¿Puede Europa liberarse del dominio digital de EEUU?

Benjamin Revcolevschi, ingeniero de formación, no imaginó que uno de sus futuros trabajos implicaría reunirse con ministros de tecnología digital de los Estados miembros de la UE casi semanalmente.
Pero el CEO de OVHcloud, proveedor de servicios de computación en la nube, está aprovechando la nueva ola de interés político. Los líderes de la UE son cada vez más conscientes de la dependencia europea de las empresas tecnológicas estadounidenses para las infraestructuras que impulsan desde los sistemas de salud hasta la Defensa.
"Llevamos 20 años tratando el tema de la soberanía", afirma Revcolevschi. Pero desde la elección de Donald Trump como presidente de EEUU, el tono de las conversaciones ha cambiado, añade. "Nos encontramos en un mundo realmente diferente".
Europa se enfrenta a dudas sobre el compromiso a largo plazo de Trump con la OTAN y su tendencia en las negociaciones a mezclar temas tan diferentes como el comercio, la defensa y la regulación.
Trump ha alimentado la preocupación entre los gobiernos y las empresas europeas sobre la privacidad y el acceso a los datos, y ha hecho temer que EEUU pueda suspender o bloquear por completo las operaciones de las empresas tecnológicas estadounidenses en Europa.
Dominio absolutoEstas operaciones son profundas y extensas. Amazon, Microsoft y Google controlan más de dos tercios del mercado europeo de la nube. Google y Apple dominan los sistemas operativos de los smartphones en la UE, mientras que Google acapara el mercado de las búsquedas. ChatGPT, de OpenAI, es el chatbot de IA líder en el continente, mientras que las plataformas de redes sociales que utilizan millones de europeos son mayoritariamente estadounidenses.
Al igual que en el ámbito de la Defensa, la dependencia tecnológica transatlántica se ha convertido en un lastre geopolítico, lo que intensifica los viejos llamamientos para que Europa invierta más e incluso favorezca a sus propias empresas en la contratación pública. En un guiño simbólico, Henna Virkkunen, que en diciembre asumió la cartera de Tecnología de la UE, ha añadido a su cargo el término de "soberanía tecnológica".
La dirigente finlandesa quiere centrarse en la independencia de Europa en áreas como la computación cuántica, la IA y los semiconductores. "Estas tecnologías se consideran críticas y es importante que desarrollemos nuestras propias capacidades", declara a Financial Times.
Max von Thun, directivo del Open Markets Institute, afirma que la "instrumentalización" de las dependencias tecnológicas por parte de los gobiernos y el dominio que ejercen sobre el mercado los grupos tecnológicos estadounidenses "han ilustrado como nunca antes la necesidad de que Europa fomente un sector tecnológico local independiente, abierto y resiliente".
Pero a medida que Europa pasa del análisis del problema a la propuesta de posibles soluciones, como favorecer a las empresas tecnológicas europeas frente a las de EEUU, también debe lidiar con su propia falta de alternativas. Sólo unas pocas de las 50 principales empresas tecnológicas del mundo son europeas. Las start up tecnológicas de la región se enfrentan además a la incertidumbre regulatoria, la fragmentación y la falta de opciones de financiación para su crecimiento, sobre todo del capital riesgo.
En un informe histórico sobre la competitividad de la UE, el ex primer ministro italiano Mario Draghi demostró claramente el año pasado que la brecha de productividad de Europa en relación con EEUU se ha ampliado, principalmente a consecuencia de la debilidad de la UE en las tecnologías emergentes.
Para Andy Yen, fundador y consejero delegado de Proton, el grupo con sede en Ginebra responsable de ProtonMail y otras aplicaciones centradas en la privacidad, el debate sobre impulsar a los grupos tecnológicos locales gira precisamente en torno a esto.
"Si no invertimos en tecnología en Europa, simplemente estamos renunciando al principal motor de crecimiento económico", asegura el CEO de Proton. "Estas son las empresas que crearán los empleos bien remunerados, los altos beneficios y los ingresos que nos permitirán financiar el sistema social".
Mistral AILa francesa Mistral AI es un ejemplo de las dificultades de Europa para sacar partido de la tecnología de próxima generación. La que llegó a ser aclamada como un potencial líder mundial en IA, ha perdido terreno frente a rivales estadounidenses respaldados por las grandes tecnológicas, y, como casi todos, se vio sorprendida por la capacidad de la china DeepSeek. Mientras tanto, la UE lucha por equilibrar el reto de regular la IA con la necesidad de atraer suficiente inversión y talento para aumentar su capacidad de computación.
