“Soy afrikáner, no un refugiado”

Mientras los primeros “refugiados” afrikáneres llegan a Estados Unidos por invitación de Donald Trump, Adriaan Basson, redactor jefe del medio de comunicación “News24” y él mismo afrikáner, protesta contra este estatus usurpado y recuerda la larga historia de su “tribu”. Este miércoles 21 de mayo, el presidente sudafricano Cyril Ramaphosa será recibido en la Casa Blanca.
Soy un afrikáner, nacido en África, sin vínculos familiares ni profesionales con Europa o los Estados Unidos de América. Esta es mi casa. Tengo un pasaporte verde y mi corazón late al ritmo de esta nación y de este continente. Nunca podré ser refugiado en otro país. Mi historia está alimentada por la sangre y el sudor de esta nación en el extremo sur de África. Una historia de vergüenza y orgullo.
Soy descendiente de Arnoldus Willemsz Basson, de Wesel, Alemania, quien desembarcó en el Cabo de Buena Esperanza en el siglo XVII en busca de una vida mejor. También soy descendiente de Ansela van Bengalen, una esclava india transportada a la fuerza a Sudáfrica por Pieter Kemp, comandante de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, quien la vendió a Jan van Riebeeck [quien estableció el primer asentamiento europeo en el sur de África en 1652].
Arnoldus se casó con Ansela, y ellos son los antepasados del clan Basson, por lo que nuestros antepasados son de raza mixta, como la mayoría de las otras familias afrikaner. De Villiers, Jonker, Du Plessis, Marais, Visagie.
Vengo de un pueblo nuevo que ha forjado su existencia en esta tierra implacable y magnífica. No eran europeos, aunque muchos años después su historia fue corrompida para otorgarles un estatus “europeo” en los autobuses, en las colas y en los baños.
Esta gente quería identificarse como una tribu africana, con sangre europea y asiática en sus venas. Llamaron a su lengua afrikáans. Africaans. Estrechamente ligado a este continente que
Courrier International