América: ¿Equipo campeón o tienda de conveniencia?

Para el Club América, la institución más ganadora y mediática de México, la gloria no es una opción, es una obligación. Tras conquistar un histórico tricampeonato, la expectativa de su masiva afición era clara: construir una dinastía. Reforzar al equipo con estrellas, mantener a sus figuras y dominar el continente. Sin embargo, el mercado de fichajes del Apertura 2025 cuenta una historia diferente, una que huele menos a imperio y más a una eficiente línea de producción.
Este tribunal pone en el banquillo de los acusados a la directiva americanista. El cargo: operar con una «mentalidad de tiendita» mientras venden a su público la fantasía de una grandeza sin límites.
Los hechos son claros y están en los registros de transferencias. El club ha realizado movimientos significativos, pero la naturaleza de estos genera una profunda desconfianza.
* Las Bajas Sensibles: La salida de piezas clave como el chileno Diego Valdés a Vélez Sarsfield y el préstamo de Javairo Dilrosun a LAFC son golpes directos al núcleo del equipo campeón. A esto se suman los persistentes rumores que colocan a pilares como Álvaro Fidalgo en la órbita del Sevilla y a Brian Rodríguez en la de clubes brasileños.
* Las Altas Calculadas: En contraparte, el fichaje estelar es Alexis Gutiérrez, un talentoso mediocampista por el que se pagaron 5 millones de dólares a Cruz Azul. Se suman nombres como Rodolfo Cota y Erick Sánchez, jugadores de calidad probada pero que no necesariamente poseen el cartel de «figura internacional» que la afición demanda.
La reacción de los seguidores es de una frustración palpable. En redes sociales y foros, el sentimiento es de decepción. Acusan a la directiva de no tener «visión de grandeza» y de desmantelar al equipo apenas toca la gloria. La venta de un jugador como Valdés no se ve como una baja, sino como una traición al proyecto deportivo.
La estrategia de la directiva del América, al ser analizada fríamente, es un modelo de negocio futbolístico muy exitoso y sostenible, similar al de clubes europeos como el Porto, Benfica o Ajax. El ciclo es claro:
* Detectar y comprar talento con potencial (ej. Diego Valdés, Brian Rodríguez).
* Desarrollarlo en un entorno de máxima exigencia y ganar títulos con él.
* Venderlo en su punto más alto de valoración para obtener una ganancia significativa.
* Reinvertir una parte de esa ganancia en el siguiente ciclo de talento (ej. la compra de Alexis Gutiérrez).
Este modelo es financieramente brillante. Asegura la salud económica del club a largo plazo. El problema es que este modelo de «club vendedor» choca frontalmente con la identidad histórica y la promesa de marca del Club América.
La directiva no está cometiendo un error de negocio, está cometiendo un acto de publicidad engañosa. Le promete a su «consumidor» (el aficionado) un producto imperial, un equipo que atesora a sus estrellas, pero le entrega un producto pragmático, un equipo que las vende al mejor postor. La «grandeza» se convierte en una herramienta de marketing, no en una filosofía operativa.
Este tribunal declara a la directiva del Club América culpable de generar una desconexión fundamental con su base de aficionados al priorizar un modelo de negocio de compra-venta sobre la construcción de una dinastía deportiva sostenida.
No se les juzga por ser financieramente responsables; se les juzga por su falta de transparencia en sus verdaderos objetivos. Venden un sueño de dominio perpetuo pero operan con la calculadora en la mano.
La sentencia es una condena a vivir en un ciclo perpetuo de celebración y desilusión. La afición festejará los títulos, pero sufrirá en cada mercado de fichajes, sabiendo que sus héroes tienen fecha de caducidad y precio de venta. El caso está cerrado.
La Verdad Yucatán