Palacios imperiales, la vuelta al mundo más antigua de Europa y grandes genios de la música: 48 horas en Viena

"Las calles de Viena están pavimentadas con cultura; las de otras ciudades, con asfalto”, sintetizó alguna vez el escritor y dramaturgo austríaco Karl Kraus, resumiendo de esa manera magistral los siglos de historia y desarrollo cultural de la capital de Austria, que supo ser en otros tiempos la capital del imperio austro húngaro y centro de poder de los Habsburgo, una de las casas reales más poderosas e influyentes de Europa.
Sembrada de impresionantes palacios imperiales y monumentos barrocos, Viena es también la capital de la música, gracias a grandes genios que hicieron de ella su hogar, de Beethoven a Mozart, de Haydn a Schubert y, por supuesto, Johann Strauss, el “hijo dilecto” de la Viena musical, el más famoso compositor de valses, ritmo que con él se elevó de música campesina tradicional a centro de los bailes imperiales.
A partir de su monumental arquitectura, la capital de Austria resalta por su belleza imponente y rememora el esplendor de la Edad Media, el período barroco y su pasado como centro imperial.
Stadtpark: el monumento a Johann Strauss, músico vienés considerado el mayor compositor de valses de la historia. Foto Shutterstock
Con sus cafés y restaurantes “presididos” tal vez por el majestuoso Cafe Central, Viena -elegida más de una vez como la mejor ciudad para vivir- es para caminarla y caminarla. Y si bien es grande, la mayor parte de su patrimonio histórico se concentra en el centro histórico, lo que es una invitación a disfrutarla a pie.
Aquí, un plan de dos días para conocer lo imprescindible de la capital austríaca a 2 h 20' en tren de Budapest (Hungría), a 4 horas de Praga (Chequia) y de Munich (Alemania) y a 5 de Liubliana (Eslovenia) y Zagreb (Croacia).
8.30. Declarado “Patrimonio de la Humanidad” por la Unesco por su riqueza arquitectónica y urbana, el casco histórico de la ciudad es el mejor lugar para comenzar un recorrido. Cerca de la estación de metro Herrengasse, y en medio de grandes jardines, está el palacio Hofburg, que en el siglo XIII fue un castillo y más tarde se convirtió, por más de 600 años, en la residencia principal de la familia Habsburgo.
El palacio Hofburg fue durante 600 años la residencia de los Habsburgo. Foto Shutterstock
Entre las dependencias que se pueden conocer están los majestuosos Apartamentos Imperiales, la neorrococó Sala de Audiencias y la Escuela Española de Equitación.
También el Museo Sisi (entrada 20 euros), que se interna en los fascinantes vericuetos de la vida de la emperatriz Elizabeth, de cómo se convirtió de una sencilla joven en una emperatriz muy querida y adelantada a su tiempo, que se rebeló contra la rígida vida cortesana y defendió causas como la autoexpresión y la salud mental.
10.00. Si sale de Hofburg por los jardines el parque Burggarten -con su monumento a Mozart- pasará por el museo Albertina (entrada, 19,90 euros), un punto clave del arte moderno que exhibe obras de Monet, Renoir y Picasso, entre otros.
Museo Albertina, con grandes obras de arte moderno
En la siguiente manzana verá la Ópera Estatal de Viena, y junto a ella, la avenida Ringstrasse, que rodea todo el centro histórico de la ciudad siguiendo el trazado de la antigua muralla del siglo XIII.
Sobre esa avenida están hoy tanto la Universidad como la Iglesia Votiva, el Ayuntamiento de Viena, los museos de Historia Natural y de Historia del Arte, el Parlamento y el Antiguo Ministerio de la Guerra, entre otros edificios emblemáticos.
12.00. Quizás tenga que apurarse un poco, porque son 12 minutos caminando hasta Hoher Markt, la plaza más antigua de la ciudad, cuya principal atracción todos los mediodías es el reloj Anker, decorado con 12 figuras de época que “salen” juntas a desfilar con música vienesa todos los mediodías. El espectáculo dura menos de 15 minutos.
El reloj Anker en Hoher Markt, la plaza más antigua de viena. Foto Shutterstock
12.30. A 4 minutos a pie del reloj, sobre la calle Wollzeile, el restaurante Figlmüeller sirve desde hace más de 100 años el que, asegura, es el “schnitzel más famoso del mundo”.
Deguste la milanesa más grande que se hace en Europa, y mejor si la acompaña con una ensalada de papas y una copa de vino austríaco. La cepa más emblemática del país es la grüner veltliner (blanca), pero si prefiere un tinto, puede pedir variedades como zweigelt, blaufränkisch o sankt laurent.
El “schnitzel más famoso del mundo", en el restaurante Figlmüller. Foto Wikimedia Commons
14.00. Desde Figlmüeller son tres minutos a pie hasta la Catedral de San Esteban, uno de los edificios más icónicos de la ciudad, de estilo gótico y coronado por una gran torre con forma de aguja de 136 metros de alto.
