El desconocido pueblo del sur de Francia que nos hace viajar a la Edad Media
Francia es un país que ha sido bendecido por la naturaleza con su rica variedad de paisajes. Desde majestuosos picos hasta tranquilas playas, cada rincón desprende una belleza única que merece la pena ser explorado. Puy-l'Évêque es uno de esos pintorescos pueblos que pasa casi desapercibido, pero que se ha levantado sobre una colina y ofrece las mejores vistas que se pueden tener sobre el Valle del Lot.
Situado en la región de Mediodía-Pirineos, con casas de piedra, calles estrechas y empinadas escaleras que conducen a su cima, el pueblo parece que ha sido pintado con acuarelas y se ha quedado congelado en la Edad Media.
La región invita a pasear sin ningún tipo de prisas y dejarse sorprender por los paisajes naturales que se ven en cada rincón entre hermosos viñedos y suaves colinas. Hoy te contamos que debes hacer si deseas visitar este poblado situado en la ladera que pasa sobre el río Lot.
Un pueblo de iglesias
Uno de los principales atractivos de Puy-l'Évêque son sus imponentes iglesias con infraestructuras de influencia gótica que resultan inolvidables para cualquier visitante. Justo en el centro de la ciudad encontrarás la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, un impresionante edificio del siglo XIII que destaca por su gran campanario de 30 metros de altura y sus hermosas vidrieras.
También resalta la iglesia de Saint-Sauveur, una construcción que data del siglo XV y está levantada con un estilo gótico meridional en forma de nave única abierta a un coro con ábside plano. Otra de las estructuras religiosas más importantes de la zona es la capilla de Saint-Michel, la cual fue formada en 1444 y se convirtió en el lugar de reunión de la hermandad de Penitentes Azules, cuando estos se establecieron en el sur.
Puy-l'Évêque es mucho más que iglesias medievales, puedes visitar también el castillo de Lychaira, una residencia construida en el siglo XIII que conserva los retratos de los miembros del linaje de la familia Ychier del Pech, sus propietarios. No te puedes ir sin visitar la torre y el fuerte del actual Ayuntamiento, construidos en 1850 sobre los restos de un antiguo convento de capuchinos del siglo XVIII. En su fundación, su último nivel estaba destino a la recepción de guarniciones para la región.
Y por supuesto, el Place du Rampeau, un mirador situado en el antiguo reciento ferial y que ofrece las mejores vistas de la localidad medieval. El mejor momento para apreciar esta imagen desde las alturas es el atardecer, ya que el río sirve de espejo al reflejar las edificaciones y el paisaje se tiñe de hermosos tonos cálidos. Para finalizar puedes hacer un recorrido por el paseo Marguerite Bessiéres, un camino peatonal entre la ciudad alta y el río rodeado de jardines colgantes, construido en 2016 sobre las casas medievales que estaban en ruinas.
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