Visto rápidamente: “Rock Bottom” de María Trénor

Al comienzo de Rock Bottom, hay una pequeña mentira. Una noche hippie bohemia del verano de 1973 lanza a Robert Wyatt por una cornisa del cuarto piso. El exbaterista de Soft Machine está drogado y desnudo cuando pierde el equilibrio. El accidente, que lo deja tetrapléjico, debería haber ocurrido en Londres; en cambio, ocurre en Nueva York. Un extraño giro que tiene el mérito de sacar a Rock Bottom del ámbito de las películas biográficas. En lugar de tocar el suelo al final de su caída, el cuerpo suspendido de Wyatt se hunde en el Mediterráneo mientras resuenan las primeras notas del álbum que sirve de matriz a este musical y le da título.
En lugar de abarcar la vida completa del británico, María Trénor se centra en los pocos meses de estancamiento en Mallorca de 1972 que propiciaron su renacimiento musical. Los momentos de experimentación y euforia con David Allen y Kevin Ayers. La estrecha y autodestructiva relación con su pareja Alfie Benge. Pero solo cuando retrata la música, la película, demasiado imitadora de la vida, finalmente cobra vida. Para representar las tormentas magnéticas que agitan Rock Bottom , el álbum, La película convoca pintura, vídeo y fotomontaje dadaísta. Es desconcertante, a veces emocionante. Imposible también, pues capturar los contornos de una obra maestra fluida, una odisea acuática, es una pérdida de tiempo.
Libération