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Gobierno de Bayrou: la suerte está echada

Gobierno de Bayrou: la suerte está echada

Era hora de que terminara el patético Vía Crucis de François Bayrou. Este 8 de septiembre, la suerte estará echada. Nueve meses después de imponerse mediante amenazas en Matignon, el alcalde de Pau, autodestruido por un pecado de soberbia, nos habrá infligido dos semanas de indigesta arrogancia. Antes de irse, habrá robado los bolsillos de los enfermos, con tres decretos presentados en secreto a los administradores del CNAM con el objetivo de duplicar los gastos restantes de los beneficiarios de la seguridad social.

Podríamos seguir hablando del caso de Bayrou, una figura histórica peculiar de un centro extremo en decadencia. El punto esencial no reside en eso, sino en la profunda crisis de régimen en la que se encuentra sumido nuestro país. La crisis que el gobierno pretende presentar como una simple crisis económica vinculada al peso de la deuda, sin cuestionar jamás la política que la generó.

Los mandatos quinquenales de Macron habrán logrado al menos una cosa: que la gran mayoría de los franceses tome conciencia del estancamiento de la política de oferta, del engorde de las grandes fortunas en detrimento del bien común, los servicios públicos y la transición ecológica. En treinta años, ¡la riqueza de las 500 mayores fortunas se ha multiplicado por catorce! Francia tiene ahora más de 11 millones de pobres . La mayoría de los franceses ya no puede vivir dignamente de su trabajo en un país que se ha convertido de nuevo en una sociedad de herederos.

¿Quién puede sugerir que la clave no está ahí, en la absoluta urgencia de una nueva distribución de la riqueza? Las tonterías sobre el "derrame" o la fuga de grandes fortunas ya no engañan a nadie. Mientras Bayrou nos prometía el caos si se gravaba a los más ricos, el Consejo de Análisis Económico publicó un estudio con una conclusión clara : gravar a los más ricos solo provocaría un aumento del 0,2 % en el exilio fiscal.

Las palabras dulces intercambiadas entre la Agrupación Nacional y las grandes empresas, dispuestas a colaborar con la extrema derecha, revelan la impostura social del partido de Marine Le Pen. Hay que leer la carta de Jordan Bardella "a los empresarios", a quienes les asegura que encarna " el verdadero garante de la estabilidad económica ". No se puede decir con mayor claridad... La indignación social dice algo muy distinto: la necesidad vital de cambiar de rumbo.

L'Humanité

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