Una agenda del G7 confusa mientras los líderes mundiales se esfuerzan por reducir la escalada del conflicto entre Israel e Irán

El regreso de Donald Trump al G7 siempre iba a ser impredecible. Y el hecho de que ocurra en el contexto de la escalada del conflicto en Oriente Medio lo agrava aún más.

Las expectativas ya eran bajas; los anfitriones canadienses advirtieron contra el comunicado conjunto habitual al final de la cumbre, conscientes de que este grupo de líderes tendría dificultades para llegar a un consenso.

El primer ministro canadiense, Mark Carney, trazó cuidadosamente una agenda que no generara controversias en un intento de evitar enfrentamientos entre el presidente Trump y sus aliados, quienes últimamente han estado divididos como nunca antes, ya sea por los aranceles y el comercio, Rusia y Ucrania o, más recientemente, la conducta de Israel en Gaza.

Pero las discusiones sobre minerales críticos y cadenas de suministro globales sin duda quedarán relegadas a un segundo plano, ya que los líderes se reúnen en un momento delicado. Keir Starmer, de camino a Canadá para una reunión bilateral en Ottawa con el primer ministro Carney antes de viajar a la cumbre del G7 en Kananaskis, subrayó la gravedad de la situación al hablar nuevamente de desescalada, a la vez que confirmó que el Reino Unido estaba desplegando más aviones de combate británicos en la región ante las amenazas de Teherán de atacar bases británicas si Londres ayuda a defender a Israel de los ataques aéreos.

En realidad, esta es una agenda del G7 que se ha visto alterada mientras los líderes mundiales se esfuerzan por reducir la peor escalada de los enfrentamientos entre Tel Aviv y Teherán en décadas. El presidente Trump lleva meses instando a Israel a no atacar a Irán mientras trabaja para alcanzar un acuerdo diplomático que detenga el enriquecimiento de uranio. Se esperaban nuevas conversaciones para el domingo, pero ahora no se espera que se lleven a cabo.

Todas las miradas estarán puestas en Trump en los próximos días, para ver si Estados Unidos, el aliado más cercano de Israel, le pedirá a Israel que frene sus ataques. Hasta el momento, Estados Unidos no ha participado en ningún ataque conjunto con Tel Aviv, pero está enviando buques de guerra y otros activos militares a Oriente Medio.

Sir Keir, que ha logrado cerrar el primer acuerdo comercial con Trump, querrá aprovechar su "buena relación" con el líder estadounidense en el G7 para presionar por una desescalada en Medio Oriente, mientras que también espera usar la cumbre para discutir más a fondo los intereses de Ucrania con Trump y plantear nuevamente las perspectivas de sanciones rusas.

"Tenemos la visita del presidente Zelenski, lo que nos brinda una buena oportunidad para volver a debatir en grupo", me dijo el primer ministro durante el vuelo a Canadá. "Mi opinión desde hace tiempo es que necesitamos que Rusia se siente a la mesa para un alto el fuego incondicional. No ha sido fácil. Pero debemos tener claro qué necesitamos para llegar a la mesa y que, si eso no sucede, las sanciones sin duda formarán parte de la discusión en el G7".

Pero el hecho de que los líderes no estén planeando un comunicado conjunto —un documento que resuma lo acordado— es muy revelador. La última vez que se reunieron con Trump en Canadá para el G7 en 2018, el presidente estadounidense tuvo un enfrentamiento bastante estrepitoso con Justin Trudeau cuando este amenazó con tomar represalias contra los aranceles estadounidenses y se negó a firmar el acuerdo del G7.

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Desde entonces, Trump ha hablado de su deseo de convertir a Canadá en el estado número 51 de los EE. UU., una sugerencia que ayudó a catapultar al Partido Liberal más allá de sus rivales conservadores y de regreso al poder en las recientes elecciones canadienses, mientras Mark Carney se postulaba para enfrentar la agresión de Trump.

Con tanto desacuerdo entre Estados Unidos y sus aliados, es difícil vislumbrar avances en los próximos días. Pero en lo que estos líderes coincidirán es en la necesidad de rebajar la tensión en Oriente Medio y, a pesar de la imprevisibilidad en torno a estas relaciones, lo que es seguro es un sentido de urgencia en torno a Irán e Israel que podría encontrar un punto de encuentro entre estos aliados cada vez más dispares.