Meloni y Sánchez, las gemelas bancarias


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Las prescripciones de Madrid sobre BBVA-Sabadell, como las de Roma sobre Unicredit-Bpm: los dos primeros ministros comparten un uso algo informal del poder dorado en las operaciones bancarias. Una deriva peligrosa para la Unión Bancaria y la integración de los mercados de capitales.
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¿Qué tienen en común Giorgia Meloni y Pedro Sánchez ? El uso, con cierta ligereza, del poder dorado en las operaciones bancarias. El gobierno socialista de Madrid ha obstaculizado la adquisición de Banco Sabadell por parte de BBVA: la operación de 14.000 millones de euros solo podrá seguir adelante con la condición de que «durante los próximos tres años, ambas compañías mantengan entidades jurídicas distintas y activos separados, así como autonomía en la gestión de sus actividades» , según declaró el ministro de Economía, Carlos Cuerpo. La prohibición puede prorrogarse dos años más, hasta un máximo de cinco. Esto supone un duro golpe para la operación que pretende generar valor mediante la integración de ambos grupos, formando un gigante con 140.000 empleados en todo el mundo que combina la proyección internacional de BBVA (especialmente en Latinoamérica) y la sólida posición de Sabadell en el mercado español de las pymes. Pero la oferta del BBVA (el segundo grupo español) es considerada hostil por la dirección del Banco Sabadell (el cuarto grupo español) y por los políticos, por los temores a repercusiones en el empleo y por la presión territorial de Cataluña, una región donde Sabadell está muy presente y que es crucial para el apoyo al tambaleante Gobierno de Sánchez.
Es una historia que recuerda mucho a la italiana: la oferta pública de intercambio de Unicredit (el segundo mayor grupo italiano) para adquirir Banco Bpm (el cuarto mayor banco italiano), considerada hostil por la dirección y el gobierno de Meloni, que impuso restricciones y requisitos a Unicredit. De igual manera, en Alemania, el gobierno de Merz (y antes de él, Scholz) está obstruyendo la oferta de Unicredit por Commerzbank, por las mismas razones políticas, pero más relacionadas con el mercado. Es una deriva peligrosa, porque significa la muerte definitiva en Europa de la Unión Bancaria y la integración de los mercados de capitales : si los gobiernos incluso impiden las adquisiciones nacionales, ¿cómo podemos esperar adquisiciones transnacionales? Pero, de esta manera, ¿cómo cree Europa que puede competir con Estados Unidos a nivel global?
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