Yeusví Flores: Ni fracasadas ni sumisas, las mujeres estamos avanzando

Hace unos días, el futbolista Javier “Chicharito” Hernández encendió las redes con sus declaraciones que distan mucho de lo que pensamos las mujeres. Dijo, sin titubeos, que “las mujeres están fracasando”, y que deberíamos volver a los roles tradicionales: limpiar, cuidar y dejarnos guiar por un hombre.
Mientras escuchaba esas palabras, pensé en mis colegas. Mujeres que se despiertan entre 5 y 6 de la mañana, que revisan expedientes, operan, entregan malas noticias con humanidad, salvan vidas y que muchas veces, después de una jornada interminable en el hospital, llegan a casa a ser madres, esposas, hijas, cuidadoras y, sí, también a limpiar. Pero no porque alguien se los imponga, sino porque, como muchas mexicanas, sostienen el mundo con las manos y con el ímpetu de su corazón.
En México, hoy más que nunca las mujeres médicas estamos haciendo historia. Según cifras del Inegi, en 2021 representábamos el 46% de los médicos del país, y para este 2025, la estimación se acerca al 48%. Esto significa que casi la mitad de los profesionales que cuidan la salud en nuestro país son mujeres. No fracasadas. No débiles. No sumisas. Profesionales. Comprometidas. Capaces.
Y si hablamos de formación, el panorama es aún más prometedor: más del 52% de quienes estudian especialidades médicas en México son mujeres. Cada vez somos más las que nos colocamos en puestos de toma de decisiones, en direcciones hospitalarias, en espacios donde antes solo los hombres tenían voz.
No se trata de una guerra de géneros. Se trata de igualdad, de respeto, de reconocimiento. De entender que las mujeres podemos ser lo que queramos ser, dentro o fuera del hogar, en bata blanca o con uniforme quirúrgico, con casco, con planos en manos, defendiendo la ley, con químicos o con lienzos, con hijos o sin ellos, solas o en pareja. Y que merecemos un entorno que nos respalde, no que nos cuestione.
Sin dar un paso atrás
Como médica, como mujer y como mexicana, me parece urgente que hablemos de esto. Que usemos cada espacio —como esta columna— para dejar claro que no queremos volver a un pasado donde se nos defina por un rol.
Queremos un presente donde se nos escuche, donde participemos con igualdad y que permita crear un futuro donde nuestras hijas, sobrinas y cada niña ejerza el derecho de decidir su rol dentro de la sociedad.
Y sí, lo digo con todas sus letras: no estamos fracasando, estamos avanzando. Aunque a algunos les incomode.
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