Abajo quien confunde un partido con un acontecimiento

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Mañana a las 13h en Goodison Park se jugará el Everton - Southampton, un partido inútil para la clasificación -los Toffees están a salvo y demasiado lejos de la zona europea, los Saints ya han descendido- y sin embargo muy importante: será el último que dispute el Everton en este estadio. El nuevo estadio obviamente es una porquería para aquellos que realmente aman el fútbol, ​​y deja extasiados a los onanistas de la experiencia que dicen evento en lugar de partido, beben refrescos y prefieren xG a coño. Goodison Park fue construido en 1892, es parte de la historia de Inglaterra y también de la del Everton y, obviamente, ya no se adaptaba a las necesidades del fútbol moderno, que se centra más en el entretenimiento que en la pertenencia. Vayan a leer en el Guardian (perdón por la palabrota) la hermosa historia que contaron sobre este antiguo y hermoso estadio, entrevistando a fanáticos de los Toffees sobre lo que significa ir a ver jugar a su equipo en esas gradas cada dos semanas: personas que "si los abriera sangrarían azul", personas que han esparcido las cenizas de sus padres fanáticos en el campo, recuerdos vinculados a partidos épicos, jugadores legendarios, incluso derrotas terribles. “Para mí la familia es algo importante porque ahí me dijeron que era evertoniano”, afirma un entrevistado. “No tuve elección, el padre de mi padre era del Everton, eso es todo, nunca hubo elección, simplemente lo dejamos pasar”. Permítanme, pues, brindar por el patriarcado evertoniano, por aquellos que mañana darán el último adiós a los cimientos de sus vidas. Pero no será derribado. Peor aún: se convertirá en el estadio del equipo femenino.

Y aquí tengo que darle crédito al jefe políticamente correcto del Guardian, ya que incluso ellos dejaron escapar un "todo el mundo sabe que no será exactamente lo mismo", y no solo por las obras de renovación que habrá que hacer de todas formas. Mientras tanto, leí con aburrida sorpresa la noticia sobre Mostafa Mohamed, el delantero egipcio del Nantes que decidió por tercer año consecutivo no salir al campo durante la jornada contra la homofobia y fue obviamente multado y catequizado por aquellos que piensan que el fútbol debería ser una bandera para ondear por una causa diferente cada fin de semana. ¡Qué fastidio! A Mohamed le parece bien que juegue en Francia. De todos modos, finalmente hay un suministro de rubia para abastecerse en los próximos días: el miércoles es la final de la Europa League entre los dos perdedores de la Premier League de este año, Tottenham y Manchester United. Vamos a Bilbao y que gane el mejor, aunque en este caso es mejor decir el menos peor.

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