Cárteles colombianos y venezolanos atacan las Antillas Francesas

El caso se remonta al 3 de noviembre de 2024 en Fort-de-France, Martinica. Esa noche, alrededor de las 23:00, cuatro hombres encapuchados y armados irrumpieron en el corazón de Jambette Caraïbes, un complejo de viviendas construido alrededor de un patio cubierto de césped y pasarelas de hormigón, a la entrada del parque empresarial Rivière-Roche. Llegaron en dos scooters grandes, conocían la zona y se dirigieron al apartamento de la familia de un tal Youri Louisy-Louis. Este hombre de 27 años es conocido por la policía por ser el jefe de una banda martiniqueña vinculada al movimiento Solo la Familia, descrito por la fiscalía local como un "fenómeno criminal versátil" , involucrado en casos de robo a mano armada y homicidio.

Esa tarde de domingo a finales de otoño, los asesinos probablemente sabían que Youri Louisy-Louis no estaba en casa, sino en prisión. Solo estaban presentes miembros de su familia. "¡Todos van a morir!", supuestamente gritó uno de los atacantes en criollo a sus cómplices. ¿Vieron que no había hombres adultos en el apartamento cuando abrieron fuego? Un adolescente se desplomó, muerto en el acto: Keemayan Louisy-Louis, de 15 años, hermano del líder de la banda. Una mujer de 22 años murió al intentar proteger a su bebé de 9 meses, con un disparo en la pierna. Los servicios de emergencia contabilizaron cuatro heridos graves: un niño de 5 años y tres adolescentes de 13, 15 y 16 años. En la ciudad, la noticia se extendió rápidamente, y todos percibieron que esta secuencia de violencia extrema era un punto de inflexión. Tras recibir el caso, la jurisdicción interregional especializada (JIRS), responsable de combatir el crimen organizado en la región de las Antillas-Guyanas, le puso un apodo evocador: "OK Corral".

Las autoridades no han reaccionado públicamente a esta masacre, pero los especialistas en narcotráfico creen que ha puesto de relieve una realidad que muchos temían: el avance de los cárteles colombianos y venezolanos, o sus afiliados, en las Antillas Francesas. Ahora es una certeza: existen vínculos sólidos y estructurados entre las bandas de Martinica y poderosos grupos criminales extranjeros involucrados en el negocio de la cocaína. Dos países vecinos donde operan estos grupos ultraviolentos —Santa Lucía, al sur de Martinica, y Dominica, al norte de Martinica y al sur de Guadalupe— sirven así como puntos de enlace para que los cárteles transporten drogas a Europa, a través de las Antillas. «Los sudamericanos se asientan permanentemente en Martinica y Guadalupe». También lo señala la Oficina Antinarcóticos de Nanterre.

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