Así es Maimará, el mágico pueblo jujeño candidato a estar entre los mejores pueblos turísticos del mundo

Tal vez lo primero que impacta a quienes llegan a Maimará por la ruta nacional 9 es el abanico de colores con que los recibe la Paleta del Pintor, un cerro multicolor que parece vigilar el pueblo desde el otro lado del río Grande, allí donde la Quebrada de Humahuaca despliega a pleno su fantástica gama de tonalidades, de los ocres a los amarillos, verdes, rojos y el celeste intenso del cielo.
Esos cerros de colores rodean a Maimará, un pueblo antiguo asentado a orillas del río Grande, uno de los ocho elegidos para representar a la Argentina en la Best Tourism Villages, una iniciativa de ONU Turismo que reconoce a comunidades ubicadas en entornos rurales con menos de 15.000 habitantes que se destacan por preservar y promover sus valores culturales y naturales y su estilo de vida.
Maimará, de 3.500 habitantes, fue seleccionado para participar en la edición 2025 junto con San Javier y Yacanto (Córdoba), Villa Elisa (Entre Ríos), Seclantás (Salta), Saldungaray (Buenos Aires), Famatina (La Rioja), Colonia Carlos Pellegrini (Corrientes) y Uspallata (Mendoza). Los ocho destinos tienen la posibilidad de ingresar a la lista de los “Mejores pueblos turísticos” del mundo.
Con 3.500 habitantes, Maimará está en la Quebrada de Humahuaca, declarada Patrimonio de la Humanidad. Foto Turismo Jujuy
Los colores de los cerros de la Quebrada de Humahuaca -declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en la categoría “paisaje cultural”- no son producto de pintores sino de la naturaleza: se trata de un fenómeno geológico dado por la superposición de capas minerales que, al aflorar producto de la erosión de vientos y lluvia, dejan a la vista un inigualable abanico cromático.
Ese largo corredor entre montañas que conforma la Quebrada -unos 155 km de norte a sur-, con el río Grande como centro, es desde hace al menos 10.000 años una permanente vía de contacto e interacción entre territorios y culturas distantes y diferentes, desde las altura de los Andes hasta las llanuras meridionales.
El pueblo está casi a mitad de camino entre Purmamarca y Tilcara. Foto Shutterstock
Y ha sido escenario de gran parte de los desarrollos culturales de la región y de los países vecinos, desde la instalación de los primeros pueblos cazadores hasta la actualidad.
Además, ha jugado un papel fundamental en las guerras de Independencia del siglo XIX, donde Maimará funcionó como un importante punto de parada en la ruta que unía el Alto Perú con el Virreinato del Río de la Plata.
A 4 km del actual pueblo está la Posta de Hornillos, que se fundó en 1772 como posta de cambio de caballos para viajeros pero luego se convirtió en un destacamento militar crucial para el Ejército del Norte comandado por Manuel Belgrano, cuando se la utilizó como fortín de avanzada y cuartel del comandante Manuel Álvarez Prado.
Allí descansó el mismísimo general Belgrano en 1813; en 1979 la posta se habilitó como museo y en 2002 fue declarada Lugar Histórico Nacional. Hoy sigue siendo un imperdible museo que exhibe tanto elementos arqueológicos como armas, medios de transporte y mobiliario de la época.
Capilla de la histórica Posta de Hornillos. Foto: Mariana Mamani
Pero eso es antes de llegar a Maimará viniendo desde el sur, desde la capital jujeña. Se entra a la Quebrada en Volcán, luego se pasa por Tumbaya y su pintoresco cementerio; unos km más adelante está el desvío a Purmamarca por la ruta 52, la Posta de Hornillos y entonces sí, 7 km antes de llegar a Tilcara, la belleza de Maimará demanda detenerse, bajar el ritmo y disfrutar.
Porque, como otros pueblos de la Quebrada, Maimará -que en lengua aymara significa “el otro año”- regala postales de una obra de arte natural, donde el contraste entre la tierra, el cielo y las casas coloniales y de adobe con frentes coloridos refleja una armonía muy especial entre la geografía y la vida cotidiana.
Caminar sus calles en subibaja -como Martín Rodríguez, Necochea o Lavalle- cruzadas por la calle San Martín y la avenida Belgrano, es cruzarse con antiguos frentes coloniales, tiendas y mercados, viejas casas transformadas en acogedores alojamientos o pequeños restaurantes familiares.
La ruta nacional 9 pasa junto al cementerio de Maimará. Foto Shutterstock
Un placer para los sentidos, un paseo a escala humana, un inmersión en una historia milenaria pero actual, viva, en que la cultura se fue acumulando capa sobre capa, como los minerales que relucen en las montañas.
Muy cerca, el cementerio, tradicional como otros de la zona, con tumbas y lápidas que trepan las laderas, es otro punto de visita.
Pero el pueblo es mucho más que su entorno natural; es sobre todo su identidad cultural, que se mantiene viva y enérgica; ese es el principal pergamino con el que se presenta como candidato en ONU Turismo.
