El caso Prato y la CGIL que no está


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Editoriales
En la ciudad toscana, los Cobas han conseguido romper el muro de silencio en defensa de los derechos básicos de los trabajadores, mientras el mayor sindicato italiano sigue librando la anacrónica batalla contra la Jobs Act.
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La atención se centra en los referendos y la anacrónica batalla contra la Ley de Empleo . El mayor sindicato italiano está gastando a su líder, su influencia social, su reputación e incluso mucho dinero para demostrar su fuerza y su capacidad de controlar a distancia a la izquierda italiana. Sería interesante que, mientras tanto, solo una parte de esos focos y de las energías de la CGIL se dirigiera hacia Prato. Allí, en el distrito textil paralelo donde el emprendimiento chino reina con supremacía, están sucediendo varias cosas que merecen atención, movilización y demostración de esa fuerza . No solo el crimen organizado está ganando terreno en un sistema de producción que permanece sustancialmente sumergido, sino que incluso la simple observación de la acción de los sindicatos da que pensar.
La perseverancia de los llamados Sudd Cobas ha logrado romper el silencio y obtener resultados. No solo en términos de agitaciones, huelgas y protestas, sino también en la consecución de acuerdos que han restaurado algunos derechos básicos de los trabajadores pakistaníes que pueblan los almacenes de los propietarios chinos, como la jornada laboral de ocho horas por cinco, el derecho a vacaciones, la baja por enfermedad, etc. La acción de los Cobas se ha visto respaldada por una actitud proactiva de la justicia local, muy preocupada por el efecto combinado del avance de la mafia y la esclavitud . El gran ausente es el sindicalismo confederal, incapaz de encontrar el hilo de la madeja y acorralado. El resultado es legitimar la acción de los Cobas, que ya están presentes en el sector de la logística y el transporte, pero también desaprovechar la acción de un sujeto fundamental para recuperar elementos de cohesión social. Está claro que negociar es cansado y más aún en las condiciones extremas de Prato pero nuestra modesta propuesta al Cgil se puede resumir así: ¿en la próxima invitación al enésimo programa de entrevistas podríais responder "no, gracias, ya me he comprometido a ir a Prato"?
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