La joya gótico-mudéjar a descubrir en un pueblo segoviano

En la comarca natural de Tierra de Pinares, a 50 kilómetros al noroeste de la capital segoviana, se encuentra Coca, un bonito pueblo con un destacado conjunto monumental y un entorno natural a destacar. En un paseo por sus calles uno puede admirar lo que queda de la muralla que llegó a abrigar por completo al pueblo, 200 metros con tres torres, parapeto almenado y el Arco de la villa –una de las tres puertas de entradas que existieron en otro tiempo–, y descubrir sus imprescindibles como son la torre mudéjar de San Nicolás, construida en el siglo XII a imitación de un minarete islámico, la iglesia gótica de Santa María la Mayor, en cuyo interior destacan los sepulcros renacentistas de la familia Fonseca realizados en mármol de Carrara, el edificio romano, restos de una residencia que debía pertenecer a un notable de la ciudad y en la que se puede contemplar parte del patio, varias estancias y tres ábsides, el puente Chico, levantado sobre el río Voltoya, de época medieval con sucesivas reconstrucciones, y el puente Grande, de un solo ojo con arco de medio punto, levantado sobre el río Eresma posiblemente sobre restos de otro romano que comunicaba ambas orillas.
Pero, sin duda, su monumento más destacado es su castillo que, situado en el extremo occidental del casco urbano, aprovecha como defensa natural uno de los meandros que traza el río Voltoya.

El castillo de Coca no fue construido en un cerro, como la mayoría de castillos, sino que su sistema defensivo aprovecha los escarpes del terreno que sirve de asiento a la fortaleza que se alza sobre un ancho y profundo foso con una profundidad de unos 20 metros.
Su origen se remonta al año 1453 cuando el arzobispo de Sevilla, Don Alonso Fonseca ordena su construcción, previo permiso del rey don Juan II de Castilla. El autor de la obra fue el maestro alarife Alí Caro, a quien también se le atribuye el castillo de Casarrubios del Monte. Posteriormente, pasaría a manos de la Casa de Alba, quienes se lo cedieron en 1954 al Ministerio de Agricultura para que se instalara una Escuela de Capacitación Forestal que sigue funcionando hoy día. En 1928 fue declarado Monumento histórico-artístico. A lo largo de su historia ha dejado alguna que otra anécdota como la que cuenta que el marqués de Cenete, hijo del gran cardenal Mendoza, terminó escaldado por las brasas lanzadas desde las almenas cuando pretendía a una dama de los Fonseca. Lo que vemos hoy día de este castillo es fruto de una restauración llevada a cabo entre 1956 y 1958 por el ministerio de Agricultura.



Esta construcción levantada en su totalidad en ladrillo, salvo en saeteras y ventanas para las que se utilizó material pétreo, es una de las muestras del arte gótico mudéjar español más hermosas, así como uno de los castillos castellanos más famosos. Lo primero que se puede ver es el enorme foso que se atraviesa por un puente levadizo que va a dar al primero de los dos cinturones fortificados, que presenta planta cuadrangular con cuatro torreones octogonales dotados de pequeñas torretas y garitones de vigía en cada uno de los lienzos. El segundo cinturón corresponde al núcleo residencial de la propia fortaleza que se articula en torno al Patio de Armas. Más allá de su aspecto exterior, merece la pena descubrir las diferentes estancias de su interior.
Durante la visita guiada se pueden ver la capilla, ubicada en la planta inferior de la Torre del Homenaje y en la que hay algunas tallas románicas y góticas de la Virgen con el niño, así como dos tablas del siglo XVI de temas religiosos: una Crucifixión y una Anunciación, la Sala de armas, cuyo mayor atractivo se encuentra en la decoración de muros y techo con mosaicos mudéjares y la bóveda con nervios góticos, la Sala museo, donde existe un Ajimez mudéjar de dos arcos, restos del patio de armas y palacio original, varias pilastras de mármol de Carrara –una de ellas con el escudo de la familia Fonseca–, la Galería Torre, donde admirar armaduras y armas de los siglos XVI y XVII y en la parte más alta el Mirador, desde donde se obtienen vistas de la Tierra de pinares y las poblaciones colindantes a unos 45 metros de altura (incluido el foso).

Tras pasear brevemente por el paseo de ronda desde la Torre del homenaje se llega a la Galería norte, donde se encuentran reproducciones de diferentes documentos relacionados con el castillo y la villa y entre los que destaca la Real Facultad del Rey Juan II de Castilla concedida a Alonso de Fonseca para construir una fortaleza en Coca. A continuación, están la Sala de los jarros, donde se representan jarros entre arquerías mudéjares y sobre motivos vegetales, la Sala de acceso a la mazmorra, punto de vigilancia perfecto de la entrada al núcleo de la fortaleza y, por último, la mazmorra en sí.
El precio de la entrada general es de 3 euros y es necesario reservar con 48 horas mínimo de antelación para visitarlo. El primer martes de cada mes permanece cerrado.
ABC.es