a otro más conocido, el trastorno mental transitorio. Ambos tienen puntos en común, pero desde la psicología jurídica se definen como dos conceptos distintos. “La diferencia fundamental es que el miedo insuperable no constituye un trastorno. Es cierto que ambos tienen una aparición súbita y repentina, y son de corta duración, pero el miedo insuperable no desaparece rápidamente sin dejar ninguna secuela y no exige una base patológica previa probada. Además, los requisitos definitorios de cada uno de ellos varían según el Tribunal Supremo”, distingue Elisa Alfaro Ferreres, profesora del Grado en Criminología de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).
Una mala gestión emocionalVolviendo al temor que pudo haber subyugado la voluntad de la autora del atropello, la experta aporta más información: “El miedo insuperable se relaciona con una situación aguda de miedo extremo que anula la capacidad de pensamiento, razonamiento y toma de decisiones o anula la voluntad ante la existencia de un peligro inminente”. Y añade: “La emoción del miedo se sitúa dentro de nuestro cerebro en la amígdala, que se encarga, entre otras cosas, de dar una respuesta automática ante las emociones y, sobre todo, de la gestión del miedo, eligiendo una de las tres posibles respuestas a éste: el bloqueo, la lucha y la huida. Una activación excesiva de la amígdala en una situación de miedo puede bloquear nuestras funciones cerebrales superiores y anular las funciones cognitivas superiores. Es lo que se llama el secuestro de la amígdala”.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F61a%2F6dc%2F8ad%2F61a6dc8ad93687520eab4f2f0dc611b1.jpg)
“En ese momento, -continúa la experta- perdemos el control de nuestras emociones y ante un miedo intenso solo cabe una de las tres respuestas mencionadas: el organismo se bloquea o se paraliza, huye o ataca. Todo ello excede al control voluntario del sujeto. Esta situación en la que los centros cognitivos superiores quedan anulados y el sujeto pierde el control sobre sus mociones, podría afectar a las bases psicobiológicas de la imputabilidad si además se cumplen otros requisitos como la causalidad directa”.
Cuando se producen este tipo de situaciones extremas, se activa nuestro sistema simpático y se genera una serie de correlatos psicofisiológicos. Así lo explica Alfaro: “A nivel cardiaco, por ejemplo, con el aumento de la noradrenalina se incrementa la tasa cardiaca, y pueden surgir palpitaciones. Además, entra más aire en los pulmones y la respiración se acelera. Al aumentar la circulación sanguínea en los músculos, éstos se contraen. Las pupilas se dilatan. A nivel psicológico, se siente paralización o bloqueo del pensamiento, pánico, caos, miedo a perder el control o una necesidad de salir corriendo y de huir. Los sujetos describen este miedo como un auténtico descontrol emocional. Además, provoca conductas descontroladas seguida de un fuerte arrepentimiento”.
Las personas que lo han sentido, lo describen como un auténtico descontrol emocional
La suma de todos estos efectos conforman una “situación aguda que remite de manera más o menos espontánea”, señala la experta quien considera que este tipo de miedo (no en su expresión máxima) está relacionado con cuadros de ansiedad que pueden generar mucho sufrimiento y malestar en las personas”.
Además, Alfaro nos recuerda que el miedo insuperable, “no se considera un trastorno, y, por tanto, no exige intervención terapéutica. Aunque insisto en que sus análogos clínicos, que serían asociables, por ejemplo, a los trastornos de ansiedad, sí tienen muy buena respuesta terapéutica”.
Hasta ahora, hemos puesto el foco en las personas y en las consecuencias psicológicas que tiene vivir determinadas situaciones. Pero ¿qué es lo que desencadena ese tipo de miedo? ¿Qué es lo que nos roba el control? Según la profesora especializada en psicología jurídica, existen innumerables variedades de miedo, “desde los existenciales de Kierkegaard, el miedo a no encontrar un sentido a la vida, el miedo a la muerte, o el miedo a perder un ser querido, hasta otros más mediatos como el miedo a volar, a subirnos a un ascensor, a hablar en público, a relacionarnos con los demás… El abanico es muy amplio y diverso”.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F283%2Fd25%2F075%2F283d2507510eb3f56066f7ca68972de1.jpg)
Por tanto, la fuente de nuestros temores puede ser muy distinta. Es más, no es extraño que lo que produce miedo a una persona, le resulte indiferente a otra. Esto nos lleva a pensar si la amenaza que desencadena el miedo es real o ficticia. En este sentido, según la psicóloga, “en el miedo insuperable se valora la parte objetiva y la subjetiva para considerar la respuesta del sujeto. Es decir, es importante determinar la percepción subjetiva del miedo y del peligro que percibe esa persona. Por otro lado, la amenaza ficticia no existiría, ya que recordemos que nuestro cerebro, en muchas ocasiones, no sabe diferenciar la realidad de lo imaginado y responde de igual manera ante situaciones imaginadas del mismo modo que lo hace ante otras vividas”.
La manera más sensata de resolver esta situación, “quizá sería valorar objetivamente el objeto del miedo, analizar si constituye un peligro real, identificar sus dimensiones y paralelamente, activar estrategias que calmen nuestro cerebro ante esas señales”, propone Alfaro.
El Confidencial