Meloni habla con Macron, una alianza obligada a responder a EEUU

ROMA – PARÍS – Primero Emmanuel Macron , luego Giorgia Meloni . En cuestión de días, los dos líderes europeos se vieron superados en sus respectivos intentos de mediación con Washington, y ciertamente puestos a prueba. El presidente francés vio evaporarse su plan europeo de alto el fuego en Ucrania, archivado en cuestión de minutos por Donald Trump durante una conversación telefónica con sus aliados. La primera ministra italiana, por su parte, se vio expuesta después de haber intentado establecer un diálogo con la Casa Blanca en el frente comercial, poniendo a Ursula von der Leyen y a JD Vance en la misma mesa. Un diálogo que ahora está en crisis por la nueva amenaza de un aumento de aranceles contra Europa.
Un doble golpe duro que refuerza una conciencia tanto en París como en Roma: frente a la imprevisibilidad del presidente estadounidense, es necesaria una convergencia entre las capitales europeas. En nombre de un interés superior. Con realismo “necesario”. Así pues, tras semanas de escaramuzas, Macron y Meloni vuelven a hablarse. Se produjo un contacto telefónico entre ambos mandatarios que fue calificado de “positivo” por sus respectivos entornos. Esto ciertamente no borra algunas divergencias profundas entre Francia e Italia, pero marca un punto de inflexión pragmático en el método. Ambos saben que el tiempo se acaba. Y para no arruinar cualquier perspectiva de negociaciones sobre Ucrania, se necesitan dos movimientos decisivos: eliminar a Rusia y mantener a Donald Trump en la mesa.
La llamada telefónica del presidente estadounidense con sus aliados el martes, poco después de su reunión con Vladimir Putin , tuvo el efecto de una ducha fría. En París, como en Roma, ha sonado la alarma: la mediación estadounidense corre el riesgo de disolverse. Existe un temor real en todas las cancillerías europeas de que Trump, cada vez más frustrado por la falta de resultados en el expediente ucraniano , abandone el juego diplomático, reforzando su narrativa de "una guerra entre europeos".
Macron y Meloni decidieron entonces retomar el contacto. El tono de la conversación, según fuentes francesas, fue "constructivo". Los dos líderes tenían un punto en común: Moscú no puede dictar el momento, las condiciones y el formato de las negociaciones. El objetivo común es demostrar que el estancamiento no es culpa de Occidente, sino del Kremlin. Y sacar a Putin de la ambigüedad. Para Meloni, un razonamiento es especialmente válido: la situación es tan crítica que "no tiene sentido dividir".
La hipótesis de una cumbre en el Vaticano, lanzada por Trump como sugerencia tras la llamada telefónica con Putin y sostenida con compromiso por Roma, ahora parece superada, pero para Meloni sigue siendo un punto político importante. Palazzo Chigi afirma haber relanzado la idea, ayudando a exponer otro cierre ruso. Dado el fracaso del Vaticano, la mediación turca sigue sobre la mesa. Recep Tayyip Erdogan sigue presentándose como un interlocutor creíble, aprovechando los canales abiertos con Moscú. Pero es Suiza –relanzada por Macron y apoyada por Berlín y Londres– la que representa hoy el camino más concreto. Meloni la apoya, siempre respetando el principio de que hay un interés superior en este momento. Y que las alternativas, empezando por la retirada estadounidense, son mucho peores para los países europeos.
Pero el camino suizo es cuesta arriba. "Putin se está tomando su tiempo", confiesa una fuente implicada en la coordinación entre europeos. Por eso estamos trabajando en una reunión técnica, limitada a cuestiones humanitarias: el destino de los niños ucranianos deportados, el intercambio de prisioneros, la protección de la central eléctrica de Zaporiyia y la recuperación e identificación de los cadáveres. En estos expedientes, la diplomacia vaticana sigue desempeñando un papel activo, manteniendo abiertos canales confidenciales tanto con Kiev como con Moscú. Y no se puede descartar que el Vaticano, aunque no sea el anfitrión directo de las conversaciones, pueda actuar como un puente discreto sobre algunos de los temas más delicados. Para Roma, es también una manera de permanecer dentro del perímetro de la negociación y contener el protagonismo francés. Macron no quiere que se le acuse de dividir a Europa en un momento en el que esto debería importar más. Los dos líderes saben que la mediación estadounidense en Ucrania es cada vez más frágil. Y si cierra, será una pérdida para todos.
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