Peste, lepra... Los investigadores examinan los microbios del pasado

¿Por qué las epidemias de peste duraron tanto tiempo? ¿La lepra estaba presente en América antes de la llegada de los europeos? Verdaderos arqueólogos de microbios, los investigadores han respondido a estas dos preguntas estudiando bacterias que a veces tienen varios milenios de antigüedad.
La revista Science publica este jueves dos estudios sobre la historia de estas enfermedades que han dejado su huella en el imaginario colectivo: la peste, que provocó la terrible Peste Negra a finales de la Edad Media, y la lepra, asociada durante siglos a imágenes de pacientes gravemente desfigurados.
"La bacteria de la peste tiene una importancia particular en la historia de la humanidad, por eso es importante saber cómo se propagaron estas epidemias", explicó a la AFP el microbiólogo Javier Pizarro-Cerda, uno de los autores del primer estudio.
El investigador trabaja para el Instituto Pasteur francés, que participa en ambos estudios. Su trabajo, realizado en colaboración con científicos de la Universidad McMaster de Canadá, explica por qué cada epidemia de peste ha durado tanto tiempo a lo largo del tiempo.
En los últimos dos mil años, el mundo ha experimentado tres pandemias de peste. La primera, conocida como la Plaga de Justiniano, marcó el fin de la Antigüedad y el comienzo de la Edad Media durante doscientos años. Casi un milenio después, la segunda comenzó con la Peste Negra, que mató a casi la mitad de la población europea a mediados del siglo XIV y luego reapareció durante siglos.
La tercera, nacida en Asia a mediados del siglo XIX, continúa hoy con múltiples casos, sobre todo en África subsahariana: República Democrática del Congo, Madagascar, Uganda...
Los autores del estudio examinaron muestras de Yersinia pestis, la bacteria de la peste bubónica, de cada uno de estos brotes. Observaron un punto común: en los tres casos, el microbio experimentó una evolución genética que redujo gradualmente su virulencia.
Se podría pensar que una epidemia desaparece cuando un microbio se vuelve menos peligroso. Pero al causar infecciones menos severas, las bacterias de la peste extendieron su duración, dándole más oportunidades de propagarse de un individuo a otro.
Una lepra americanaLos investigadores de Pasteur confirmaron esta hipótesis infectando grupos de ratas con ciertas muestras recientes: la enfermedad persistía más tiempo cuando la virulencia de las bacterias era reducida.
Este es un avance considerable en nuestra comprensión de las epidemias de peste, aunque el contexto actual, en el que los antibióticos son eficaces para combatir la enfermedad, es muy diferente al de siglos pasados.
“Esto nos permite obtener una comprensión integral de cómo los patógenos pueden adaptarse a diferentes situaciones”, enfatiza Pizarro Cerda. "Por fin podemos entender mejor qué es la plaga y cómo podemos desarrollar medidas para defendernos".
El pasado también ilumina el presente en el segundo estudio, que analiza la trayectoria de la lepra a lo largo de los milenios.
Los equipos de Pasteur colaboraron aquí con la Universidad de Colorado para examinar cientos de muestras de excavaciones arqueológicas en América del Norte y del Sur.
Allí descubrieron una de las bacterias implicadas en la lepra, Mycobacterium lepromatosis. Sin embargo, las muestras en cuestión datan de hace nueve mil años, mucho antes de la llegada de los primeros colonos europeos.
"Demostramos que ya existía una forma de lepra en América que se extendió por todo el continente", explicó a la AFP Nicolas Rascovan, especialista en paleogenómica del Instituto Pasteur. "No es un pequeño rincón del continente, realmente estaba en todas partes".
Sin embargo, hay que tener cuidado de no excluir la colonización como causa. Los europeos transmitieron efectivamente al suelo americano otra bacteria, Mycobacterium leprae, considerada hasta los años 2000 como la única causa de la lepra.
Pero este descubrimiento ayudará a orientar la investigación sobre Mycobacterium lepromatosis, que ha permanecido en gran medida sin esclarecer desde su descubrimiento en 2008.
«Aún queda mucha diversidad de este patógeno por descubrir. Y ahora sabemos que debemos buscarlo en Estados Unidos, no en otros lugares», concluye el Sr. Rascovan. "Nos ayuda a considerar estrategias para combatir patógenos y enfermedades".
LE Journal de Montreal