En verano, existe un mayor riesgo de infección ocular parasitaria. El primer medicamento para salvar la vista, pero no está disponible en Italia.

Los llaman los guerreros "AK". Son pacientes, especialmente jóvenes, afectados por queratitis por Acanthamoeba, una enfermedad rara pero con un factor de riesgo muy común, sobre todo en verano, debido al uso incorrecto de lentes de contacto. Es muy peligrosa para la vista, con efectos devastadores que pueden incluso causar la pérdida de un ojo. La vida se trastoca porque el dolor insoportable se combina con la fotofobia, y la única alternativa es quedarse en casa a oscuras durante meses.

Hasta hace poco, estos pacientes contaban con escasas o nulas opciones terapéuticas y eran tratados de la mejor manera posible con preparaciones galénicas o productos fuera de indicación, sin datos científicos sobre eficacia y seguridad ni protocolos de tratamiento estandarizados. El problema no era solo la disponibilidad de terapias, sino también los métodos de tratamiento: los pacientes se veían obligados a usar dos o tres gotas cada hora, sin poder dormir durante días y con pocas esperanzas de recuperación. Desde agosto pasado, la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) ha aprobado la primera y única terapia del mundo para el tratamiento de la infección por Acanthamoeba que permite una administración reducida solo durante el día y con una duración media de unos cuatro meses. Se trata de un colirio a base de poliesanida, eficaz en el 85 % de los casos, solo si el tratamiento se inicia dentro de los 30 días posteriores al inicio de los síntomas, y cuyo acceso oportuno permite evitar el trasplante de córnea en los casos más graves. Un éxito terapéutico fruto de la investigación italiana, pero paradójicamente aún no disponible para los pacientes de nuestro país, que, mientras tanto, solicitan acceder a él a través del fondo AIFA para medicamentos huérfanos. "Fármacos", explica Vincenzo Sarnicola , presidente del 23° Congreso de la Sociedad Internacional de Córnea, Células Madre y Superficie Ocular (SICCSO), que se está celebrando actualmente en Grosseto, y uno de los mayores expertos mundiales en córnea.

El retraso

“Con la excepción de un solo centro cuya solicitud fue aceptada, el acceso temprano al fármaco está resultando inexplicablemente problemático. Los plazos excesivamente largos para la autorización no garantizan el derecho de los pacientes a un tratamiento que solo es efectivo si se administra con prontitud”, señala. “Los pacientes con queratitis por Acanthamoeba, a menudo jóvenes, mientras esperan acceder a la única terapia específica aprobada, se enfrentan a un sufrimiento inaudito y corren el riesgo de sufrir graves consecuencias permanentes, incluyendo la posibilidad de perder la visión o incluso la totalidad del ojo. El llamamiento y la esperanza residen en que la AIFA pronto pueda responder a esta necesidad y remediar esta situación, poniendo la terapia a disposición de los pacientes que han puesto sus vidas en pausa, tal como lo permite la normativa vigente de la AIFA”.

Queratitis por Acanthamoeba

La queratitis por Acanthamoeba es una enfermedad oftálmica poco frecuente que afecta a aproximadamente 3 millones de personas en todo el mundo cada año, especialmente en el grupo de edad más joven, de las cuales el 60% son mujeres. En Italia, se estima que se produce un caso de infección aproximadamente cada tres días. «Es un patógeno invisible que vive en el agua y se activa como parásito cuando encuentra un huésped del que alimentarse», continúa Sarnicola. «Penetra y corroe el globo ocular, devorando la vista y acabando con cualquier proyecto de vida, ya que la reducción de la agudeza visual es permanente». Las personas con mayor riesgo, empezando por los más jóvenes, son quienes usan lentes de contacto al bañarse en piscinas, mar, lagos y ríos, pero también al ducharse. La incidencia de la queratitis por Acanthamoeba aumenta en los meses de verano porque el calor incita a bucear y se relaja la higiene. «Por fin, hoy, como lo demuestran los estudios clínicos, la innovadora terapia es eficaz y, por primera vez, capaz de destruir la ameba y erradicar la infección. Una apuesta exitosa que devuelve a los pacientes la esperanza de recuperación, pero que urge poner a disposición de los enfermos para que puedan volver a la vida», concluye Sarnicola.