“El crédito fiscal para la investigación es un mecanismo que busca que las empresas sean menos cautelosas”

El crédito fiscal a la investigación (CIR) es un mecanismo de incentivo fiscal para el crecimiento de la investigación y el desarrollo (I+D), que cuesta a las finanzas públicas alrededor de 7000 millones de euros anuales. Desde esta perspectiva, parece legítimo cuestionar la eficacia del programa. Sin embargo, las evaluaciones disponibles no son muy favorables. Indican que el impacto en el gasto en I+D de las empresas es marginal, que el programa no ha mejorado el atractivo de Francia en términos de I+D para las multinacionales extranjeras y que los efectos esperados en términos de inversión y crecimiento económico son limitados.
Entonces, ¿por qué mantener un sistema así? Los economistas suelen argumentar que este tipo de apoyo es importante para que las empresas inviertan eficazmente en I+D. Por definición, desarrollar e introducir innovaciones en el mercado es costoso, y los resultados futuros son relativamente inciertos. De hecho, las empresas que invierten en I+D tienden a pagar menos a sus accionistas. Para evitar gastos en I+D, las empresas demasiado cautelosas podrían simplemente imitar las innovaciones desarrolladas por otros.
A nivel de la economía en su conjunto, el riesgo reside en entrar en un círculo vicioso, es decir, en que estos comportamientos imitativos se generalicen gradualmente. En esta dinámica perjudicial, las empresas que desarrollan actividades de I+D asumirían costes relativamente mayores que otras, distribuirían menos dividendos y, por lo tanto, atraerían a menos inversores. Sin la I+D, entraríamos en una economía donde el nivel de gasto en I+D, las innovaciones y el crecimiento inducido por estas serían mediocres.
Efecto de ganancia inesperadaEn este contexto, el CIR es un mecanismo que busca reducir la aversión al riesgo de las empresas. Desde una perspectiva contable, permite a las empresas innovadoras liberar efectivo que puede utilizarse, por ejemplo, para construir un nuevo laboratorio, contratar investigadores o remunerarlos mejor. Sin embargo, este efectivo liberado no necesariamente aumenta el gasto en I+D, ya que también puede utilizarse para algo completamente distinto: por ejemplo, financiar la campaña de marketing de un producto innovador (o no), contratar empleados en departamentos distintos del de I+D, o incluso aumentar los dividendos pagados a los accionistas.
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Le Monde