Cirujano: "Mi música no es solo techno, está dentro de un mundo infinito"
%3Aquality(70)%3Afocal(2108x4122%3A2118x4132)%2Fcloudfront-eu-central-1.images.arcpublishing.com%2Fliberation%2F2WPQQWSJ5VE5HASGOZ36A75QEE.jpg&w=1920&q=100)
Durante 30 años, Anthony Child nos ha estado obligando a hacernos esta pregunta. ¿Tecno o no tecno? Techno, por supuesto, desde el primer compás de casi cualquier tema entre los cientos que el británico ha publicado bajo el nombre de Surgeon desde 1992 –decenas de maxis en los sellos de culto Downwards, Blueprint, Tresor o en sus propios sellos Counterbalance y Dynamic Tension, y diez álbumes, una buena mitad de los cuales se han convertido en monumentos del techno brutal, disonante y abstruso del que la ciudad de Birmingham se ha convertido en epicentro gracias a su música y a la de su hermano rítmico Karl O'Connor, alias Regis.
Pero tampoco tecno, o mejor dicho, no realmente, o incluso, mucho más. Un recuerdo preciso de Force + Form en 1999, una acumulación de martilleo industrial interminable perturbado por atmósferas casi absurdas y granos de consistencias extrañas por todas partes en los engranajes; o The Crawling Frog Is Torn and Smiles , una rareza perdida en un lado B de vinilo en 2010, desarrollándose alrededor de una única nota de sonido electrónico en su dispositivo sintético más simple, pitido de cardioscopio hasta los huesos, el funk de máquina más ingenioso de la creación; Todavía en 2025, en el terrible Soul Fire , pieza de resistencia del nuevo Shell~Wave , un bombo demasiado apresurado, dos notas inestables que se incendian en un delay que toma la cabeza hasta dejarla inconsciente.
El techno está ahí, muchísimo, pero también su opuesto, es decir, todo el resto de la música, el rock psicodélico.
Libération