Un año después de los Juegos Olímpicos, la situación de las personas sin hogar en la región parisina continúa deteriorándose

Para Awa (nombre ficticio), el año posterior a los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de París 2024 fue especialmente difícil. A finales de septiembre de 2024, esta madre soltera e indocumentada recibió la orden de abandonar el hotel de alojamiento de emergencia en Goussainville (Valle del Oise), donde ella y su hijo recién nacido se habían alojado dieciocho meses antes. A pesar de los graves problemas de salud del niño, posteriormente solo fue alojada por periodos de una semana a un mes, llamando al 115, el número de emergencia para personas sin hogar.
"Cuando no tenía nada, dormía en casa de amigos, cambiando de habitación a menudo. No es fácil con un pequeñín", describe. En primavera, la acogieron en un aula con otras cuatro madres y sus hijos, en una antigua escuela transformada a medias por el Ayuntamiento de París. Un recurso legal le permitió entonces obtener alojamiento a largo plazo en un hotel.
«Realmente creía que con los Juegos Olímpicos y Paralímpicos lograríamos cambiar la situación de las personas sin hogar. Pero la situación sigue empeorando», lamenta Paul Alauzy, portavoz de Revers de la médaille. Este colectivo, que reúne a un centenar de asociaciones solidarias, se movilizó intensamente, nueve meses antes y durante los Juegos, sin lograr evitar lo que denominó «limpieza social» : los habitantes de casas okupadas y campamentos fueron sometidos a desalojos masivos, con alojamiento ofrecido solo por unos días, excepto durante los Juegos Olímpicos.
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Le Monde