La computación en la nube es una prioridad inmediata para reducir la dependencia de los grupos tecnológicos estadounidenses. A medida que más gobiernos, empresas y ciudadanos trasladan datos de servidores locales a un entorno basado en la nube, los centros de datos y su cableado asociado se han convertido en infraestructuras críticas.
Las empresas estadounidenses dominan el mercado europeo de la nube, lo que hace temer a los responsables políticos y líderes del sector europeos que la legislación estadounidense, en particular la Ley de la Nube, pueda animar a la Administración Trump a ejercer mayor influencia sobre los datos europeos, incluso si están almacenados en servidores ubicados en Europa.
Esto resulta preocupante porque Washington también ha pasado de quejarse de la regulación y las medidas de cumplimiento de la UE en materia tecnológica a cuestionar dichas decisiones y "combinar esto con amenazas en torno a los aranceles, a veces incluso vinculándolos con decisiones de seguridad que podrían afectar negativamente al continente", afirma Zach Meyers, del think tank Centre on Regulation in Europe.
Instituciones clave, incluida la Comisión Europea, mantienen conversaciones con grupos como OVHcloud para trasladar a ellos algunos de sus servicios en la nube gestionados por empresas estadounidenses con el fin de mejorar la autonomía digital de Europa.
Nueva ley europeaA finales de este año, la Comisión Europea presentará una nueva ley destinada a abordar la brecha de capacidad de la región en la infraestructura de la nube y la IA, con medidas para aumentar la capacidad de procesamiento seguro de los proveedores de la nube de la UE.
Los funcionarios de la UE aún están considerando la posibilidad y la forma de incluir en la legislación disposiciones para "comprar productos europeos", que favorecerían a las empresas comunitarias frente a las estadounidenses, sin incumplir el acuerdo de la Organización Mundial del Comercio sobre la contratación pública, que exige que los licitadores nacionales y extranjeros sean considerados por igual.
Sus defensores afirman que esto desviaría inversión hacia las empresas tecnológicas europeas, ayudaría a impulsar el ecosistema tecnológico en todo el bloque y aceleraría la creación de alternativas a los proveedores de EEUU.
Alexandre Roure, de la Asociación de la Industria de la Computación y las Comunicaciones (CCIA), entre cuyos miembros figuran muchos grandes grupos tecnológicos, afirma que el debate sobre las estrictas restricciones de acceso al mercado para las empresas tecnológicas no pertenecientes a la UE "sólo distrae a los responsables políticos de la verdadera tarea: lograr un mercado único digital funcional con normas claras, sencillas y prácticas".
Cada vez parece más probable que este sea el rumbo que se tome en Europa. El bloque ya ha anunciado que quiere que los gobiernos de la UE excluyan a los licitadores extranjeros de las ofertas públicas en su próxima directiva sobre contratación pública, que Stéphane Séjourné, comisario para la Prosperidad y la Estrategia Industrial, ha denominado Ley de Compra Europea.
Séjourné, exministro de Asuntos Exteriores francés y estrecho aliado del presidente Emmanuel Macron, declaró en su momento que considera que favorecer a los licitadores europeos en la contratación pública es un "primer paso".
Si bien se abstuvo de confirmar que impulsaría dichas cláusulas en la próxima iniciativa sobre la nube, Séjourné afirmó que era necesario actuar en áreas del sector privado donde Europa tiene una dependencia total de un país.
Respuesta de las 'Big Tech'Marc Ferracci, ministro de Industria francés, ha sido más específico al declarar a la prensa que las cláusulas pasa "comprar productos europeos" deberían aplicarse a las industrias críticas, añadiendo que, para él, "los centros de datos en la nube, especialmente la infraestructura de servidores, son cruciales".
Ante la perspectiva de que el terreno de juego se modifique en su contra, las grandes tecnológicas están oponiendo resistencia. En los últimos meses, Microsoft, Google y Amazon han anunciado las llamadas ofertas de nube soberana, diseñadas para mantener los datos y el control operativo dentro de una geografía específica, con el fin de tranquilizar a sus clientes europeos.
El principal responsable jurídico de Microsoft ha declarado que, de ser necesario, la compañía demandará al Gobierno estadounidense para proteger el acceso de los clientes europeos a sus servicios, posicionándose como una "fuente de estabilidad digital durante un período de volatilidad geopolítica".
Google está implementando soluciones de aislamiento, donde los datos de un cliente no tienen que estar conectados a otras redes, y reforzando sus opciones de nube soberana en la UE. Amazon ha introducido nuevos controles soberanos y establecido una gobernanza independiente en su organización europea.
