Los consejos de desarrollo, una herramienta poco común de la democracia local, amenazados por una propuesta de ley

De forma silenciosa pero segura, el Senado asestó un duro revés a principios de junio a uno de los pocos espacios institucionales donde la ciudadanía puede influir en las decisiones locales. Como parte de un proyecto de ley sobre las competencias prefecturales, los senadores aprobaron una enmienda gubernamental que autoriza a los prefectos a eximir a las autoridades intermunicipales con más de 50.000 habitantes de la obligación de crear un consejo de desarrollo (Codev). El proyecto de ley enmendado superó su primera lectura y ahora debe ser examinado por la Asamblea Nacional.
Estos consejos, establecidos por la Ley Voynet en 1999, son órganos consultivos compuestos por ciudadanos, actores comunitarios, económicos y sociales. Su misión: dialogar con los cargos electos, debatir, proponer e incluso, en ocasiones, abordar cuestiones que afectan al territorio. Ya se trate de vivienda, movilidad, desarrollo o transición ecológica, pueden intervenir tanto en la toma de decisiones como en su desarrollo. Actualmente existen 346 en Francia, 132 de los cuales están agrupados en la Coordinación Nacional de Consejos de Desarrollo (CNCD). Hasta ahora, su creación era un requisito legal para las autoridades intermunicipales con más de 50.000 habitantes.
Para el ejecutivo, esta obligación "uniforme" no siempre refleja la diversidad de las situaciones locales y puede resultar inapropiada cuando precede a una dinámica territorial aún en construcción. La enmienda, asegura el gobierno, busca "devolver flexibilidad y margen de maniobra a los cargos electos", permitiéndoles recurrir a otras formas de consulta ya existentes. "Esta exención no cuestiona el principio de participación ciudadana, sino que reconoce la necesidad de adaptar las formas de consulta a las realidades locales y a la madurez de la cooperación intermunicipal", justifica el gobierno, que añade que quiere dejar "la posibilidad [para que la autoridad intermunicipal en cuestión] de crear un consejo de desarrollo posteriormente, si considera que se cumplen las condiciones para su correcto funcionamiento".
Sin embargo, desde el punto de vista de los defensores de la democracia participativa, la señal es clara: estamos retrocediendo. «Los consejos de desarrollo están compuestos por ciudadanos que se ofrecen voluntariamente, junto con los funcionarios electos, por el interés general a largo plazo. Su existencia no puede depender de un contexto político ni del arbitraje prefectural», recordaron los copresidentes del CNCD, Christine Azankpo y Bruno Arbouet, en un comunicado de prensa publicado el 16 de junio.
Maxence Guillaud, miembro del Codev de la Metrópolis Europea de Lille y del colectivo nacional de animación de la Izquierda Republicana y Socialista, denuncia «una enmienda que formaliza una concepción minimalista de la participación ciudadana» y «ofrece a los cargos electos reticentes una vía de escape para evacuar ciertas protestas organizadas». Porque si bien los Codev no son perfectos —presupuestos a menudo exiguos (12.800 € de media), composición a veces poco representativa, opiniones poco seguidas—, cuando funcionan, son auténticos laboratorios de democracia local: talleres de coconstrucción, debates contradictorios, propuestas alternativas.
Incluso antes de esta votación, 58 autoridades intermunicipales y 33 centros rurales incumplían la obligación legal de crear un Codev. Ya en 2019, la Ley de Vinculación y Proximidad elevó el umbral obligatorio de 20.000 a 50.000 habitantes, excluyendo a muchas pequeñas comunidades. Esta nueva flexibilización corre el riesgo de reducir aún más su presencia en el territorio. Para muchos observadores de la vida local, esta decisión forma parte de una serie de señales negativas enviadas a la sociedad civil organizada: en un momento en que la desconfianza hacia los funcionarios electos alcanza su punto álgido, debilitar uno de los pocos espacios donde los residentes pueden interactuar directamente con los responsables de la toma de decisiones equivale a ampliar aún más la brecha democrática.
El texto debe presentarse ahora a los diputados. Representantes del Codev exigen la supresión total del artículo 4b y que se mantenga la obligación legal en todas las autoridades intermunicipales involucradas. También abogan por el fortalecimiento del sistema: presupuestos garantizados, mayor diversidad social y un sorteo para ampliar la participación.
Y Maxence Guillaud advierte: «En un momento de divisiones territoriales y desconfianza política, debilitar los Consejos de Desarrollo equivale a privar a la democracia local de una herramienta excepcional para su recuperación. Estos espacios pueden volver a convertirse en lugares donde reconstruyamos los vínculos entre la ciudadanía y las instituciones, siempre que les proporcionemos los medios para existir».
A pocos meses de las elecciones municipales de 2026, el desafío es claro: preservar estos lugares donde la voz ciudadana puede influir en la acción pública, o dejar que se desvanezcan lentamente, bajo el disfraz de la flexibilidad administrativa.
Libération