El inesperado Palacio de Cristal de Oliver Glasner


Foto Ap, vía LaPresse
fútbol
El equipo londinense ganó su primer torneo, la FA Cup, venciendo al Manchester City.
Hay una escena en Jerry Maguire, la película de 1996 en la que Tom Cruise interpreta el papel de un agente deportivo sin escrúpulos que enfrenta una crisis existencial y un punto de inflexión en su carrera, en la que el protagonista intenta recuperar a su esposa, Renée Zellweger, con un discurso conmovedor que es interrumpido de repente por la mujer: "Ya me tenías con el ciao". Esta escena volvió a cobrar protagonismo hace unos días cuando Siegmund Gruber recordó la entrevista de trabajo de Oliver Glasner en el Lask: por aquel entonces, sólo llevaba dos temporadas como entrenador del primer equipo, con el Liefering, el equipo de desarrollo del Salzburgo, y con el Ried, club en el que había transcurrido prácticamente toda su carrera como jugador. “Empezó a hablar y fue como aquella escena de Jerry Maguire”, dijo Gruber sobre el hombre que lleva días en las portadas de los tabloides ingleses: le dio la FA Cup al Crystal Palace, venciendo al Manchester City de Pep Guardiola en la final y llevando a los londinenses a ganar el primer trofeo de su historia .
Es un producto más de la escuela Red Bull y sin embargo su carrera en los banquillos nació de una casi tragedia, una hemorragia cerebral que puso fin a su carrera futbolística, que llegó después de un accidente aéreo que le obligó a pasar por el quirófano. Un aprendizaje como asistente en el Salzburgo, la dirección del mencionado Liefering, luego un año en su querido Ried y el traslado al LASK, un club que se encontraba en un periodo de reconstrucción. Una elección que va a contracorriente, pasando de la primera a la segunda serie austriaca, vislumbrando el potencial del proyecto. Parecía estar en racha cuando llegó al Wolfsburgo, y no se puede decir que le faltaran resultados: después del séptimo lugar en su primer año, en su segunda temporada se aferró al cuarto puesto, que le valió un lugar en la Liga de Campeones. Pero en esa experiencia, Glasner descubrió lo difícil que es interactuar con jugadores y ejecutivos que no se alinean con su forma de pensar. Discutió abiertamente con el capitán Guilavogui y el director deportivo Schmadtke, hasta que rompieron. En Frankfurt, por el lado del Eintracht, la obra maestra: la victoria de la Europa League en la primera temporada, sacrificando el campeonato para levantar la copa en el cielo de Sevilla después de una final muy igualada con el Rangers y unas cabezas muy pesadas limadas durante la competición, del Betis al Barcelona pasando por el West Ham.
Llegó al Palace como un tsunami, heredando el equipo de manos de un tótem de Selhurst Park como Roy Hodgson, obligado a dar un paso al costado por enfermedad en febrero de 2024, con el equipo justo por encima de la línea de flotación. Un cambio total de enfoque y de ideas, un triple salto hacia la modernidad. Hizo brillar los talentos de Eze, Mateta y Sarr, contó con la solidez de Guehi. Ahora corre el riesgo, al igual que las joyas que entrenó, de acabar en la mira de los grandes equipos. Pero Glasner siempre ha optado por ir contra la corriente y, quién sabe, quizá decida quedarse. Quizás todavía haya tiempo para el gran salto.
Más sobre estos temas:
ilmanifesto