Luego de una ardua subida por la escalera caracol, desde el mirador en lo alto se obtienen fantásticas vistas del centro y de la parte posterior de la Catedral y su Tejado de los Azulejos, con más de 250.000 azulejos restaurados tras las bombas que lo destrozaron en la II Guerra Mundial.
La Catedral de San Esteban, de estilo gótico. Foto Shutterstock
Se puede visitar el interior y las catacumbas con visitas guiadas o audioguías (7 euros para cada zona). Atención: también hay conciertos en la nave central; valen la pena.
15.00. Salga de la Catedral hacia el sur y doblando a la derecha ingresará en la calle Graben, una de las más importantes del Innere Stadt, o centro de la ciudad.
Es una calle comercial peatonal elegante y ancha, con tiendas, cafés y restaurantes con mesas en la vereda, y en el centro, la Fuente de Lepolodo y la Columna de la Peste, una estatua barroca construida para celebrar el fin de la peste y homenajear a sus víctimas.
La calle Graben; detrás, la Columna de la Peste. Foto Shutterstock
Al final de Graben -tiene 300 metros- encontrará Kohlmarkt, la “calle del lujo”, con joyerías, tiendas de alta gama y marcas internacionales de moda.
16.00. Puede regresar por Graben y doblar por Spiegelgasse para llegar hasta Tegetthoffstraße 2, donde está la Cripta Imperial de Viena o Cripta de los Capuchinos, debajo de la iglesia del mismo nombre.
La famosa torta Sacher en el café del mismo nombre. También la elabora la pastelería Demel. Foto Shutterstock
Con una entrada de 13 euros, se pueden ver 150 sarcófagos que son obras de arte, en los que descansa la mayor parte de la familia Habsburgo; entre ellos, Francisco José I, el príncipe Rodolfo y la emperatriz Sisi.
17.00. Hora de disfrutar de una de las especialidades más famosas de Viena: la torta Sacher, o Sachertorte, una torta de chocolate creada en 1832 por el entonces aprendiz de pastelería Franz Sacher, que trabajaba en la pastelería Demel y luego fundó el hotel Sacher.
Y esas son las dos opciones para saborearla; luego de una disputa legal por el nombre, el hotel fue autorizado a venderla como "Original Sacher-Torte", y la pastelería Demel, como "Eduar Sacher Torte". Elija uno o vaya de uno a otro para decidir cuál le convence más.
18.30. Si eligió el café Sacher, al salir estará justo frente a la Ópera Estatal de Viena, una de las principales compañías de ópera del mundo, que puede conocer con una visita guiada (40 minutos, 15 euros) o asistiendo a algún espectáculo. Los precios según ubicación pueden ir de unos 5 euros en la zona alta hasta 250 o más en las primeras filas de la platea (www.wiener-staatsoper.at).
20.30. Si con la Sachertorte no se dio por cenado, una alternativa interesante es terminar el día con un buen goulash u otro plato típico de la cocina vienesa en un restaurante característico como Gasthaus Poschl (Weihburggasse 17), que está en el Inner Stadt y suele estar repleto de locales, no solo de turistas
La Ópera Estatal de Viena es una de las principales compañías de ópera del mundo. Hay visitas guiadas. Foto Shutterstock
8.30. Hora de salir un poco del centro y tomar el metro U4 o los tranvías 60 o 10 para llegar al palacio de Schönbrunn, también llamado “el Versailles vienés”, residencia de verano de la familia imperial.
Para recorrer el espectacular interior rococó hay distintos tickets; puede optar por la entrada general de 40 euros o visitar solo sus imponentes jardines (entrada gratuita), con estatuas grecorromanas, la fuente de Neptuno y una glorieta con una gran vista.
Además, hay un laberinto, el zoo más antiguo del mundo y un museo de carruajes (varias zonas son de entrada paga; hay un ticket de 15 euros que incluye todo en los jardines).
El palacio Schönbrunn y sus impactantes jardines. Foto Shutterstock.
11.00. Vuelva al centro, a Seilerstätte 30, porque Viena es la "capital mundial de la música", y entonces hay que visitar la Casa de la Música (Haus Der Musik, entrada 17 euros), un museo interactivo que invita a descubrir el mundo de la música de forma innovadora y poco convencional: experimentar, explorar y crear directamente música propia, en los cuatro pisos del que fue un palacio del archiduque Carlos, en el casco histórico.
Un viaje musical que une los grandes compositores del pasado (de Strauss a Mozart) con los más destacados músicos del presente y un vistazo al futuro de la música digital y la realidad virtual.
13.00. Cerca de la estación del metro Kettenbrückengasse, a 12 minutos a pie de la Casa de la Música, el mercado Naschmarkt es una muy buena opción para almorzar.