En conversaciones privadas, varios lobistas y ejecutivos de las grandes tecnológicas también expresan su confianza en su capacidad para seguir dominando el mercado europeo, dada la escasez de alternativas locales y la falta de urgencia de muchos consumidores.
Para Roure, de la CCIA, la verdadera soberanía es más una cuestión de gestionar las dependencias ampliando la libertad de elección. "La prioridad debería ser evitar que los usuarios europeos estén atados a un único proveedor de la nube y garantizar una competencia sana, no forzar el uso de empresas en detrimento de la eficiencia".
Sin embargo, las últimas iniciativas de las grandes tecnológicas han sido acogidas con cierto escepticismo. Von Thun, del Open Markets Institute, las califica de "maquillaje de soberanía" y advierte a los europeos de que "no las consideren un sustituto de las acciones necesarias para garantizar una verdadera soberanía digital".
Revcolevschi, CEO de OVHcloud, celebra las iniciativas, pero afirma que corresponde a los responsables de la toma de decisiones de las empresas "analizar a fondo lo que se les ofrece", dado que la localización o el cifrado de datos por sí solos no son suficientes para proporcionar una verdadera soberanía en la computación en la nube.
El debate sobre la soberanía digital va mucho más allá de la computación en la nube y afecta a toda la infraestructura digital y su uso. La creciente concienciación ha dado lugar a iniciativas como EuroStack, cuyo objetivo es construir una infraestructura tecnológica europea y que insta a los responsables políticos no sólo a priorizar a las empresas europeas en la contratación pública, sino también a crear un fondo para impulsar la tecnología local. La iniciativa recibió una mención explícita en el acuerdo de coalición entre los dos principales partidos de Alemania.
Sin embargo, la inversión es un obstáculo clave para alcanzar estos objetivos, incluso si una mayor contratación pública favoreciera a las empresas tecnológicas europeas.
EuroStack sostiene que se necesita una inversión de 300.000 millones de euros durante la próxima década. Otras estimaciones elevan la suma a cinco billones.
Incluso si la UE pudiera aunar financiación pública y privada para impulsar su infraestructura digital, como han defendido funcionarios e investigadores, se corre el riesgo de que el proceso lleve demasiado tiempo o no se materialice en absoluto.
El ejemplo obvio de ello, citado con tanta frecuencia que se ha convertido en un cliché, es la iniciativa franco-alemana Gaia-X, una red de proveedores de la nube conectados que pretendía desafiar el dominio estadounidense de la nube en Europa.
Para otros, el debate debe alejarse de la infraestructura. "Lo que nos falta no son chips ni centros de datos", afirma Christian Klein, consejero delegado de la alemana SAP, el mayor grupo de software de Europa, en una reciente llamada con periodistas. "Nos faltan las personas y el talento que puedan aplicar la IA en el contexto que necesitamos en Europa".
Crecimiento económicoEl impulso de las capacidades tecnológicas de Europa también se ve desde Bruselas como una oportunidad para frenar la desaceleración económica del bloque.
Yen, de Proton, cree que sectores europeos clave como el automóvil, la banca, el comercio electrónico y la sanidad se verán aún más afectados por la tecnología. Para él, el precio de la transición a corto plazo que supone abandonar los proveedores tecnológicos estadounidenses no es un coste, sino "una inversión en el futuro".
"Si no se tienen los ingenieros, el talento ni los conocimientos para construir este tipo de cosas aquí, estamos prácticamente perdidos para el siglo XXI", afirma. "No tenemos ninguna posibilidad. Incluso sin Trump, esto es algo que hay que hacer".
Aun así, esos costes a corto plazo siguen siendo tangibles para muchas empresas europeas, especialmente si las alternativas locales carecen de la escala o las opciones de precios de sus homólogas estadounidenses más grandes.
Las acusaciones de proteccionismo o antiamericanismo son delicadas para la UE, que tradicionalmente se ha basado en valores del mercado abierto y sigue dependiendo del apoyo estadounidense en otras áreas.
Funcionarios y diplomáticos europeos subrayan que el bloque está dispuesto a actuar con mayor cautela. Pero, al igual que en el tema del gasto en Defensa, la situación está cambiando lentamente. "Europa a veces se despierta tarde, pero cuando despierta, ocurren cosas", afirma un alto funcionario de la UE en relación al debate sobre la soberanía tecnológica.
Revcolevschi coincide: "Esto está en la agenda de nuestros líderes", afirma, y añade que la mayor concienciación entre los CEO y los principales políticos se está extendiendo a todos los niveles de la toma de decisiones.
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