Seleccione idioma

Spanish

Down Icon

Seleccione país

Mexico

Down Icon

El atraso no es cambiario, es mucho más que eso

El atraso no es cambiario, es mucho más que eso

La Argentina se encuentra en un ciclo de frustraciones recurrentes. Múltiples indicadores lo confirman y hay diagnósticos para todos los gustos.

Ningunear el drama argentino apelando a alguna referencia en la que (aún) no hemos desbarrancado o simplificarlo forzadamente son dos placebos ineficaces, que no hacen más que prolongar un ciclo cuya reversión requerirá revisar nuestras conductas personales y nuestras prácticas políticas.

En tiempos en los que aprender de lo hecho por otros puede ser un modo de ganar tiempo, la dirigencia política argentina no defrauda(mos) apelando a la vocación por lo excepcional, aunque resulte fallido.

El experimento oficialista parece reducirse a la consigna: “Reduzcamos el gasto, desregulemos y el resto vendrá por añadidura”; y aunque el orden fiscal y las regulaciones adecuadas son una condición para mejorar el desempeño económico, es alarmante cómo se soslayan elementos esenciales de cualquier visión de desarrollo. El elenco gobernante parece pasar por alto toda la experiencia de los siglos XX y XXI en la materia. Ponen de lado la evidencia de decenas de experiencias de transformación económica positiva con un protagonismo estatal de diversa intensidad, pero nunca nulo.

Alcanzaría con que el Presidente preguntara en algún viaje a Israel cómo han construido el sorprendente nivel de vida y de despliegue tecnológico que tiene ese país.

El manejo prudente de los recursos públicos es un punto a favor de cualquier gobierno, hasta que se transforma en la excusa para no discutir prioridades y alternativas. Cuando el manejo presupuestario pasa de argumento a dogma, es el momento en que, en vez de fundar un programa de salida de una crisis, comienza a obturar el criterio.

La repetición hasta el infinito de una pauta fiscal como ejercicio que expresa una voluntad y una visión económica simplificada puede ser útil para comunicar o para dotar de sentido a medidas de gobierno que solo pueden explicarse enmarcadas en un objetivo más trascendente. Pero si con ella quiere resolverse toda la agenda pública, estamos ante un riesgo enorme.

La sociedad argentina es compleja. Obviarlo tiene consecuencias. Un modo habitual de hacerlo es desentenderse de los resultados “no deseados” de las políticas (supuestamente) salvíficas de un gobierno más inclinado al insulto que a la construcción de herramientas adecuadas para enfrentar un drama heredado, al que nadie le resta magnitud.

Es muy importante para el país encontrar un sendero económico que les brinde a sus familias y empresas las expectativas positivas para su realización. Claramente la sociedad argentina ha puesto en cuestión la irresponsabilidad fiscal y el uso partidista y oneroso de las causas públicas. Por eso mismo es que la sociedad ha transitado el ajuste de 2024 con entereza.

De allí que resulte tan perjudicial que el Gobierno se empeñe obstinadamente en asociar sus frágiles logros con una agenda que irrita no solo por los modos, sino también por su contenido.

Atrasa al relegar la relevancia de la infraestructura pública en el desarrollo y postergar por meses la búsqueda de alternativas al modelo corrupto y arbitrario precedente. Atrasa con su perspectiva antipluralista, que busca estigmatizar a personas y colectivos que no “encajan” en una visión oficial del “deber ser”.

Atrasa al enfrentar las iniciativas legislativas que pretenden salvar servicios públicos esenciales (como el acompañamiento a discapacitados y sus familias), sin propuesta alternativa y con el bloqueo como único objetivo. Atrasa, sobre todo, en su búsqueda de mantener una situación de tensión permanente, basada en la provocación o en forzar los límites institucionales.

Incluso atrasa al sostener un tipo de cambio con reservas prestadas, que nos hace caros para recibir inversiones y que condiciona la estabilización, en la medida en que el comportamiento del empleo en los cinturones industriales que (todavía) tiene el país puede afectar la demanda y la recaudación.

