De Nigeria, Irak y Chile, tres joyas en carrera por la Cámara de Oro en el 78º Festival de Cannes
Este 24 de mayo se entregará la Cámara de Oro del Festival de Cannes, que premia un primer largometraje. Este año, numerosos jóvenes cineastas fueron invitados a la Croisette, algunos de países que no habían participado anteriormente en la competición. La oportunidad de descubrir nuevos escritos, pero también paisajes y rostros nunca antes vistos en la gran pantalla. La prueba está en “La sombra de mi padre” (Nigeria), “La tarta del presidente” (Irak) y “La misteriosa mirada del flamenco” (Chile).
Las aves rapaces vuelan en círculos en el cielo. Las frutas que han caído al suelo están a punto de marchitarse. En las casas, el calor ataca la pintura y los revestimientos. En algunas imágenes se puede ver el tono: La sombra de mi padre, primera película nigeriana proyectada en Cannes (sección Un Certain Regard) , se presenta como un desafío al tiempo y al olvido.
El director Akinola Davies Jr., quien proviene del mundo del hip-hop, abordó un hecho traumático de su infancia: la desaparición de su padre cuando tenía menos de 2 años. Basado en un guión coescrito con su hermano Wales, quien también produce, cuenta la historia de dos hermanos de 8 y 11 años, Akinola y Olaremi (Godwin Egbo y Chibuike Marvellous Egbo). Crecen en Ibadan, en el suroeste de Nigeria, sin su padre, Folarin (Sope Dirisu), que vive y trabaja lejos, en Lagos, para mantener a su familia. En el verano de 1993, llega para pasar un día con ellos; un último día, intuimos rápidamente, mientras el país está a punto de sumirse en violentos disturbios poselectorales y en un endurecimiento de la dictadura militar. «Por un día, los dos chicos vislumbran la vida y la historia de su padre, a quien rara vez han visto. Aprenden a amarlo y comprenderlo, a la vez que descubren sus defectos y debilidades», resume el diario británico The Guardian .
Filmada desde la perspectiva de un niño, La sombra de mi padre tiene la fuerza y la fragilidad de un sueño. Es un largometraje de estética elegante, lleno de colores y sensaciones a veces contradictorias. “Queríamos mostrar lo que significa ser nigeriano en la vida real. En un momento hay paz y al siguiente puede reinar el caos”, declaró Akinola Davies Jr. a OkayAfrica . “Si bien las tensiones políticas forman la base de la película, esta obtiene su brillantez de los momentos de calma y gentileza que presenta.
Courrier International
