IA, este nuevo y sorprendente colega

Cuando agosto, saciado del verano, inicia su inexorable descenso hacia septiembre, a algunos investigadores les gusta estar en el laboratorio, donde todo está más tranquilo de lo habitual, como aislados en un instante de suspense. Este ambiente es propicio para probar cosas nuevas, para tomar caminos alternativos que la preocupación por la eficiencia diaria suele obligarnos a posponer indefinidamente.
Así fue como a uno de nuestros colegas, Antoine Lefort (nombre ficticio), se le ocurrió la idea de probar Jarvis-5 (otro nombre ficticio), la nueva versión de IA de la que todo el mundo habla. Antoine estaba interesado en el siguiente problema, un buen trabajo para un robot: tomar un mosaico de mosaicos poligonales irregulares. Para su investigación en física —y veremos en esta ocasión que las matemáticas y la física a veces se confunden— tuvo que estudiar una cantidad determinada, dependiendo del diseño del mosaico: el "cociente isoperimétrico total". Este es la suma, sobre todos los polígonos, del cuadrado de su perímetro dividido por su área, un número que se hace menor cuanto más "redondos" son los mosaicos.
Le planteó al robot la pregunta: "¿Crees que este cociente tiene tal o cual propiedad matemática (P)?". El detalle de (P) carece de importancia. No fue tanto la respuesta del robot lo que lo sorprendió, sino su razonamiento, una progresión que se puede pedir al sitio que muestre. En su análisis, Jarvis comienza juzgando a priori que dicha propiedad (P) no se verifica y se propone construir un ejemplo para demostrarlo. Luego observa que el ejemplo no confirma su intuición, pero persevera construyendo un ejemplo diferente. Al comprobarlo, se da cuenta de que, de nuevo, (P) se verifica y, por lo tanto, concluye que su intuición inicial podría ser falsa. Finalmente, se dispone a demostrar la proposición (P), lo que consigue en un caso, todo ello en menos de dos minutos...
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Le Monde