Cinco rutas paisajísticas de la Argentina para disfrutar estas vacaciones de invierno

Llegó julio, mes de vacaciones de invierno, de oportunidad para descansar y conocer distintos destinos de nuestro país, de sur a norte. Y de disfrutar también del camino.
Aquí, cinco posibles recorridos, en destino o camino a él, entre una gran cantidad de rutas que avanzan por paisajes deslumbrantes, pueblos con historia y sabores típicos, para darse una “panzada de Argentina” estas vacaciones. Arranquemos y vayamos.
La ruta provincial 1 recorre la costa de Río Negro. Foto Turismo Río Negro
Desde 2022, la Ruta de los acantilados o “Camino de la costa” rionegrino puede recorrerse en toda su extensión, tras los intensos trabajos que reconectaron los tramos que se cortaban por las dunas en Bahía Creek, y ahora es posible recomendar este viaje de casi 200 km junto al mar patagónico.
La ruta provincial 1 nace en Viedma, capital de Río Negro, pero el tramo costero comienza a 30 km, en el balneario El Cóndor, donde en esta época no da para meterse al mar pero sí para visitar el faro Río Negro, que inauguró en 1887 y es el más antiguo del país en funcionamiento.
Allí cerquita hay una colonia de loros barranqueros que, se dice, es la más grande del mundo. Lo ideal es verla al atardecer, cuando gran parte de sus habitantes salen a volar.
Desde el Faro, la ruta trepa al acantilado y pasa, cada tanto, por alguna bajada a la playa: vaya atento.
Una colonia de loros barranqueros a orillas del mar. Foto Turismo Río Negro
Una está a 18 km de El Cóndor y es El Espigón, con un gran mirador sobre las rocas y muy cerca de Playa Bonita, al pie de altos acantilados.
Siempre con vista al mar, se suceden luego La Lobería -con algunas casas y una gran escalera que baja hasta la playa por un tajo ente los acantilados, y donde con marea baja se forman piletones naturales-; la reserva de fauna Punta Bermeja, considerada la mayor colonia de lobos marinos de un pelo de Sudamérica -hay centro de interpretación, senderos y miradores- y la Bajada Echandi, con grandes rocas sobre la playa, donde suelen probar suerte los pescadores.
El Faro Río Negro, en el balneario El Cóndor. Foto Turismo Río Negro
Bahía Creek es un pequeño pueblo con casas de alquiler, hostel, camping y servicios básicos a orillas del Campo Dunar, de 340 m2 de extensión y arenas que, por el viento, viajan hasta 30 km tierra adentro.
Después la ruta pasa cerca de Caleta de los Loros, un área natural protegida donde se puede caminar por la playa con la marea baja. Más allá, las playas Winter y Vinassa van anunciando el fin del recorrido, aunque antes hay dos paradas obligatorias: una es la famosa playa Las Conchillas, donde el mar suele adoptar un tono azul “caribeño” y, enfrente de San Antonio Este, Punta Perdices, playa que se ganó el apodo de “Caribe patagónico” por el color de sus aguas.
Si quiere seguir un poco más, puede terminar este recorrido 15 km de San Antonio Este, en Las Grutas, el balneario más popular de la Patagonia.
La ruta 68 recorre la fantástica Quebrada de las Conchas, en Salta. Foto Shutterstock
La propuesta parte de Salta hacia el sur por la ruta provincial 68 atravesando la Quebrada de las Conchas, una sucesión de paisajes montañosos de espectaculares colores y sorprendentes formaciones geológicas: Los Castillos, la Garganta del Diablo, el Anfiteatro son algunas que demandan paradas obligadas.
Hasta llegar a Cafayate (195 km al sur de Salta), uno de los puntos neurálgicos de los Valles Calchaquíes. Disfrute allí de un mundo de montañas, bodegas y viñedos, una Ruta del Vino que bien puede comenzar en el Museo de la Vid y el Vino y continuar por bodegas varias, desde la pionera y tradicional Etchart a otras boutique y aquellas que incluyen resorts de más alta gama, como Patios de Cafayate.
