Porque la historia de Alice y Teddy es mucho más de lo que parece


El osito de peluche labrador
Cuando Alice volvió a abrazar a Teddy tras 53 días de separación forzada, sus ojos por fin se iluminaron de nuevo, y con ellos, el deseo de vivir, de comer, de tener esperanza. La historia de Alice, de 12 años, finalmente se resolvió, pero debe quedar como lección para todos: comprender que, a menudo, las reglas no son muros indestructibles, sino que su interpretación requiere humanidad. Es brasileña, pero tuvo que mudarse con su familia a Lisboa por motivos laborales de su padre, médico. La pequeña padece Trastorno del Espectro Autista No Verbal (TEV), diagnosticado por los médicos de Río de Janeiro, quienes le asignaron como terapia la cercanía de un perro, precisamente el labrador Teddy, quien le proporciona el apoyo emocional esencial para vivir su discapacidad de la mejor manera posible. Y para transmitir con su mirada, el movimiento de sus manos y su cuerpo lo que no puede explicar con palabras.
Pero el 8 de abril, cuando la familia de Alice se presentó en el aeropuerto Tom Jobim de Carioca para abordar un vuelo de Tap, la aerolínea nacional portuguesa le negó a Teddy el derecho a viajar en la cabina junto a Alice, a pesar de la recomendación médica. Hubo momentos de pánico, en busca de una solución, pero las autoridades se mantuvieron firmes: o Teddy viajaba en la bodega con el resto del equipaje o lo dejarían en tierra. Ni siquiera la última petición de Hayanne Porto, la hermana mayor de Alice, fue aceptada. El viaje transoceánico sin Teddy —7.800 kilómetros con un tiempo de viaje de aproximadamente 9 horas y media— fue muy difícil para la familia, que tuvo que resolver varias crisis en la pequeña, cuya tranquilidad solo se manifestaba al acariciar al labrador, quien respondía cariñosamente con su pata.

Se hicieron dos intentos más para que Teddy volara como algo más que un simple equipaje, ambos sin éxito, hasta que hace unos días, tras hacerse efectiva una orden judicial de Río de Janeiro, Tap tuvo que llevar al perro a bordo con los demás pasajeros, siempre que estuviera acompañado por un instructor profesional. La familia no pudo haber elegido mejor: acompañaba a Teddy un oficial de la Policía Militar con base en São Paulo, Ricardo Cazarotte, considerado el mayor experto del país en adiestramiento canino.
Su experiencia permitió a los demás pasajeros del Tap A330 no sentirse en riesgo, como temía el Manual de Operaciones a Bordo, según el cual el animal podría haber constituido un grave peligro para los pasajeros. Así, el viernes por la noche , Teddy, Ricardo y la propia Hayanne (que se había quedado en Brasil para seguir de cerca la situación) pudieron desembarcar en el aeropuerto General Delgado de Lisboa y encontrar a Alice . En ese momento, la niña dormía y, en la puerta de embarque, Teddy fue recibida por su madre.
El reencuentro tuvo lugar a la mañana siguiente: la sorpresa para Alice fue grande, al igual que el abrazo que le reservó a su amigo, que no es un simple "perro de servicio", como lo define una norma poco empática. "Fueron momentos maravillosos". – Dice el padre de Alice: «Durante estos 53 días de separación, mi hija estuvo triste; perdió cinco kilos y sus convulsiones aumentaron. Temíamos lo peor para ella, pero ya el sábado, con la llegada del perro, notamos una gran mejoría. La contribución de Teddy, además de las terapias médicas, fue indispensable».
La familia, una vez superada la emoción, deberá decidir si continúa con la demanda civil interpuesta contra la aerolínea nacional portuguesa, a la que pretenden imputar los daños morales indudablemente sufridos. La indemnización solicitada asciende a unos 20.000 euros. Mientras tanto, la madre de Alice por fin puede celebrar y enviar un mensaje. «Teddy es un apoyo vital para la enfermedad de mi hija. Mi lucha —dice— es por Alice, sí, pero no solo por ella. Es una lucha colectiva, una lucha de varias familias, de varias criaturas y de muchos adolescentes y adultos, personas con deficiencias pero que ven sus derechos negados constantemente. Como si fueran personas invisibles. A Alice se le negó el derecho a tener el perro de servicio a su lado en este vuelo y se arriesgó a sufrir graves consecuencias que quienes cometieron el error tendrán que pagar».
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Luce