El aula, una pizarra de la sociedad marroquí por Hicham Benohoud

Hicham Benohoud tardó treinta y cinco años en escapar de su Marrakech natal, donde trabajó como profesor de arte durante trece. Antes de partir hacia Francia y dedicarse por completo a su pasión por la fotografía, inmortalizó a sus alumnos en sus aulas entre 1994 y 2002. Estas escenas, a veces muy reflexivas, a veces más espontáneas, pretendían mostrar el confinamiento de sus compatriotas, con la esperanza de que algún día abrieran los ojos a su condición.
Los rostros de estos niños, las posturas que adoptan para crear marcos o fondos, los sedales que representan los lazos infranqueables, reflejan para Hicham Benohoud la tensión social, la alienación y la falta de la noción del individuo —un concepto occidental— que, según él, caracterizan a la sociedad marroquí. «Todos estos rostros parecen iguales; ninguno destaca. Cuando emerge un modelo, inmediatamente aparece otro que lo perturba; ya no sabemos qué ver ni a quién ver», explica el artista.
El blanco y negro acentúa esta uniformidad, pero no fue una elección natural. En sus inicios, Hicham Benohoud compró película en color por su atractivo precio y la gran cantidad de laboratorios que existían en aquel entonces para revelarla. Esto fue así hasta el día en que el centro cultural francés de Marrakech, donde a veces impartía clases, le dio acceso a su laboratorio de blanco y negro, lo que le permitió tener el control total de sus impresiones.
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Le Monde