Editorial. De Niro/Depardieu, destinos cruzados

Son dos monstruos sagrados del cine, dos leyendas. El director italiano Bernardo Bertolucci los reunió en 1976 en "1900", una magnífica epopeya histórica en la que el pequeño matón de Châteauroux y el chico neoyorquino de Little Italy se roban el espectáculo. Durante la década siguiente, Gérard Depardieu y Robert De Niro se establecieron como los dos actores más destacados del cine francés, uno, y del "Nuevo Hollywood" de Martin Scorsese y sus semejantes, el otro. Dos estrellas mundiales del séptimo arte, dos destinos que corrieron paralelos durante mucho tiempo, antes de que sus caminos hacia la gloria se separaran en el ocaso de sus carreras. Este martes, el Festival de Cine de Cannes entregó la Palma de Oro honorífica a la estadounidense, dos veces ganadora del Oscar y que ha protagonizado más de 100 películas. Unas horas antes, el Tribunal Penal de París había declarado culpable a Gérard Depardieu de agresión sexual a dos mujeres durante un rodaje de una película y lo había condenado a 18 meses de prisión condicional. El actor anunció inmediatamente su intención de apelar. En la audiencia de hace dos meses, el Cyrano de Rappeneau había asumido su peor papel, persistiendo con pesadez y arrogancia en su actitud de negación y arrogancia hacia las víctimas. El #MeToo y la liberación de la palabra de las mujeres han podido con este bocazas que, con sus triunfos, había acabado sintiéndose todopoderoso e intocable. Depardieu sigue siendo un gran actor, pero la realidad ha primado sobre la ficción. Lo recordaremos como un hombre triste y vulgar tanto como un genio del cine, mientras que Robert de Niro seguirá encarnando, tanto en la ciudad como en la pantalla, una cierta idea de lo cool y de la clase. Un monstruo sagrado en la tierra, el otro en el firmamento. Ya un esbozo de un escenario...
L'Est Républicain