Para el oficialismo, se trata de ñoñismo republicano, pero para los inversores parece relevante, porque no paramos de enterarnos cada semana de alguna gran compañía con décadas en el país buscando compradores para irse, incluso en sectores con altísimo potencial, como el hidrocarburífero (el Presidente creerá que “no la ven”).

La sociedad argentina, en su angustia inflacionaria, en su ira contra la política de la manipulación, asediada por el tormento de la emigración de los hijos, ha reemplazado el setentismo Estado-céntrico, con su impostura de superioridad moral desgastante, por un nuevo credo restaurador.

Se trata de un dilema trampa.

La negación de las responsabilidades públicas (libertarios) y la exaltación de la política como ámbito excluyente de la vida social (kirchneristas); son dos perspectivas incompletas, rústicas y que se retroalimentan, sin permitirle a la sociedad desplegarse. No se trata ni de negar la necesidad de reformas profundas en el país ni de poner como única unidad de medida de cualquier intervención su costo de corto plazo. Estamos difiriendo en el tiempo problemas muy severos.

La grieta expresa también una crisis de ideas. Los dos pilares con los que la polarización se organiza: la respuesta fanática y el clientelismo son dos caras de una ruptura de la amalgama social. La grieta es un modelo de construcción tribal, basada en que “el de enfrente” es un riesgo. Nada se puede aprender bajo ese paradigma. Sin aprendizaje, la Argentina estará condenada a perder tiempo deambulando en el péndulo de los simplificadores seriales.

La polarización extrema es un modelo ineficaz para superar nuestros problemas, pero estable. Esa estabilidad está anclada en el miedo. Miedo, sobre todo, a una versión extrema del “otro”. Cada vez que los líderes convocan a ir “por todo” o denigran opositores, cohesionan a los propios y también a los extraños, en una especie de sobrerreacción.

Por eso mismo, cualquier alternativa política que se proponga romper la polarización tiene como primera tarea desarmar los mecanismos que disparan esos temores sociales. Mientras el miedo persista, la polarización tendrá fuelle.

Para salir del miedo, hay que instalar una esperanza genuina. No alcanza con decir que no somos kirchneristas ni libertarios. El dolor que arrastramos no se cultivó en la falta de equidistancia, sino en la superficialidad con que se tomaron desafíos complejos.

Un reformismo político, con sentido contemporáneo, tiene que forzar un debate más profundo y proponer prácticas políticas no predatorias.

Para no ser casta ni reducir la política a la competencia electoral no hay que reproducir el circuito “encuesta/operador”. Esa práctica nos atenaza al clima de época, que todo lo inunda. Para invitar a la sociedad a atreverse en busca de un horizonte en medio de esta niebla espesa hay que evitar la tentación nostálgica. La Argentina necesita de una novedad política llena de claridad y compromiso.

Una novedad que se haga cargo de esta Argentina fallida, pobre, descapitalizada, agrietada, pero aun así tenaz en su búsqueda.

El reformismo político alternativo al péndulo de la irresponsabilidad tiene que tener vocación de poder y también de buena administración; tiene que tener registro del presente y también visión prospectiva; tiene que simplificar el Estado y también jerarquizarlo; tiene que defender los valores occidentales y también los intereses argentinos. En definitiva, tiene que estar a la altura.

La crítica social que se esconde detrás de la denuncia contra “la casta” no es una moda pasajera, sino el ácido corrosivo que puede desarticular cualquier pensamiento alternativo. La política-espectáculo como elemento de consumo y entretenimiento genera estímulos y conversación superficial, pero puede estar incubando sentimientos de frustración aún más peligrosos que los que llevaron a Milei al poder.

La sociedad argentina necesita alternativas para salir de la polarización y para recuperar los matices, la conversación, la vocación de crecer, un clima que nos permita aprender y la esperanza de ser mejores

Diputado Nacional (UCR/ Provincia de Buenos Aires)

Conforme a
The Trust Project
lanacion

lanacion

Noticias similares

Todas las noticias
Animated ArrowAnimated ArrowAnimated Arrow