Las torres de la iglesia y las montañas de Cafayate. Foto Turismo Cafayate
Eso sí, no se pierda una comida en la plaza central de la ciudad, rodeada de restaurantes donde saborear los mejores cabritos, grandes empanadas, quesos de cabra con cayote y otros manjares.
Si anda con tiempo, puede hacerse una escapada por la ruta 40 hacia el sur hasta las ruinas de la Ciudad Sagrada de los Quilmes, los restos del mayor asentamiento precolombino del país, a los pies del cerro Alto del Rey, en Tucumán. Son solo 54 km desde Cafayate y vale la pena.
Al regresar, tome la ruta 40 de Cafayate al norte para iniciar el ripio pasando San Carlos y disfrutar enseguida de la increíble Quebrada de las Flechas, con sus formaciones rocosas puntiagudas inclinadas que forman estrechos desfiladeros con paredes de hasta 20 metros de alto.
Luego pasará por Angastaco -con hostería, Centro Cívico con un pequeño museo arqueológico, plaza con artesanías, vinos regionales y pateros- y poco más adelante, Molinos, con una iglesia -San Pedro de Nolasco-, que guarda los restos momificados del último gobernador realista de Salta, Nicolás Severo de Isasmendi.
La ruta nacional 40 atravesando la Quebrada de las Flechas. Foto Shutterstock
Siguiendo hacia el norte la próxima escala es Seclantás, “cuna del poncho” salteño y con un Camino de los Artesanos que animan tejedores y alfareros, a los que se puede ver en plena tarea. De Seclantás son solo 30 km hasta Cachi, con su iglesia de madera de cardón, la gran plaza central y su hermoso museo arqueológico, bajo el eterno vigía de la zona: el Nevado de Cachi, de casi 6.400 metros.
Muy cerca está Payogasta y, justo donde está el cementerio municipal, deje la ruta 40 para tomar la ruta provincial 33 hacia el este, que atraviesa el Parque Nacional Los Cardones y en un tramo toma la forma de la famosa Recta de Tin Tin, entre altísimos cactus y, se dice, visitas no tan infrecuentes de Ovnis. Atención.
Al llegar a Piedra del Molino (a 3.348 msnm) comienza el descenso de incontables curvas y contra curvas: es la Cuesta del Obispo, que entre laderas tapizadas de verde desciende por la profunda Quebrada del Escoipe, a orillas del río, para entrar al verde Valle de Lerma en Chicoana.
El recorrido termina donde comenzó, tomando la ruta 68 pero al norte, de regreso a Salta capital.
El río Chubut y la ruta 25 en el Valle de Los Altares, Chubut. Foto Shutterstock
Puerto Madryn es un destino muy elegido cada invierno, porque es temporada de avistaje de ballenas francas australes tanto desde la cercana playa El Doradillo como en salidas embarcadas desde Puerto Pirámides, en Península Valdés.
Pero el viaje hasta la ciudad patagónica bien puede incluir un tramo más para cruzar la provincia de Chubut por la ruta nacional 25, uniendo el mar con la Cordillera pasando por ciudades y pueblos con historia y hermosos paisajes.
De Madryn, la primera parada es Trelew, donde es imperdible la visita al Museo Paleontológico Egidio Feruglio y, por qué no, un almuerzo o cafecito en el histórico hotel Touring Club.
Gaiman, un enclave galés en Chubut. Foto Turismo Nación.
De allí se sigue hacia el “lejano oeste” chubutense, aunque en los primeros kilómetros, el Valle Inferior del río Chubut cuenta con paradas obligadas como Gaiman, Dolavon y 28 de Julio, para conocer la historia de los galeses que llegaron a la Patagonia en 1865 en el barco Mimosa: no se pierda el típico té galés en alguna de las casas de té de estos pueblos.
Poco más adelante, en el paraje Las Chapas, está buenísimo el desvío de 13 km al sur por la RP 31 hasta el dique Florentino Ameghino, con sus aguas turquesa entre piedras rojizas.
Luego de pasar por Las Plumas, la Tumba de los Mártires -donde murieron cuatro galeses- y el sitio donde saltó el famoso caballo Malacara salvando al galés John Daniel Evans, se llega al Área Natural Protegida Los Altares, donde la ruta circula por una angosta franja de tierra entre el río Chubut e impactantes farallones de piedra, un gran patrimonio geológico que bien se puede recorrer por senderos de trekking. Vale la pena una parada.
