Sociosanitaria: despegan los contratos de red

La unión hace la fuerza en el sector del bienestar, especialmente a la hora de generar masa crítica en foros de debate o participar en licitaciones públicas. Las empresas del sector sanitario y socio-sanitario ocupan el primer puesto en cuanto a número de empresas que han firmado un acuerdo de red, la herramienta de cooperación establecida por la Ley 33/2009 que permite a múltiples emprendedores unir fuerzas para aumentar, individual y colectivamente, su capacidad de innovación y competitividad en el mercado. Esta es la conclusión de la última encuesta, actualizada a 2024, del Observatorio Nacional de Redes Empresariales, una colaboración entre RetImpresa (Confindustria), InfoCamere y la Universidad Ca' Foscari de Venecia. El informe no solo analiza las llamadas empresas "en red", sino que también explora las razones que las llevan a federarse y el impacto de esta unión en la gobernanza de sus empresas asociadas. En términos absolutos, las empresas que operan en servicios sociosanitarios ocupan el noveno lugar de los diecisiete sectores económicos encuestados (con el sector agroalimentario, la construcción y el comercio a la cabeza). Abarcan 1.756 de las 46.746 empresas manufactureras, lo que equivale al 3,8% del total. Sin embargo, también ocupan el primer lugar en densidad, junto con los servicios turísticos: 365 empresas de "red" por cada 10.000 empresas registradas, en comparación con las 135 del sector agroalimentario, por ejemplo, líder tanto en términos absolutos (10.212) como porcentuales (21,8%).
El contrato de red es un acuerdo formal mediante el cual múltiples entidades aúnan recursos intelectuales y materiales, como personal y oficinas. Es básicamente como crear una nueva empresa que participa en licitaciones como consorcio. No es casualidad que sea una forma jurídica reconocida por el Código de Contratación Pública. Sobre todo, crea una red casi permanente y estratégica entre múltiples entidades, a diferencia de las asociaciones temporales de empresas o los consorcios de propósito específico (ATI y ATS), que están vinculados a actividades, contratos y procedimientos de licitación específicos, explica Gianpietro Losapio, director general y vicepresidente del Consorcio Nacional Nova, que reúne a 18 grupos nacionales de empresas sociales en 15 regiones. Un estudio específico del Observatorio destaca cómo el contrato de red está cada vez más extendido entre asociaciones, cooperativas y fundaciones, especialmente en su forma híbrida. Cabe destacar la creación de alianzas entre empresas con y sin fines de lucro. Estas alianzas, explican los investigadores, son «la expresión de una visión estratégica de agregación que se concreta en el compromiso de crear nuevas formas de colaboración, extendiéndose a entidades distintas a las empresas, para difundir al máximo la cultura de la colaboración y la cogeneración de valor para las personas y las comunidades». La cuestión es que las empresas con ánimo de lucro parecen más interesadas que el tercer sector. Este hecho no sorprende a Giusi Biaggi, presidenta del Consorcio Gino Mattareli-CGM, que agrupa a 451 cooperativas y 42 consorcios miembros. La sensación es que, en el sector social privado, la idea de la creación de redes, incluso a través de otros instrumentos jurídicos como el consorcio nacional de cooperativas sociales, está perdiendo atractivo. Durante décadas, la red de consorcios ha sido el motor del desarrollo de las empresas sociales en Italia, tanto en tamaño como en alcance. Sabemos que esta herramienta de consorcio se ha abandonado en muchas partes de Italia por diversas razones: la excesiva competencia interna, el crecimiento de las cooperativas y la consiguiente internalización de muchos servicios, y el cuestionamiento de la herramienta del contratista general —explica el director de CGM—. Esta opinión es compartida por Losapio, quien señala que entre las organizaciones del tercer sector «no existe mucha competencia amistosa ».
Pero ¿cómo se estructuran las redes en el sector de la salud y la asistencia social? El Observatorio, basándose en una muestra de 633 alianzas, investigó la prevalencia de las redes: verticales, que involucran a empresas que operan en etapas complementarias a lo largo de la cadena de producción; horizontales, compuestas por empresas que operan en el mismo segmento de mercado y que combinan recursos y experiencia para lograr economías de escala, ganar mayor visibilidad, ampliar su gama de productos o acceder a nuevos mercados; y, finalmente, mixtas, que representan una combinación de las dos anteriores. En los servicios de salud y asistencia social, las redes verticales son particularmente prevalentes, representando el 60% (el porcentaje promedio para todos los sectores económicos es del 45,47%), en comparación con el 30% de las redes horizontales (el promedio general es del 29,61%) y el 10% de las redes mixtas (24,92%). El problema de la cadena de suministro que surge de la prevalencia de redes verticales es muy interesante. Esto nos indica que las empresas que operan en servicios sociales y sanitarios optan por aunar esfuerzos, aprovechando la capacidad de respuesta de las entidades participantes en las diferentes etapas del proceso de producción. Y, sobre todo, la agregación se forma en torno a un tema, producto o servicio específico, y no se trata, en cambio, de una alianza amplia. Sería interesante comprender hasta qué punto los acuerdos de red así establecidos también son capaces de realizar investigación, desarrollo y, en consecuencia, inversiones para generar nuevas respuestas transformadoras. O, por el contrario, si estas redes tienen como único objetivo asegurar mayores cuotas de mercado», pregunta Biaggi de CGM.
¿Qué impulsa el trabajo en equipo? El objetivo principal de las redes sociales es aumentar el poder de negociación, seguido de la participación en licitaciones y contrataciones. El Observatorio, otro aspecto clave de la investigación, examinó los principales mecanismos de gobernanza y coordinación de las redes. En los servicios sociales y de salud, la influencia del presidente, con una participación del 80%, es la más alta de todos los sectores analizados (60,19%), mientras que la asamblea está presente en el 72,5% de los casos (60,19%) y el órgano paritario en el 62,5% (63,51%). "Creo que esta elección está vinculada a que el sector social, y en especial el sector salud, requiere un liderazgo altamente especializado; considere el caso del médico que dirige varias clínicas", observa Losapio, del consorcio Nova. Otros mecanismos utilizados en este sector con porcentajes superiores a la media incluyen tanto la oficina administrativa (52,50% frente al 38,70%) como la oficina de comunicación (30% frente al 23,70%). Finalmente, el gestor de red está presente en el 27,5% de los casos, en línea con la media del resto de sectores.
Crédito de la fotografía: Consorcio CGM/Archivo VITA
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