Editorial: ¡Conviértete en profesor de francés en veinte minutos!

Hay que ser disruptivo. Así son los tiempos. Dar un paso atrás, pensar con originalidad, innovar. El rector de la academia de Dijon acaba de ganar el premio en este sentido. Ante la escasez de estudiantes de literatura, tuvo una brillante idea: ofrecer a otros profesores la oportunidad de convertirse en profesores de francés en tan solo 20 minutos. ¡Genial! Los candidatos —matemáticos, deportistas, músicos— simplemente tendrán que cumplir unos sencillos trámites: una carta de presentación y una entrevista de confirmación. Si superan este reto, tendrán el honor y la ventaja de obtener un certificado que les permitirá enseñar francés en secundaria y preparatoria. ¡Caramba, qué selectivo! Mucho más que el CAPES o la agregación: un auténtico examen competitivo, ¡está tan sobrevalorado!

Por supuesto, los sindicatos docentes, esos quejosos, critican esta idea audaz. Se dejan llevar y denuncian a los docentes baratos que se forman a toda prisa. Esto no es fundamentalmente incorrecto, pero hay que saber qué se busca: ¿es necesario tener un profesor de verdad frente a los alumnos, o bastará un adulto promedio en estos tiempos de escasez? El rector de Dijon marcó sin pudor la segunda respuesta.

Gracias a esta genialidad, Francia —sí, damas y caballeros, ¡Francia!— estará mejor en el futuro. Porque el modelo del profesor instantáneo merece ser replicado en otros sectores. ¿No hay suficientes médicos en el campo? No hay problema, en 20 minutos, si sabes dónde están el hígado y el talón de Aquiles, podrás ejercer esta noble profesión. ¿Es que faltan magistrados? ¡Qué demonios! ¿Tienes un poco de sentido común? La toga y el armiño son tuyos. ¿No eres propenso al vértigo? Hazte piloto de avión, por supuesto. Firma aquí abajo a la derecha. Se acabaron los problemas presupuestarios, los desiertos médicos y todo eso. Una carrera y honores son nuestros: quince minutos para convertirte en rector y mañana... ¿ministro, o incluso presidente?