Luego del paraje Paso de Indios se llega a la localidad de Tecka, donde la ruta 25 termina pero se puede tomar la 40 hacia el norte para llegar a Esquel, Trevelin y el Parque Nacional Los Alerces. De Puerto Madryn a Esquel son 665 kilómetros.
A 500 msnm, el abra de la ventana es el punto más alto de una ruta en la provincia de Buenos Aires.
Las 3 Esquinas, a 130 km de Azul, no es un paraje sino una bifurcación de rutas: la ruta provincial 51 gira al sur y nace la ruta provincial 76, que en su primer tramo circula por largas rectas en la llanura hasta que se cruza con la ruta provincial 85.
Allí empiezan a distinguirse con más claridad las siluetas sinuosas del Sistema de las Sierras de Ventania, un cordón montañoso ideal para relajar la vista y la mente entre praderas y practicar distintas actividades. Y también para disfrutar desde el auto.
Portal del cementerio de Saldungaray, obra de Francisco Salamone. Foto Turismo provincia de Buenos Aires
En el punto en el que un puente cruza el arroyo Sauce Grande se inicia un tramo muy pintoresco de este camino, en el que, a través de curvas y contra curvas, el camino va adentrándose en las sierras.
En el cruce con la ruta 72 se abren dos opciones. Una es tomar esa ruta para llegar a la localidad de Sierra de la Ventana, la más grande de esta comarca de pueblitos entre montañas; y muy cerca, a Saldungaray, donde espera una moderna bodega y obras del famoso arquitecto Francisco Salamone.
La otra opción es continuar por la 76, pasar por Villa Ventana -la “Cariló de las sierras”, con sus casas escondidas entre árboles, la vista al cerro más alto de la provincia, el Tres Picos, y las ruinas del Club Hotel de la Ventana- y poco más adelante, entre elevaciones, bosques y quebradas habitadas por una flora y una fauna con especies endémicas -como la iguana de cobre o el pino plateado-, se llega al Parque Provincial Ernesto Tornquist, parada imperdible: hay distintos senderos que llevan a cascadas, miradores e incluso hasta la famosa "ventana" del cerro Ventana -cuidado, es de cierta exigencia en su último tramo-.
Si se sigue por la ruta, se pasa por el abra de la ventana, el punto más alto de cualquier ruta en la provincia de Buenos Aires: 500 msnm. Al bajar al otro lado, villas turísticas como San Andrés de la Sierra y Villa Serrana La Gruta, con cabañas y más senderos entre montañas y, al pie de las sierras, Tornquist, ciudad cabecera del partido, cuyo patrimonio incluye también obras de Salamone.
El pasafauna o ecoducto de la ruta 101 en Misiones. Foto Turismo Misiones
Puerto Iguazú y las Cataratas son un destino clásico de las vacaciones de invierno. Pero no lo es tanto la ruta nacional 101, que se puede tomar en Puerto Iguazú y a lo largo de los 148 km que llevan hasta Bernardo de Irigoyen, es una gran invitación a disfrutar del paisaje y observar flora y fauna de la selva paranaense: ocelotes, tapires, corzuelas, hurones mayores y más.
Es que la ruta pasa por el sector más agreste y menos conocido del Parque Nacional Iguazú, atraviesa también dos parques provinciales y es considerada una ruta “ecológica” porque, para proteger la fauna, cuenta con un ecoducto o pasafauna, un puente “verde”, que permiten el paso de los animales sin peligro de atropellamientos. Es la primera ruta del país y de América latina con este recurso de protección de fauna.
Recorrido de 148 por la ruta 101, de Puerto Iguazú a Bernardo de Irigoyen. Foto Archivo
Además, a lo largo del camino -que corre muy cerca del límite con Brasil- se pueden visitar también establecimientos yerbateros, ecolodges y reservas privadas, y unir diferentes parques, como el Foerster y los provinciales Welcz y Urugua-i.
Para antes o después de las Cataratas, un gran recorrido por el corazón de la selva.
Clarin