El partido de parejas en el Nápoles y el Milán

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Érase una vez, el entrenador bastaba, con su historia, su cara, su nombre. Hoy en día, es necesario construir una pareja, salvo raras excepciones. Entre éstas, sobre todo la de Bolonia, donde Italiano y Sartori, también el año que viene, se amarán a distancia, cada uno en su casa. Sartori viaja por el mundo sin siquiera compartir consigo mismo sus datos de contacto por miedo a traicionarse, Italiano en Casteldebole trabajando con el equipo, diseñando un juego hecho de presión, defensa alta y muchos hombres al ataque, como bailarines en mallas girando. Luego está el Nápoles , donde la dupla ADL-Antonio sigue siendo diferente, y lo será hasta que Conte se siente en el banquillo. A Aurelio De Laurentiis generalmente le gustaría sentarse a la mesa y opinar sobre todo (y lo entiendo un poco), pero con Conte nadie puede opinar sobre los platos, solo comer con la boca cerrada. El técnico del Nápoles no es de los que le gusta el ruido de las palabras ajenas, cualquier interferencia le pone nervioso . Incluso Manna, el excelente director que creó un gran mercado, mantiene la distancia, como un jefe indio dentro de su tienda.

El resto son parejas en proceso de preparación, casi todas multicolores, pensando en el famoso arcoíris. Siento mucha curiosidad por el dúo Allegri-Tare y trataré de explicar por qué. Max de Livorno es un tipo sencillo, dice lo que piensa y no pierde el tiempo en charlas inútiles. Igli Tare es un albanés con aspecto de Hamlet y una voz suave. Habla muy poco y cuando lo hace, lo dice. De la experiencia con Lotito, aún siente el deseo de no estar allí, en el buen sentido de la palabra, dada la omnipresencia de Lotito en todo momento (parece que sólo duerme durante algunos eclipses). Manteniéndose en silencio, Allegri y Tare podrían entenderse bien en un Milan donde todavía no se entiende el papel de la tercera rueda, Ibrahimovic. Incluso si él fuera el amante, ya estaría bastante comprometido, el macho con cola.

A la espera de las próximas bodas de Juve y Atalanta, volvamos a Roma, donde todavía se espera a Gasperini delante de alguna antigua iglesia . Las bodas de plata con Rainieri serían las más hermosas del año, por esas propuestas que acompañan a las parejas mayores. Qué bonito ver a dos personas tan maduras apreciándose mutuamente, con destellos de sentimiento compartido por un juego colectivo y vertical, hecho de coraje y movimientos sorpresa, pero ¿cuándo se oficializará la boda? Nadie lo sabe todavía, no hay testigos, ni siquiera un sacerdote. Cerrando el partido de parejas está la Fiorentina, que viene de una dolorosa separación. Su hijo Raffaele abandonó a su padre Rocco, decepcionado por una cosa u otra. Me pareció un drama, algo teatral, o quizás psicológico, una clásica traición familiar, donde entre un hijo y un padre alguien miente. Quizás para hacerse notar un poco.

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