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Canadá enfrenta nuevos aranceles de Trump: ¿mejor sin acuerdo que uno malo?

Canadá enfrenta nuevos aranceles de Trump: ¿mejor sin acuerdo que uno malo?

La relación comercial entre Canadá y Estados Unidos ha entrado en una nueva fase de tensión tras la decisión del presidente estadounidense Donald Trump de imponer aranceles de hasta el 35% a una variedad de productos canadienses. Mientras México logró una prórroga de 90 días, Canadá enfrentó directamente los gravámenes, generando inquietud entre empresarios, ciudadanos y analistas políticos.

El primer ministro canadiense, Mark Carney, expresó su decepción por el fracaso en alcanzar un nuevo acuerdo antes de la fecha límite del 1 de agosto. Sin embargo, defendió la estrategia de su gobierno: “Es mejor no firmar un mal acuerdo que ceder bajo presión”, dijo, al tiempo que prometió diversificar las relaciones comerciales de Canadá y reducir la dependencia del mercado estadounidense.

A pesar del impacto inmediato que podrían tener los nuevos aranceles sobre acero, aluminio y madera blanda, Carney ha recibido el respaldo de diversos sectores. La Cámara de Comercio Canadiense apoyó su postura, señalando que un acuerdo apresurado podría comprometer los intereses económicos a largo plazo del país.

Incluso su principal rival, el líder conservador Pierre Poilievre, coincidió en que el gobierno no debe ceder ante presiones. En una publicación en X, calificó los aranceles como “injustificados” y urgió a Carney a “no aceptar nada menos que un acuerdo que elimine todos los aranceles estadounidenses sobre Canadá”.

La política arancelaria de Trump ha sido volátil. Ha impuesto distintos gravámenes a los productos canadienses: 25% a automóviles, 50% al acero y al aluminio, y ahora 35% a productos que no cumplen con el T-MEC. Aunque Trump ya había renegociado el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) durante su primer mandato, continúa endureciendo su postura comercial con Canadá, lo que ha desatado especulaciones sobre motivos más políticos que económicos.

Estas decisiones se han anunciado incluso en cartas con errores ortográficos, según medios canadienses, o en publicaciones de redes sociales, lo que ha sido interpretado como una estrategia de intimidación más que como negociaciones diplomáticas formales.

A pesar de las sanciones, Canadá no está completamente indefensa. Más del 60% de las exportaciones canadienses a EE.UU. ya cumplen con los requisitos del T-MEC, lo que les permite evitar los aranceles más severos. Según economistas, más del 90% de las exportaciones podrían calificar bajo el tratado si las empresas canadienses ajustan sus procesos y certificaciones, aunque el costo de hacerlo puede ser alto, especialmente para pequeñas y medianas empresas.

Esta adaptación forzada al T-MEC ha llevado a un aumento en las solicitudes de certificación, impulsadas por el temor a las medidas de Trump.

Según el Banco de Canadá, la tasa arancelaria efectiva sobre las exportaciones canadienses hacia Estados Unidos es del 5%, menor que la aplicada a la mayoría de los países. Sin embargo, la reciente ola de aranceles ya impacta la economía nacional: el PIB canadiense se desaceleró en el segundo trimestre por una caída del 25% en las exportaciones, y el desempleo aumentó en sectores vinculados al comercio transfronterizo.

Además, la incertidumbre en torno a la política comercial de EE.UU. ha reducido el gasto de los hogares y la inversión empresarial en Canadá, creando un clima económico tenso y volátil.

Carney ha dejado claro que uno de los pilares de su política exterior será reducir la exposición económica a EE.UU. y explorar nuevas alianzas estratégicas, particularmente en Asia y Europa. Ya existen acuerdos comerciales con la Unión Europea y países del Pacífico, pero ahora el reto será fortalecer esos lazos para compensar la pérdida de dinamismo en el intercambio con su principal socio comercial.

Aunque el camino no será fácil, la presión interna y externa parece darle margen de maniobra al primer ministro para evitar un mal acuerdo. Su estrategia busca defender la soberanía económica y la dignidad nacional, incluso si eso implica soportar golpes en el corto plazo.

La creciente tensión entre Canadá y Estados Unidos por los nuevos aranceles de Trump marca un momento crítico para la política económica del primer ministro Carney. Lejos de ceder, Canadá apuesta por resistir con dignidad, adaptarse al T-MEC y diversificar su comercio exterior. Aunque los desafíos son grandes, también lo son las oportunidades para redefinir el lugar de Canadá en el escenario global. En este contexto, no ceder ante un mal acuerdo puede ser la mejor decisión.

La Verdad Yucatán

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