El calor afecta a la batería de los coches eléctricos

Entre los muchos mitos que aún rodean al coche eléctrico, uno de los más extendidos tiene que ver con el comportamiento de las baterías a temperaturas extremas. Se ha hablado mucho de la pérdida de autonomía en invierno, cuando el frío aprieta, pero ¿qué pasa en verano, con olas de calor por encima de los 35 °C?
Para responder a esa pregunta, la firma Recurrent Auto -especializada en alquiler y suscripción de vehículos eléctricos- ha analizado el rendimiento de 29.700 coches eléctricos en condiciones reales de uso. El resultado es un informe que desmonta algunas creencias y pone cifras concretas al impacto que tiene el calor en la autonomía de los vehículos sin emisiones.

Según los datos recopilados, la conclusión principal es que los coches eléctricos funcionan perfectamente en verano y que la pérdida de autonomía a temperaturas altas es mucho menor de lo que se suele creer. A 32 °C, la merma media es de apenas un 5 %, una cifra casi imperceptible en el uso diario y debida, en gran parte, al consumo del aire acondicionado.
El escenario cambia cuando se superan los 38 °C. En esos casos, el estudio detecta una pérdida de autonomía que puede alcanzar entre el 17 y el 18 %, aunque siempre dependiendo del modelo, el tipo de batería y el sistema de climatización del vehículo. No todos los eléctricos reaccionan igual frente a temperaturas extremas, depende de cómo gestionen el calor y de la eficiencia de sus sistemas térmicos.

Entre los modelos que mejor soportan el calor destacan algunos con sistema de gestión térmica especialmente eficientes. Según los datos de Recurrent Auto, el Audi e-Tron mantiene el 98% de su autonomía incluso con temperaturas muy elevadas. También muestran buenos resultados el BMW i4 y el Rivian R1S, con pérdidas inferiores al 3%.

La diferencia está, en buena parte, en el sistema de refrigeración de la batería y en el diseño del aire acondicionado. A diferencia de un coche de combustión, un vehículo eléctrico no genera calor residual en el motor, lo que facilita mantener la cabina fresca con menos esfuerzo energético. Refrescar el habitáculo exige menos que calentarlo, y eso se traduce en un impacto menor sobre la autonomía.
Un dato curioso que destaca el informe es que los vehículos equipados con bombas de calor -una solución pensada para minimizar la pérdida de autonomía en invierno- presentan una ligera pérdida adicional en verano respecto a los que no las llevan. El motivo es que estas bombas están optimizadas para climas fríos y no tanto para generar calor.

Aun así, el aire acondicionado de un coche eléctrico ofrece ventajas claras también en verano. Por ejemplo, funciona igual de bien tanto si el coche está circulando como si está parado. A diferencia de los vehículos de combustión, que necesitan que el motor esté en marcha para activar el compresor, en un coche eléctrico el aire frío llega al instante, sin esperas ni consumo extra por arranque.
El momento que más energía consume es el enfriamiento inicial. Si el coche ha estado al sol, poner el habitáculo a una temperatura confortable puede requerir entre 3 y 5 kW. Pero una vez alcanzado ese punto, mantenerlo solo necesita alrededor de 1 kW, lo que permite optimizar mucho mejor el consumo.
Por eso, una recomendación eficaz es enfriar previamente el coche mientras está enchufado. Así, al arrancar, el sistema ya habrá hecho el trabajo más exigente sin restar autonomía a la batería.
lavanguardia