Astrónomos captan el nacimiento de un planeta en tiempo real

Por primera vez, astrónomos han captado lo que parece ser el nacimiento de un planeta en tiempo real, un hito que podría cambiar la forma en la que entendemos la formación planetaria. El fenómeno fue observado alrededor de la joven estrella HD 135344B, situada a unos 450 años luz de la Tierra en la constelación de Lupus. Esta estrella está rodeada por un disco protoplanetario —una estructura de polvo y gas donde nacen los planetas—, el cual presenta prominentes brazos espirales que han llamado la atención de los investigadores desde hace años.
En el corazón de uno de estos brazos espirales, los científicos detectaron una señal brillante que coincide con la ubicación donde, según los modelos teóricos, debería estar formándose un planeta. Lo sorprendente es que este protoplaneta, todavía envuelto por el material del disco, emite luz propia, lo que ofrece un nivel de confirmación mucho mayor respecto a observaciones anteriores de candidatos a planeta.
Según los datos obtenidos por los investigadores del Observatorio Europeo Austral (ESO), este nuevo candidato a planeta tendría unas dos veces la masa de Júpiter, y orbita a su estrella a una distancia comparable a la que separa a Neptuno del Sol. Su formación activa está generando alteraciones visibles en el disco, como ondas de gas, acumulaciones de polvo y estructuras en espiral.
“El descubrimiento es extraordinario porque estamos viendo directamente cómo un planeta en formación modifica el entorno que lo rodea”, explicó Miriam Keppler, astrónoma del Instituto Max Planck y una de las líderes del proyecto. “Es como observar a un escultor modelando su obra en tiempo real”.
Este hallazgo representa un paso crucial para la astrofísica moderna, ya que hasta ahora la existencia de protoplanetas se había inferido solo de manera indirecta, a través de las alteraciones en los discos protoplanetarios, pero nunca se había observado la luz directa de uno de estos objetos en plena formación.
Un disco protoplanetario es una estructura giratoria de gas y polvo que rodea a una estrella joven. Dentro de este entorno, las partículas comienzan a agruparse bajo la acción de la gravedad, dando origen a cuerpos cada vez más grandes, que eventualmente pueden convertirse en planetas, lunas o asteroides.
Los astrónomos han detectado discos con anillos, huecos y espirales, patrones que durante años se han atribuido a la influencia de planetas jóvenes que van despejando su camino mientras orbitan. Sin embargo, nunca se había podido vincular directamente una de estas estructuras con un planeta específico en formación. Este caso, observado en HD 135344B, podría ser la primera prueba directa de esa teoría.
El hallazgo fue posible gracias a instrumentos de alta sensibilidad como SPHERE, instalado en el Very Large Telescope (VLT) del ESO en Chile. Esta tecnología permite bloquear la luz de la estrella central para revelar los detalles del disco que la rodea, incluyendo las señales débiles emitidas por objetos pequeños y tenues como un protoplaneta.
Las observaciones se realizaron a distintas longitudes de onda, lo que permitió distinguir la emisión térmica del planeta de otras posibles fuentes de luz en el entorno, como cúmulos de gas caliente o reflejos estelares.
Este posible avistamiento de un planeta en formación no solo confirma décadas de teorías astrofísicas, sino que también abre nuevas preguntas sobre cuándo y cómo se forman los planetas gigantes, qué factores influyen en la formación de sus atmósferas, y cuánto tiempo tardan en emerger completamente del disco que los origina.
Además, observar un caso como el de HD 135344B en sus etapas tempranas puede servir como modelo para entender cómo se formó nuestro propio sistema solar, hace más de 4.500 millones de años. Es posible que gigantes como Júpiter o Saturno hayan esculpido sus respectivos entornos de manera similar.
La detección de este posible planeta en tiempo real representa un antes y un después en la investigación astronómica. Confirmar la presencia de un objeto tan joven y activo dentro de su disco protoplanetario aporta pruebas tangibles de los mecanismos de formación planetaria, y establece una base sólida para futuras exploraciones.
Con telescopios aún más poderosos en desarrollo, como el Extremely Large Telescope (ELT), los astrónomos esperan poder observar más casos como este con mayor detalle, lo que podría revolucionar nuestra comprensión del origen de los mundos.
La Verdad Yucatán