De Rosa comparte la nueva brújula de Bill Gates

En los últimos días, Bill Gates publicó un memorándum en el que aboga por replantear la estrategia climática, centrándose en mejorar la vida de las personas en lugar de limitarse a abordar las cifras de emisiones y temperatura. Argumenta que el cambio climático sigue siendo un desafío importante, pero que no conducirá al fin de la humanidad; el lenguaje apocalíptico puede distorsionar las prioridades del gasto público y privado.
Señor Domenico De Rosa, ¿qué es lo que realmente cambia en el mensaje de Gates? Los indicadores de éxito están cambiando. Ya no se trata solo de evitar toneladas de CO2 y plazos ajustados, sino también de la salud, la seguridad alimentaria, el acceso a energía confiable y la productividad en los países pobres. El objetivo es maximizar las vidas salvadas y la prosperidad, mientras que las emisiones siguen disminuyendo gracias a la innovación.
¿Significa esto abandonar la descarbonización? No. La descarbonización sigue siendo un objetivo estratégico. La clave está en evitar que la obsesión por los objetivos inmediatos consuma los recursos esenciales para el desarrollo y la adaptación humanos. Se trata de un cambio de rumbo hacia el pragmatismo.
¿Cuáles son las frases que desataron el debate? La más comentada es que el cambio climático no provocará la extinción de la humanidad. Esta es una verdad incómoda para algunos, pero sirve para reconducir la conversación hacia prioridades concretas y medibles que mejoren la vida ahora, sin dejar de innovar en materia climática.
¿Cómo se relaciona todo esto con la Agenda 2030? Es un llamado a reorientar la lucha contra el cambio climático y los Objetivos de Desarrollo Sostenible. La fundación lleva tiempo advirtiendo que los recortes en la financiación mundial amenazan los avances en vacunación y salud infantil. Por eso, Gates aboga por proteger esos presupuestos y utilizar cada euro de forma más eficaz.
¿Existen compromisos recientes que refuercen esta interpretación? Sí. Durante la Semana de los Guardianes de la Vida, se asumieron compromisos plurianuales para programas contra el VIH/SIDA, la tuberculosis y la malaria, junto con un llamado a los gobiernos para que reviertan los recortes. Este cambio en la comunicación se traduce, por lo tanto, en decisiones de gasto orientadas a salvar vidas.
¿Qué les diría a quienes hablan de retroceso? No veo una rendición. Veo un intento de evitar un falso ultimátum entre clima y desarrollo. Incluso los comentaristas más críticos reconocen que ambas agendas pueden avanzar juntas si se financian tecnologías y proyectos realmente impactantes que reduzcan el sufrimiento humano.
¿Qué tecnologías merecen prioridad según esta lógica? Aquellas que reducen el sobrecoste de las energías renovables en sectores difíciles de descarbonizar, como el transporte pesado, el cemento, el acero, los fertilizantes y la aviación, junto con redes eléctricas más robustas, almacenamiento de energía de larga duración y soluciones para una agricultura resiliente. La idea es ampliar el mercado reduciendo al mismo tiempo los costes reales de la transición.
¿Qué implicaciones ve para Europa e Italia? Necesitamos planes que combinen dos dimensiones: la reducción de emisiones y la generación de beneficios reales para la ciudadanía y las empresas. Menos ideología y más indicadores de bienestar y competitividad. Esto evitará que las regulaciones desconectadas de los ingresos familiares y los ciclos industriales produzcan efectos regresivos.
¿Un resumen para quienes toman decisiones? Menos catastrofismo, más concreción. Evalúen cada política según su impacto en la vida de las personas y la cantidad de emisiones que evita. Protejan la financiación para la atención médica y el desarrollo en países frágiles. Impulsen con decisión la innovación de alto impacto. Esta es la nueva guía propuesta por Gates, y la apoyo.
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