Los bancos populares acompañan a los ciudadanos desde hace 75 años

La Confederación Internacional de Bancos Populares
El aniversario que se celebra en Marsella es una oportunidad para recordar la importancia vital del crédito popular, especialmente en tiempos inciertos como los actuales.

La Asamblea de la Confederación Internacional de Bancos Populares se celebrará en Marsella del 4 al 6 de junio para celebrar el 75º aniversario de su nacimiento. Este aniversario también tiene un significado especial para Italia. Además de la contribución teórica y práctica del economista y estadista italiano Luigi Luzzatti al nacimiento de muchos Bancos Populares en Europa y más allá, el movimiento internacional de Crédito Popular ha podido contar con la contribución de los Bancos Populares italianos que han jugado un papel esencial en el nacimiento y desarrollo de la organización con sede en Bruselas.
El 24 de junio de 1950 se firmó el Tratado de Saint-Malo , que creó la Confederación Internacional de Crédito Popular (que más tarde se convertiría en CIBP – Confederación Internacional de Bancos Populares), y nosotros también estuvimos allí, como miembro fundador. Unos meses más tarde, en octubre de 1950, Roma acogió el Congreso descrito en el número de octubre-noviembre de 1950 de la Banking Review como «un trabajo incesante encaminado a reconstruir los vínculos de pensamiento, de intereses y de comprensión mutua entre los pueblos, un trabajo que exige perseverancia y gran paciencia y que [...] ha ido tomando forma desde 1946 bajo la presión de las necesidades políticas y económicas, pero también del generoso impulso de hombres eminentes» . Era el año 1950 y sólo siete años después llegaría el Tratado de Roma por el que se establecía la Comunidad Económica Europea, embrión de la actual Unión Europea.
Han pasado setenta y cinco años desde entonces. Años en los que el movimiento internacional del Credito Popolare ha crecido hasta convertirse en protagonista de una cooperación global con más de 250 mil instituciones, 600 millones de socios y mil millones de clientes, 14,700 mil millones de euros de cobros y 9,800 mil millones de euros de inversiones, equivalentes al 15% y al 10% del PIB mundial respectivamente. Cifras importantes que dan cuenta del alcance de la Cooperación Bancaria Global, una realidad en continua evolución que conoce una dinámica de crecimiento especialmente rápida. Setenta y cinco años en los que, por una parte, se ha impuesto al mundo una globalización, ahora en crisis, que ha aumentado las desigualdades construyendo una sociedad cada vez más fragmentada, por otro, quizás precisamente como respuesta a las distorsiones de la globalización, nuestro movimiento no sólo ha demostrado toda su capacidad de resistencia y resiliencia, sino que se ha extendido y fortalecido, respondiendo a la necesidad de nuestra sociedad de volver a ser comunidad, también en lo que respecta al mundo bancario.
En todo el mundo, los valores de la cooperación en general y de la banca en particular se redescubren y recuperan fuerza, como lo demuestran las numerosas iniciativas marcadas por un gran dinamismo y múltiples formas y declinaciones. Por tanto, ofrecer a los bancos cooperativos una red para mejorar su colaboración, compartiendo información, experiencias y formación, para compartir su peso específico en sus respectivas instituciones a todos los niveles, estatal y supranacional, y para contribuir a la búsqueda del bienestar económico y social, en particular a la mejora de las condiciones de vida de los trabajadores, los empresarios y las familias: ésta es la tarea que se necesita y que nos espera en el futuro próximo.
Una oportunidad extraordinaria también proviene de la Asamblea General de las Naciones Unidas, que ha declarado 2025 Año Internacional de la Cooperación. El impacto global del modelo cooperativo en la economía y en particular en la economía real, a la luz de la gran incertidumbre geopolítica, puede de hecho representar una valiosa contribución para abordar los desafíos abiertos, con vistas a la implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para 2030, como también subrayó el Secretario General de la ONU, António Guterres , destacando la importancia del mundo cooperativo en el contexto de la próxima Segunda Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social ( WSSD2 ), prevista para noviembre de 2025 en Qatar. La elección de la ONU de poner de relieve esta realidad de la vida social y económica nace de una necesidad reconocida y generalizada de nuestra sociedad, cada vez más globalizada, mercantilizada y desubjetivizada, que sin embargo, precisamente por ello, vuelve a necesitar comunidad y encuentra en la cooperación internacional una vía para redescubrir los valores de la solidaridad y de la fraternidad. Una sugerencia, por tanto, pero también un desafío.
«La cooperación crediticia es una liga internacional invisible, dedicada al bien público. Nosotros, tan diferentes en origen, tendencias, clima, tenemos ese punto común de reciprocidad en el ahorro que nos une. "Elevar a los trabajadores mediante el crédito, que es una fuerza moral antes de convertirse en una fuerza económica, convencerlos de que su futuro económico reside en esta fuerza moral, esa es nuestra misión, lo cual basta para justificar nuestra solidaridad." Con estas palabras, en 1889 Luzzatti saludó el primer Congreso de los Bancos Populares franceses. Palabras que conservan una relevancia impresionante. Estamos en otro siglo, en otro milenio, podríamos decir, incluso en otro mundo, pero la Cooperación Bancaria sigue conservando intacta la razón de su existencia gracias a los valores que constituyen sus fundamentos y columna vertebral: la cooperación y la subsidiariedad, valores inherentes a la naturaleza de la persona humana y que los fundadores consideraron indispensables para construir una Europa de paz y de solidaridad.
*Secretario General de la Asociación Nacional de Bancos Populares
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