A principios de agosto, todo en Maimará gira en torno a la Pachamama -su día es el 1 de agosto-; en verano estalla la música, los colores y el baile de las comparsas del Carnaval quebradeño, un festejo único cuyo inicio suele fecharse cada 1° de enero, cuando se hace la Chayada de Mojones, una forma más de celebrar la relación con la Pachamama rociando rociando bebidas alcohólicas sobre mojones (pequeñas montañas de piedras) u otros sitios.
Maimará es un pueblo de tradición agrícola. Foto Shutterstock
Es una práctica ancestral de agradecimiento y conexión con la naturaleza que hoy, como hace cientos de años, sigue viva, en una gran fiesta donde hay que terminar empapado y tapizado en harina mientras se baila al ritmo de la música de las comparsas. Los propios maimareños la definen como “la chayada más grande del norte argentino”.
Imperdibles también las ferias de artesanos entre casas de vivos colores -como contagiadas por los cerros-; las decoraciones artesanales en los frentes de las casas y la Plaza Central, un buen lugara para descansar a la sombra.
Pero en Maimará hay que salir; hay que recorrer, caminar los cerros, empaparse de ese paisaje de montaña que hace tanto a la identidad cultural del lugar.
La Paleta del Pintor destaca, pero el pueblo está rodeado de cerros multicolores. Foto Shutterstock
Desde el centro se pueden tomar distintos senderos para explorar los alrededores, llegando a miradores con vistas panorámicas al valle y al cerro Paleta del Pintor y detrás, hacia el oeste, hasta los Castillos y la Cueva de Huichaira, unas extraordinarias formaciones naturales que, abajo y por rendijas, dejan ver el valle del río Grande y las montañas del otro lado.
Buenas caminatas van hasta Sumaj Acha (uno 4 km), donde se puede caminar también entre calles y casas de adobe y visitar, por ejemplo, el taller El Árbol, de los ceramistas Milagro y Nadalino, y el pucará de Tilcara, al que se puede llegar en una gran caminata de unos 8 km.
El río Grande corre por el centro de la Quebrada de Humahuaca. Foto Shutterstock
Claro, también vale caminar hasta la propia Tilcara (7 km), un pueblo muy animado que suele ser algo así como el centro de actividad de la Quebrada.
Y si el río Grande no está crecido, no se pierda la visita a la bodega de Fernando Dupont, un ingeniero agrónomo que llegó a la zona como turista, se enamoró del lugar y comenzó a producir vinos, que resultaron elogiados hasta por el chef Francis Mallmann.
Son los primeros viñedos de la Quebrada y están en el Paraje San Pedrito, en la orilla enfrente del río -casi justo a medio camino entre Maimará y Tilcara-. Se llega mediante una linda caminata de apenas 2,5 km. También se puede cruzar con vehículo, porque el río generalmente tiene muy bajo caudal.
Viñedos de altura de la bodega Dupont. Foto Bodega Dupont
Dupont aplica cultivos basados en técnicas ancestrales de cuidado y convivencia con el medio ambiente y su ciclo de energías, y es una gran oportunidad para conocer uno de los viñedos locales que producen los cada ve más reconocidos vinos de altura: los de San Pedrito están a 2.400 msnm, y la bodega esta abierta a visitantes.
Es una de las alternativas de turismo rural de una zona caracterizada por familias de productores agrícolas, que brindan la posibilidad de intercambiar con los productores, participar en cosechas y hasta compartir la mesa con las familias del lugar.
Además, ubicado en el corazón del mágico paisaje de la Quebrada de Humahuaca, Maimará está cerca de todos sus atractivos: hacia el sur, Volcán (a 35 km), Tumbaya (28) y Purmarmarca (18); y hacia el norte, Tilcara (7 km), Uquía (23), Huacalera () y Humahuaca (50 km), a 200 km de La Quiacay la frontera con Bolivia. Esto lo convierte en una excelente base para recorrer el norte jujeño desde un sitio auténtico y con una impronta cultural única.
Al Pucará de Tilcara se puede llegar desde Maimará en una corta caminata. Foto Shutterstock
El sueño de convertirse en uno de los mejores pueblos del mundo ya está en marcha. Maimará tiene con qué, y espera con ansias los resultados de la competencia, que se darán a conocer a partir de octubre, cuando la ONU Turismo anuncie a los pueblos distinguidos a nivel mundial.
● En auto: Maimará está a 1.550 km de Buenos Aires por ruta nacional 9 hasta Rosario, RN 34 hasta Rosario de la Frontera (Salta), y RN 34 hasta San Salvador de Jujuy; De allí, 77 km más por RN 9.
● En avión: a la capital jujeña vuelan Aerolíneas, Jetsmart y Flybondi, desde $ 55.598 ida y vuelta a partir de agosto (sólo con equipaje de cabina).
● De allí a Maimará es 1h 30' en bus; el pasaje cuesta desde $ 6.300 ida.
Purmamarca está 18 km al sur de Maimará. Foto Shutterstock
En Maimará hay un hotel, hosterías, cabañas, alojamientos familiares y casas de huéspedes. En la hostería La Paleta del Pintor, habitación triple con baño privado, estacionamiento y wifi, desde $ 82,956.12 la noche; casa de dos dormitorios para 4, $ 175,129.60 (www.lapaletadelpintor.com.ar).
● www.turismo.jujuy.gob.ar
Clarin