El mercado Naschmarkt es un buen lugar para comer en un puesto o un restaurante. Foto Shutterstock
Aunque hay otros mercados más étnicos y alternativos, como Brunnenmarkt en Yppenplatz, Naschmarkt es el más famoso y concurrido por la oferta de especias, variedades de tés, frutos secos, pescado y mariscos frescos, sándwiches de todo tipo, falafel y wraps, que van muy bien con cervezas locales como Murauer, Stiegl Puntigamer o Gösser, que sirven en los distintos puestos. Allí, un almuerzo cuesta entre 15 y 30 euros; en restaurantes, de 30 a 50; y en restaurantes de alta gama, desde 50 o 60 euros por persona.
14.30. Puede que sea una propuesta polémica, pero si es amante de la música, disfrutará recorriendo el Cementerio Central (45 minutos desde Naschtmartk en el U4 -metro- y el S7 -tren-, entrada gratuita), donde encontrará las tumbas de grandes genios como Gluck, Beethoven, Schubert, Hugo Wolf, Johann Strauss -padre e hijo-, Lanner, Brahms, Schönberg y muchos más.
Especialmente los monumentos a Beethoven y Strauss son sitios de homenaje para melómanos de todo el mundo. Y también el monumento homenaje a Mozart, aunque su cuerpo está enterrado en otro cementerio, el de St. Marx. Además, la excursión permite ver otras zonas de la ciudad, alejadas del centro.
El Monumento a Mozart y la tumba de Beethoven, en el Cementerio Central. Foto Shutterstock
16.30. En el S7 le llevará 35 minutos llegar al Stadtpark, el parque más antiguo de la ciudad, con paseos tranquilos y pintorescos entre estatuas y distintas especies vegetales, especialmente atractivo en verano. También hay varios puentes que unen las dos partes de este predio al cruzar sobre el río Wien, y un gran monumento a Johann Strauss tocando el violín.
18.00. Camine 20 minutos hasta Hundertwasserhaus, a orillas del Danubio, un curioso y colorido complejo residencial construido en la década de 1980 por el pintor Friedensreich Hundertwasser. Entre ladrillos y construcciones más modernas, estas casas de líneas serpenteantes, con árboles que asoman al exterior desde sus ventanas, son verdaderas obras de arte modernas.
Hundertwasserhaus es un complejo residencial creado por el pintor Friedensreich Hundertwasser. Foto Shutterstock
19.00. Opción A: son 18 minutos a pie, 12 en transporte público o 10 en auto de Hundertwasserhaus hasta el Prater, el antiguo y popular parque de diversiones de la ciudad, que inauguró en 1895 y tiene más de 250 atracciones para todas las edades, en un ambiente muy animado.
Además de una zona verde ideal para descansar y relajarse, puede encontrar adrenalina en montañas rusas, simuladores o juegos de terror. Y es imperdible su noria (vuelta al mundo) gigante, todo un símbolo de Viena desde su inauguración, en 1897, con grandes vistas desde sus 60 metros de alto. El ingreso al parque es gratuito y se paga por atracción (la noria cuesta 12 euros). En el Prater, además, hay cenas que incluyen espectáculos, como conciertos de música de Strauss.
La famosa noria o vuelta al mundo del Prater, inaugurada en 1897. Foto Shutterstock
19.00. Opción B: si prefiere, en lugar de visitar el parque Prater puede elegir un crucero con cena por el río Danubio, tal vez el más célebre y romántico de toda Europa. Hay varios, como el que ofrece la empresa Schifffahrt Wien, que dura tres horas y cuesta 45 euros por persona.
Zarpa de la plaza Schwedenplatz y pasa por lugares emblemáticos como el observatorio Urania y la central de calefacción urbana Hundertwasser. Por un extra, se puede “mejorar” la cena, con tres platos y un espumante como aperitivo.
Ambos casos, el Prater o el crucero por el Danubio, son sin dudas grandes experiencias para cerrar la visita a esta excepcional ciudad en alguno de sus sitios icónicos.
Algunos de los cruceros por el Danubio incluyen cena a bordo. Foto Shutterstock
• Por Iberia, vía Madrid, US$ 1.760 ida y vuelta. Lufthansa + Austrian Airlines, vía Frankfurt, desde US$ 1.630.
• Lo mejor es en el centro histórico, donde está la mayoría de las atracciones. Otras buenas opciones son Josefstadt, muy cerca; Leopoldstadt, un barrio cool y trendy; y Neubau, “el barrio de los museos”.
Ejemplos: en el hotel Ibis Wien Hauptbahnhof, cerca de la terminal de tren, desde 148 euros la doble. En el City Central (4*), en Leopoldstadt, 195 euros.
Inaugurado en 1860, el cafe Central se convirtió a fines del siglo XIX en punto de encuentro de la intelectualidad vienesa. Foto Shutterstock
• Comidas: de 5 a 12 euros por persona en locales de comida rápida; de 30 a 40 en restaurantes estándar y más de 50 en locales alta gama. En la calle, kebabs desde 4 euros o pancho y cerveza por 10.
• Pasaje de metro, 2,40 euros; abono de transportes por 24 horas, 8 euros; tarjeta Vienna Card (por 48 horas), 25 euros.
Clarin