Impuestos aduaneros: la industria aeroespacial estadounidense advierte a Donald Trump

Donald Trump se está ganando nuevos enemigos con sus aranceles, incluso en suelo estadounidense. Esta vez, es la industria aeroespacial la que está dando un paso al frente.

Las aerolíneas y los fabricantes de aeronaves están preocupados por los aranceles de la administración Trump y lo están haciendo saber. A principios de junio, escribieron formalmente al Departamento de Comercio, diciendo básicamente: "¡Cuidado, Estados Unidos se está disparando en el pie!". Su argumento tiene sentido. Imponer aranceles prohibitivos a la tecnología de aviación civil importada perjudicará las cadenas de fabricación. Importar repuestos más caros solo puede aumentar los costos de fabricación de aeronaves y perjudicar a la industria estadounidense.

Toda la industria se ve directamente afectada, y Donald Trump podría haberlo pensado antes. De hecho, mucho después de que el presidente estadounidense anunciara su intención de gravar el comercio global, el Ministerio de Economía de Washington se dio cuenta de que podría haber un problema y, por lo tanto, solicitó, a principios de mayo, a los fabricantes afectados que compartieran sus opiniones. Un mes después, el sector aeroespacial estadounidense presenta sus argumentos, que, a estas alturas, deberían ser escuchados.

La industria aeroespacial y de defensa estadounidense ha disfrutado de un sólido superávit comercial durante más de 70 años, con exportaciones que totalizan 136 000 millones de dólares, incluyendo 114 000 millones de dólares provenientes únicamente de la aviación civil. El sector emplea a 2,2 millones de personas en Estados Unidos en aproximadamente 100 000 empresas.

La política comercial de Donald Trump afecta directamente la competitividad de la industria estadounidense. Sobre todo porque el sector aeroespacial estadounidense se ha beneficiado durante casi cincuenta años de un acuerdo internacional que ha reducido a la nada los aranceles y las barreras comerciales. Por lo tanto, la nueva política de Washington sería más que un grano de arena en esta maquinaria, hasta ahora bien engrasada. Una vez más, Donald Trump se enfrenta a sus contradicciones: tras el impacto inflacionario de su política en los consumidores estadounidenses, son los fabricantes los que se rebelan. Claramente, esto es solo el principio de la historia, el cambio de rumbo, por así decirlo.