Maldivas: Rearena en los atolones aprovechando las corrientes oceánicas

Un proyecto experimental pretende contrarrestar la erosión que amenaza a las Maldivas utilizando grandes bolsas sumergidas para capturar arena. Los investigadores que lo están probando se basan en un amplio conocimiento de las corrientes oceánicas, señala MIT Technology Review.
Vistos desde el aire, los veinte atolones de las Maldivas parecen un poco huesos o el contorno de un cuerpo dibujado con tiza en la escena de un crimen. Pero estas formaciones geológicas están lejos de estar congeladas para la eternidad. Son el resultado de un proceso vivo, fruto del crecimiento de los arrecifes de coral hacia la superficie a lo largo de varios cientos de miles de años. [Dentro de estos atolones], las corrientes transportaron arena, compuesta por pequeños fragmentos de estos mismos corales, que se acumularon para formar más de mil pequeñas islas.
Pero estas corrientes también pueden ser especialmente cambiantes y arrastrar nuevos bancos de arena tan rápidamente como los formaron, en el espacio de unas pocas semanas. En las próximas décadas, la vida cotidiana de los 500.000 habitantes del archipiélago –la nación más baja del mundo– dependerá de nuestra capacidad para estabilizar esta arena. Más del 90% de las islas sufren una grave erosión y gran parte del país podría volverse inhabitable en 2050 debido al cambio climático.
Frente a las costas de uno de estos atolones, al sur de la capital, Malé, los investigadores están probando actualmente un método de captura de arena en algunas zonas estratégicas del archipiélago, con el fin de formar islas, reconstruir playas y proteger a las comunidades costeras de la subida de las aguas. Para ello, instalaron una sorprendente estructura en la laguna Emboodhu Finolhu, a diez minutos nadando desde la orilla: seis gruesas bolsas de geotextil, sumergidas en el océano. Este dispositivo, llamado “Ramp Ring” y desplegado como parte del proyecto Growing Islands , toma la forma de dos paréntesis separados por 90 metros.
Estas bolsas, de unos 2 metros de altura, fueron colocadas allí en diciembre pasado y, para febrero del año siguiente, la fotografía submarina reveló que detrás de cada una de ellas se habían acumulado alrededor de 1,50 metros de arena, prueba de que las estructuras pasivas pueden rellenar rápidamente el depósito.
Courrier International