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Ischia y Casamicciola: La disidencia silenciosa que interpela a los alcaldes | #4WD

Ischia y Casamicciola: La disidencia silenciosa que interpela a los alcaldes | #4WD

Una disidencia que hace tiempo dejó de ser un susurro se extiende por Ischia y Casamicciola. No se grita, no se organiza en las calles, sino que crece en los pasillos, en los bares, en las redes sociales y, sobre todo, en los elocuentes silencios de quienes, sin exponerse, ya no están dispuestos a apoyar acríticamente a quienes gobiernan. Es una disidencia silenciosa, pero nada inofensiva, que se mueve en paralelo en dos municipios unidos por una inusual simetría en los destinos políticos y personales de sus alcaldes. Giosi Ferrandino y Enzo Ferrandino se encuentran hoy en bandos opuestos, unidos más por su pasado que por un presente marcado por un desprecio mutuo y apenas disimulado. Giosi, exalcalde de Ischia y ahora exmiembro del Parlamento Europeo, fue mentor y luego teniente de alcalde designado de Enzo, el actual alcalde. Pero con el tiempo, su relación se ha deteriorado, consumida por decisiones divergentes, estrategias independientes y desconectadas, y quizás incluso ambiciones incompatibles. Ahora, cada uno mira al otro con algo más que simple sospecha, y el juego de alianzas, si bien no abiertamente conflictivo, se ha diluido en indiferencia estratégica. Sin embargo, independientemente de las dinámicas personales, ambos se enfrentan a un sentimiento popular cambiante. Giosi, teóricamente a salvo gracias a una agenda electoral distante —salvo imprevistos relacionados con el caso legal de Huawei, que podrían reavivarlo de una forma menos deseable— parece querer mantener un perfil bajo, gobernando con la seguridad de quien ya ha conquistado las últimas esferas del poder. Pero su nombre, aunque sigue vigente, ya no es intocable. La gente lo respeta, pero ya no lo sigue con la misma convicción. Las expectativas frustradas y la percepción de un proyecto sin impulso dan paso a una crítica oculta que, aunque no se expresa, comienza a abrirse camino. E incluso la prensa (la libre, como nuestro periódico), ante ciertas evidencias, ya no cree en él.

La posición de Enzo Ferrandino es más compleja, ya que se acerca el final de su mandato y se enfrenta a importantes interrogantes sobre su futuro. ¿Debería presentarse o no a las próximas elecciones regionales? Esta es la pregunta que se cierne incluso entre sus cada vez más divisivos partidarios. El alcalde de Ischia se enfrenta a una disyuntiva: seguir cultivando un consenso local ya erosionado o intentar lanzarse a una contienda que requiere energía, alianzas, recursos financieros y una imagen sólida. Pero es precisamente esta última imagen la que se resquebraja. El descontento se extiende entre los residentes, los comerciantes, los empresarios que se sienten desatendidos, las aldeas periféricas que se quejan de abandono y los concejales que empiezan a mirar hacia otro lado.

Y luego está la cuestión crucial de su sucesor. ¿Quién asumirá el relevo de Enzo Ferrandino? Y, sobre todo, ¿quién lo apoyará abiertamente? Los nombres que circulan son escasos y, según muchos, carecen de un verdadero poder unificador más allá del traspaso de poderes. Existen temores legítimos de un vacío político, pero también de una fragmentación de las propuestas (incluso las de una minoría inexistente), lo que podría convertir las próximas elecciones en un ajuste de cuentas en lugar de una transición. En este contexto, incluso los intentos de recuperar un papel central en las relaciones institucionales parecen tardíos o carentes de impacto. Las carreras de los dos alcaldes, por lo tanto, abarcan dos escalas temporales diferentes, pero con un hilo conductor claro: el desencanto gradual de un electorado que durante mucho tiempo los apoyó, pero que ahora comienza a mirar hacia otro lado. El consenso ya no es unánime ni espontáneo. Requiere explicaciones, respuestas, visiones. Y, sobre todo, requiere credibilidad, mucho más allá de la clientela.

Mientras tanto, la disidencia silenciosa observa, registra y crece. No hace ruido, pero puede decidir el destino político de ambos.

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