El sueño de dos jóvenes se convierte en un torneo: la "Liga Serrara". La final es el 23 de julio.


Una tarde de primavera, mientras la calma del mar acompaña el lento paso del ferry, la energía rebosa en los niños. Con el mismo chándal, se mueven en grupo, cargados de mochilas y risas, aún inmersos en las historias del partido que acaban de jugar. Es Epomeo ASD, un equipo de adolescentes de entre trece y catorce años, recién llegados de la final de un campeonato regional que los mantuvo cautivados hasta el final. El colegio está a punto de terminar, y con él, esa edad suspendida entre la infancia y el primer paso hacia la edad adulta, marcada para muchos por el temido pero emocionante examen de octavo grado. Sin embargo, entre risas y charlas, dos niños se mantienen apartados. Sentados uno frente al otro, hablan intensamente, como si nada más existiera. Están imaginando un futuro, ya construyendo una idea.
Giovanni Gallo tiene catorce años, Mario Iacono trece. Son amigos, compañeros de equipo y los une una pasión que perdura hasta el final de la temporada: el fútbol sala. Pero no es solo el deseo de seguir jugando lo que los impulsa a planificar. Hay más: quieren crear algo que mantenga vivas las tardes de verano, algo que los una, algo que los reúna incluso fuera del campo. En una época en la que a los niños se les suele criticar por preferir la pantalla a la vida real, Giovanni y Mario están cambiando las tornas. No piden un videojuego, no buscan refugio tras un celular. Piden una oportunidad. Y si no existe, están listos para construirla con sus propias manos.
Así nació la idea de la "Liga Serrara", un torneo de verano de fútbol sala para jugadores nacidos en 2011, 2012 y 2013. Tras esa primera conversación en el ferry, se produjo una reunión más concreta. Los dos amigos escribieron las reglas: equipos de cinco a siete jugadores, una cuota de inscripción de 30 € por equipo para cubrir gastos esenciales: la copa, un folleto informativo y el alquiler del campo municipal de Serrara Fontana. Los folletos circularon, tanto impresos como en línea, y la respuesta superó todas las expectativas.
Seis equipos de los municipios de Serrara Fontana, Forio y Barano participaron en el torneo, que se celebró del 13 al 17 de julio. Sant'Angelo, Epomeo y Calimera representaron a Serrara Fontana; del mismo municipio de Forio, el equipo Zio Giovanni TIM, en representación de la aldea de Panza, representó al equipo; de Barano, salieron al campo Barano FC y Buonopane Sport. Se jugaron dos partidos cada día: uno a las 18:00 y otro a las 19:00. El calor no desanimó ni a los atletas ni al público, que acudió en masa a animar a los jóvenes campeones en ciernes.
Si bien la idea surgió de dos jóvenes, también es cierto que la comunidad adulta los escuchó y apoyó. Los padres estuvieron al frente, por supuesto, pero también la Comisión Municipal y la alcaldesa Irene Iacono, quien proporcionó el campo y apoyó con entusiasmo la iniciativa. Sin olvidar a los árbitros, voluntarios entre voluntarios, que aportaron credibilidad y orden a los partidos.

El torneo no fue solo un éxito. Fue un éxito. Y no solo por su éxito logístico ni por la asistencia. La "Liga Serrara" encarnaba un principio tan simple como ignorado: el deporte une. Giovanni y Mario, a su corta edad, hicieron algo que muchos adultos no saben o no quieren hacer: mirar más allá. Escucharon las historias de los adultos, las anécdotas de rivalidades entre las aldeas en los años 80 y 90, y decidieron responder con juego. No con palabras, sino con un balón y un apretón de manos entre municipios y aldeas, donde antes había divisiones.
La final se jugará el 23 de julio, de nuevo en el campo municipal de Serrara Fontana. Un equipo levantará la copa, por supuesto, pero los verdaderos ganadores ya están claros: son Giovanni Gallo y Mario Iacono. Han demostrado que soñar no es en vano, que actuar es posible, que la paz —incluso la que parece demasiado grande para dos adolescentes— puede empezar en un campo deportivo y con seis equipos reunidos para jugar.
Lo que hicieron no fue solo un torneo. Fue una lección. Para todos.
Il Dispari