En Vendin-le-Vieil, una nueva prisión de alta seguridad para enmascarar las deficiencias de una justicia al límite

Desde mediados de julio, los primeros reclusos han sido admitidos en estas instalaciones de ultraseguridad, deseadas por Gérald Darmanin. Esta admisión de debilidad revela la incapacidad del Estado para frenar el auge de la corrupción y no hará nada para abordar los problemas que aquejan a todo el sistema de justicia penal.
Cascos tácticos, pasamontañas negros y chalecos antibalas de gran tamaño. Los operadores, fuertemente equipados, de los ERIS (Equipos Regionales de Intervención y Seguridad) entran, sin intercambiar palabra, en los pasillos del centro de detención preventiva de Fleury-Mérogis (Essonne).
Solo sus pesados pasos perturban el silencio de los pasillos de la prisión. Alrededor de las 4 de la madrugada del lunes 21 al martes 22 de julio, esta unidad de élite se concentró en su misión: sacar a cuatro hombres de sus celdas y asegurar su traslado a Vendin-le-Vieil, en el Paso de Calais, a una de las dos nuevas prisiones de alta seguridad.
Sus "clientes" de turno tienen currículums impresionantes. Entre ellos se encuentra Gabriel O., uno de los presuntos líderes de la Mafia DZ, una organización criminal con sede en Marsella que acumula numerosos delitos relacionados con las drogas. Los otros tres...
L'Humanité