¿Estrés? Para combatirlo, pongámoslo en la báscula.

¿Cómo podemos evitar sentirnos abrumados por el estrés? Imaginemos una balanza real con dos platillos y coloquemos en uno las exigencias externas —trabajo, familia, dinero— y en el otro los recursos que nos ayudan a mantener el bienestar: «Es la escala de estrés, un modelo nacido de la investigación científica y en el que llevo años trabajando», explica el psicoterapeuta David Lazzari , expresidente de la Asociación Nacional de Psicólogos, quien abordó el tema en su libro Lo psicologo in tasca, recién publicado por Sperling & Kupfer, «un compañero de viaje para ayudar a los lectores a encontrar, sobre todo, dentro de sí mismos, los recursos para construir bienestar», continúa el autor.
¿Combatir el estrés? «El estrés no es un enemigo; es una respuesta adaptativa natural», explica Lazzari. «Pero si las exigencias superan los recursos durante un tiempo prolongado, se rompe el equilibrio, lo que provoca tensión, fatiga y malestar físico o emocional. La imagen de la balanza nos ayuda a comprender si es momento de reducir las exigencias o de reforzar los recursos».
¿Es posible entrenar para el bienestar físico y mental? Cada capítulo incluye ejercicios.
"Las propuse como experiencias, basadas principalmente en técnicas mente-cuerpo que nos ayudan a relajarnos mediante la respiración o a tomar conciencia de nuestros pensamientos y emociones. Sirven para transformar el conocimiento en experiencia, para aportar equilibrio a la vida cotidiana. El bienestar no es una condición estática, sino una habilidad que se puede cultivar."
¿Y esto también nos ayuda a vivir más tiempo?
Hoy lo sabemos con certeza: la mente y el cuerpo se comunican continuamente. Las investigaciones en psiconeuroendocrinoinmunología demuestran que las emociones, los pensamientos y las relaciones influyen en los sistemas biológicos, la inmunidad e incluso la expresión genética. Por lo tanto, las personas con un buen equilibrio psicológico enferman menos y viven mejor y durante más tiempo.
Pero, ¿por qué es tan difícil transmitir el mensaje de que mente y cuerpo son inseparables?
«Porque durante siglos, la cultura occidental los ha separado. Pero la ciencia contemporánea nos recuerda que no son dos entidades separadas, sino diferentes expresiones de un único sistema vivo. Superar una visión dualista es la clave para una cultura más humana, pero también para una prevención y un tratamiento más eficaces».
En tu ensayo, hablas a menudo de equilibrio, flexibilidad e integración. ¿Por qué son tan importantes estos conceptos?
Estas son tres palabras clave para el bienestar. El equilibrio es la capacidad de moverse manteniendo el centro; la flexibilidad es una forma fundamental de resiliencia, la capacidad de adaptarse al cambio sin quebrarse. Y la integración consiste en hacer que las diferentes partes de uno mismo trabajen juntas: mente, cuerpo, emociones y relaciones.
Las emociones desempeñan un papel importante en nuestro bienestar. ¿Podemos aprender a gestionarlas?
Reconocer y regular las emociones nos ayuda a proteger nuestra salud y calidad de vida. Recordemos que las emociones no son positivas ni negativas; son información. Por ejemplo, el miedo nos protege, la ira establece un límite y la tristeza nos ayuda a procesar las pérdidas. Se vuelven disfuncionales cuando las negamos o dejamos que exploten sin escucharlas.
¿Puede el pensamiento también crear problemas? ¿Existen trampas cognitivas que influyan en nuestra percepción de la realidad?
El libro aborda las «trampas mentales», patrones habituales que distorsionan la percepción, como el pensamiento dicotómico o la tendencia a catastrofizar o generalizar. Reconocer estas dinámicas es el primer paso para desactivarlas: aprendemos a preguntarnos si lo que pensamos es un hecho o una interpretación.
Sin olvidar que los pensamientos actúan sobre el cuerpo…
Sí, cada pensamiento tiene una resonancia fisiológica. Un pensamiento de miedo acelera el ritmo cardíaco, un pensamiento de confianza relaja los músculos y regula la respiración. Mente y cuerpo hablan el mismo idioma, aunque con alfabetos diferentes.
Entre los factores que inclinan la balanza hacia el bienestar se encuentra la vida social. ¿Influye también en la salud física?
Las relaciones significativas constituyen un verdadero factor protector biológico. Las investigaciones confirman que las personas que pueden contar con vínculos sólidos tienen sistemas inmunitarios más fuertes y niveles de inflamación más bajos. Además, la solidaridad y el altruismo, si son genuinos, activan circuitos cerebrales relacionados con el placer y el bienestar.
Entonces, ¿ser altruista es bueno para la salud?
Existen estudios que confirman sin lugar a dudas que el altruismo reduce los niveles de estrés. Contamos con pruebas muy sólidas, por no mencionar que el comportamiento altruista tiende a desencadenar un mecanismo de reciprocidad. Aunque vivimos en una sociedad altamente competitiva, evolucionamos para cooperar. El altruismo es beneficioso porque nos reconecta con nuestra verdadera naturaleza.
Para mantener el estrés bajo control, también debemos aprender a querernos a nosotros mismos. Pero ¿por qué es tan difícil?
"Porque a menudo lo confundimos con egoísmo. En realidad, amarnos a nosotros mismos es lo que nos permite amar a los demás. No se trata de encerrarnos en nuestro propio mundo, sino de construir una base sólida desde la cual podamos dar."
¿Y qué hay del trabajo? Es un factor de estrés, pero también puede ayudarnos a encontrarle sentido a la vida...
El trabajo es un excelente campo de entrenamiento para la vida. Puede desgastarnos si nos expone a exigencias excesivas o si no recibimos el reconocimiento adecuado, pero también puede enriquecernos si refleja nuestros valores y nos hace sentir útiles. Encontrar un equilibrio entre rendimiento y significado es uno de los desafíos más importantes del bienestar contemporáneo.
Usted enfatiza la necesidad de encontrarle sentido a la vida, hablando también de espiritualidad. ¿De dónde surge esta necesidad?
La búsqueda de sentido es una necesidad psicológica fundamental. No me refiero a la religión, sino a esa espiritualidad secular que da coherencia y dirección a la existencia. Nos ayuda a sentirnos parte de algo más grande y a superar la fragmentación de la vida cotidiana. Y esto también da lugar a la reivindicación de justicia e inclusión que surge en los capítulos finales: el bienestar no es solo un hecho individual, sino colectivo. No podemos salvarnos solos.
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