Bayrou quiere desenmascarar los privilegios de los políticos: "No todos pueden ser Cicerón. No todos pueden ser Mileto".

¡Por fin, Francia despierta! Qué alegría para mi liberal interior. «Nada es más vergonzoso que un magistrado que enriquece a su familia cuando debería estar enriqueciendo a la República». ¿Cicerón, dirán? ¡No! ¡ François Bayrou ! De hecho, nuestro primer ministro, en un video publicado en redes sociales, se comprometió a desenmascarar los privilegios de los que supuestamente disfrutan los líderes políticos. Afirma que «debemos arrojar luz sobre todo esto».

Siempre es refrescante para un liberal escuchar estas palabras de un centrista adinerado y arribista que se ha pasado la vida cobrando a los franceses. Así que nunca es tarde.

Esta recomendación no provino realmente de él. Así que permítanme no hacerme ilusiones sobre estos supuestos ahorros. Fueron los propios franceses quienes sugirieron esta idea a nuestro Primer Ministro. Eran, según él, «muy numerosos». En sus propias palabras, incluso fue «la petición más frecuente de los ciudadanos». Por lo tanto, François Bayrou concluyó que existía una sospecha persistente: que los políticos se están llenando los bolsillos.

¡Qué revelación! Un pueblo aplastado por un sistema fiscal titánico, gravado e impuesto desde su nacimiento hasta su muerte, incapaz de trabajar, abrir un negocio o crear una empresa sin ser inmediatamente acosado por la DGFIP, la URSSAF, el MSA, la AGIRC-ARRCO, el IVA, la CFE, el TICPE… Un pueblo que no entiende adónde van sus impuestos, adónde se pierde su dinero, antes de enterarse de que los parlamentarios compran drogas con ellos, subvencionan cruceros a Gaza y se llenan la barriga con ellos. ¡Menudo Cicerón!

Hoy presenciamos una nueva manifestación de la grandeza francesa. François Bayrou moviliza a René Dosière, exdiputado socialista de 84 años, flanqueado por algunos parlamentarios, para esta ardua tarea. Este es nuestro despertar. Olvidemos a Colbert. Olvidemos a Turgot. Olvidemos a Briand. No más Blum, no más Mendès France. En Francia, ya no nos reformamos. Ya no nos arriesgamos. Ya no saltamos. Nos hundimos... mientras gritamos lo contrario.

Abran paso a René. Argentina, ya ven, tiene a su Javier Milei: el economista rabioso, motosierra en mano, decidido a transformar su país y sanear sus finanzas. El Salvador tiene a su Bukele, elegido con el 84% de los votos, quien restauró la seguridad de su nación. Estados Unidos tiene a su ogro Trump, embarcado en su cruzada contra la inmigración ilegal.

¿Y nosotros? Para hacer frente a nuestra deuda abismal, nuestro gasto descontrolado, nuestro crecimiento inexistente, nuestros impuestos bíblicos, tenemos... a François Bayrou y René Dosière. Así es como está Francia.

Esto me recuerda el diario de Paul Morand: «Leí», dice, «las memorias del capitán Coignet, donde cuatro franceses siempre triunfan sobre diez mil cosacos. Los tiempos han cambiado».

No todos pueden ser Cicerón. No todos pueden ser Milei. Y si Francia muere mañana, no será por la fuerza de sus enemigos ni por la violencia de sus desafíos. Será por mezquindad.